Los Recuerdos De Inej [Inej G...

By fanfictiongirl21200

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Inej se ha ido a navegar por el Mar Auténtico para cazar esclavistas. No se detendrá hasta que consiga erradi... More

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20 (capítulo final)
Epílogo
Haphephobia

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By fanfictiongirl21200

Caminar por las calles de Ketterdam se sentía extraño. No había estado allí en casi un año, le gustaba ver el caos y la diversión congeniando como una sola.

Las calles estaban abarrotadas, los pichones revoloteaban en busca de los placeres de la ciudad y los establecimientos parecían cada vez más coloridos, o al menos, para Inej brillaban más que nunca.

Dejó que su olfato se deleitará con las manzanas acarameladas, las palomitas, la comida grasienta y las goffres. Recordó otros tiempos, en los que solía correr a uno de esos puestos para cenas improvisadas con Kaz mientras vigilaban algún blanco.

Sabía que estaba cometiendo un error al dejarse ver por las calles del Barril. Tenía sus cuchillos, sus habilidades, el respaldo de los Despojos, el respaldo de Kaz y aunque fuera más de lo que muchos podían aspirar a tener, seguía siendo un peligro. Inej ganó muchos enemigos en Ketterdam, ni hablar de todos los que Kaz tenía y que por añadidura podrían hacerle daño para llegar a él.

Era peligroso e imprudente. Pero ella era Inej Ghafa, si de verdad iba a ser la Reina del Barril entonces se comportaría como una. No había nadie en ese lugar que no conociera su reputación, no iba a esconderse. Ya no tenía porque hacerlo.

—Es el Espectro. Volvió. —No se detuvo para ver quién había dicho eso, no le importaba a menos que esa persona fuera a blandir un cuchillo en su dirección.

Siguió caminando hasta llegar al Seis de Plata, el antiguo Palacio Esmeralda. Cuando se marchó ese era uno de los planes de Kaz, reabrir esas monstruosidad llena de joyas relucientes, no podía creer en lo que se había convertido la vieja guarida del enemigo más odiado por los cuervos.

Si algo sabía hacer Kaz era vengarse con mucho estilo.

Y por supuesto, al final de la calle estaba el recién renovado Club Cuervo. Tenía tres veces su tamaño, más oscuro y bullicioso que antes. Llamativo y aterrador, ambos eran muy buenos sinónimos para describir a Kaz.

—Pim, me alegra verte.

—¡Inej! Escuché que habías vuelto, no esperaba que vinieses a visitarnos.

—Ya vez que sí.

—Supongo que vienes por el pequeño animal que Kaz está guardando abajo, así que trataré de no ofenderme por eso. Seguiré creyendo que vienes por mí.

Inej sonrió. Le agradaba Pim, solía ser mucho más amable y menos criticón que Anika. No conocía al otro chico que estaba apostado en la puerta, era un cuervo nuevo y recién salido de las calles. Podía verlo desde donde estaba parada, Inej le deseo suerte en silencio.

—¿Kaz está aquí?

—En el Listón. Si querías verlo debiste ir allá.

Sí, quería verlo. Pero no estaba allí por eso, de todas formas quién la haya visto en las calles iría a contarle a Kaz.  No tardaría en venir.

—¿Cuándo acaba tu turno? —Preguntó Inej.

—Debería ser cuando Kaz llegue, no falta mucho. Lo más probable es que se le ocurra mandarme a hacer otra cosa o pedirme que me quede aquí.

—Sí, suele ser muy desconciderado.

—Me alegra saber que hablas tan bien de mí cuando no estoy cerca, Espectro.

Ahí estaba. Solo había tardado treinta minutos en aparecer. Inej trató de parecer la soldado leal que había servido a Kaz, pero con el nuevo nivel de confianza entre ellos podía ser una tarea difícil.

—Sin resentimientos.

—Entremos.

Kaz fue primero esparciendo toda su pompa, el chico que estaba junto a Pim parecía más tieso que antes y el doble de recto. Inej rodó los ojos y lo siguió al interior.

—¡Oye! No olvides invitarme a comer, me alegrará saber todas las travesuras que hiciste en el mar.

—Lo haré.

Kaz estaba junto a ella con una ceja levantada. —Ve a hacer tu trabajo —. Le dijo a Pim con su habitual expresión desdeñosa.

—Celopata. —Susurró Inej adelantándose a Kaz para ver las renovaciones del Club.

—Con mucha honra

El interior del club se veía aún mejor que el exterior. Kaz había invertido tanto en ese lugar que creía que lo veía como su hijo, un pequeño al que había cuidado tanto que ahora estaba creciendo sin ningún control.

A Inej no le molestaba que la actitud de Kaz fuese distante y controlada delante de todas esas personas. Una cosa era tener ese tipo de contacto cálido y confiado delante de Jesper y Wylan en la seguridad de la mansión, pero estar en el Barril era algo muy diferente. Allí todo podía ser una amenaza.

Kaz la hizo pasar por un par de puertas hasta que llegaron a la oficina que tenía en el club.

—Pudiste decirme que vendrías.

—Fue de último minuto. Ya no podía seguir encerrada allí.

—Solo fue un día, Inej.

—Fue más que suficiente.

—Aun no estás recuperada, no del todo. Puedo ver lo cansada que estás, lo noto en tus ojos.

—Estaré bien. —Se acercó a Kaz y tomó su mano enguantada —. Estaré mejor cuando vea a Heleen.

—Sé que no quieres escuchar esto pero tengo que decirlo. —Kaz se quitó el sombrero y lo dejó en el escritorio. —No bajes ahí siendo Inej, ve siendo el Espectro despiadado que eres.

—Ya lo soy.

—No. No siempre. Tienes la tendencia a buscar decencia donde no la hay, buscas cualquier atisbo de bondad o arrepentimiento para perdonar.  Pero esa mujer —señaló la trampilla que estaba en la esquina de la habitación —ella no merece tu compasión, no merece más que dolor.

—Lo sé, Kaz. Es hora de que pague por todo lo que hizo, no solo a mí sino a cada una de las chicas que compró y vendió una y otra vez. Todas las veces que nos golpeó, nos hizo sangrar y nos amenazó.

»No se merece menos que eso.  Tal vez creas que soy una buena persona Kaz, pero eso no redime todos mis pecados. Y desde la última vez que nos vimos no hecho más que convertirme en alguien que se parece más a ti de lo que piensas.

—No sé si me gusta eso.

—A mí tampoco, pero es lo que es. Y yo sé que si alguien es capaz de soportar toda esa oscuridad eres tú.

Inej no esperó una respuesta de Kaz, caminó a la trampilla y la levantó reprimiendo el quejido que estuvo a punto de salir de sus labios. No era el momento para mostrar debilidad.

Ella bajo primero, Kaz fue detrás de ella y justo cuando él pisaba las escaleras crujían. Más tarde Kaz se burlaría de como ella parecía flotar en lugar de caminar.

Heleen estaba al fondo del sótano, sus sedas estaban hechas un desastre. El pavo real había perdido toda su elegancia, parecía otro animal enjaulado y rastrero en medio de toda la mercancía del Club.

—Esto me trae recuerdos.

Inej no reconocía su propia voz, ni siquiera era tan fría con todos los esclavistas a los que había cazado. Kaz permaneció en silencio, detrás suyo dándole apoyo.

—El espectro a vuelto. —La voz de Heleen sonaba áspera, ya no se molestaba en usar un tono de voz meloso y patético —. Y el Bastardo viene con ella.

—En mis recuerdos —Inej dejó las manos ocultas en su espalda, quería ocultar el temblor en ellas. —soy yo quien está encadenada, aunque tú llevas más ropa de la que llevé yo en aquellos días.

—Si Brekker es el nuevo Rey del Barril, supongo que tú te convertirás en su Reina. La reina Espectro, Pekka tenía razón... Te queda ese título.

—Solo intentas parecer más confiada de lo que realmente estás. Conozco la sensación de impotencia, suele hacer a algunos hablar por horas, como a ti. Y a otros, nos deja en silencio.

—Yo hubiese preferido que a ella —Kaz se movió por la habitación para sentarse sobre unas enormes cajas de vino —la dejará en silencio. No para de quejarse.

—Pudiste amordazarla.

—Es cierto. Pero encontré cierto placer en sus gritos de desesperación.

Inej se agachó frente a Heleen, en su mano bailaba el cuchillo que Kaz le había regalado después de sacarla de la Reserva. Sankto Petyr.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué nos hiciste esto? La mayoría de nosotros no éramos más que niños, te aprovechaste de nuestro miedo.

—¿Te crees especial? ¿Por qué lo eres, dime? Solo porque eres bonita y sabes caminar por una cuerda, porque puedes quedarte callada. —Heleen se carcajeo, Inej salto en su lugar. Estaba demasiado cerca del Pavo Real, tan cerca como había temido en el pasado. —Mereces que el mundo te trate bien porque eres inteligente, porque profesas ese absurdo amor por los santos que no te protegieron. ¿Entonces, estás indemne del daño solo porque llamaste la atención de un ladrón sin escrúpulos?

—Nadie merece lo que nos hiciste.

—¡Existen más de treinta millones de mujeres con esas cualidades, lince!  Qué te hace pensar que yo no fui una de ellas.

—Entonces, es eso. Te hicieron daño y ahora quieres hacer daño a los demás para vengarte. Para sentirte llena.

—La víctima se convierte en victimario. —Kaz soltó un resoplido que sonó como una burla. —Eres patética. Aunque no soy la persona adecuada para hablar de ello. —Kaz se encogió de hombros con una sonrisa horrible en sus labios. —Supongo que no solo soy un bastardo o un ladrón sin escrúpulos. También puedo ser un hipócrita.

—¿Soy patética por tomar el control sobre aquellos que me controlaron? ¿Soy patética por sobrevivir?

—¡Sí, lo eres! —Inej estaba llorando, no tenía control sobre sus lágrimas. —¡Maldición Heleen! Te lastimaron, sabes lo que se siente todo esa impotencia, todo ese asco al tener que permanecer inmóvil y dispuesta debajo de todos esos hombres. Lo sabes. Y aún así prefieres hacer el mismo daño a otros.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Qué sea como tú? —Volvió a reír —. No, lince. Ese no es mi estilo. No voy a comprar un barco e ir a cazar esclavistas solo porque el deseo de mi corazón sea evitar el dolor a otros. No. Ese no es mi estilo.

—Lo es hacerte rica a costa de la gente que sufre.

—¡No te atrevas a cuestionarme, Brekker! Tú no tienes nada que ver aquí. Te pavoneas por todo el Barril con ese orgullo desmedido, y ese ego. Venciste a Pekka, felicidades. Tomaste el lugar de Per Haskell, bien por ti. Pero lo que no entiendes aún es que ser un jefe del Barril es más que un juego de cartas, mocoso.

»Tarde o temprano te convertirás en alguien peor que Pekka, peor que yo. Así es el poder, una vez que lo conoces no puedes pensar en otra cosa.  ¿Cuál será tu siguiente movimiento, abrir la Casa de los Cuervos?

La risa de Heleen fue ahogada por el cuchillo de Inej, se lo enterró en la pierna. La mujer soltó un alarido de dolor y comenzó a llorar.

—Yo no soy como tú. No soy como ninguno de ustedes. Inej tampoco. —Kaz se inclinó sobre su pierna buena y  se acercó al rostro de Heleen, ella retrocedió entre lágrimas. —Y quemaré toda esta maldita ciudad antes de ser como ustedes. El día que vea tu asqueroso rostro en el espejo, o el de Pekka Rollins, me aseguraré de volarme los sesos. Pero primero me aseguraré de esparcir los tuyos por mis calles.

Kaz se puso de pie y retrocedió. Inej se limpió las lágrimas del rostro, observó la sangre en sus manos por más tiempo del que hubiese querido. Ya no tenía nada de que huir, la venganza... La verdadera venganza estaba al alcance de su mano.

Bajó la punta de su cuchillo. Después de ese día, podría por fin dejar una parte de su pasado atrás, al menos, se encargaría de dejarlo flotando en uno de los canales.

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