Los Recuerdos De Inej [Inej G...

By fanfictiongirl21200

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Inej se ha ido a navegar por el Mar Auténtico para cazar esclavistas. No se detendrá hasta que consiga erradi... More

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20 (capítulo final)
Epílogo
Haphephobia

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By fanfictiongirl21200

Jesper estaba sentado junto a su cama cuando Inej despertó, jugaba con una moneda rodeándola con los nudillos. Aunque sentía el cuerpo pesado, acalambrado y tembloroso ya no dolía.

—¿Jesper? —El chico dejó caer la moneda y se lanzó hacia su cama con una enorme sonrisa. —¿Jesper, eres tú?

—Sí, sí. Claro que soy yo.

—¿No es un sueño?

—No. Ya no más sueños, ni dolores, ni nada de eso de ponerte en coma. Estuviste quejándote mucho cada vez que te dormíamos.

Inej seguía confundida, se sentó inspeccionando la habitación. Conocía aquel lugar, era su cuarto en la mansión Van Eck.

—Estoy en Ketterdam.

—Llegamos esta mañana.

—¿Qué demonios pasó? No lo entiendo.

Los esclavistas estaban preparados por si Inej aparecía, llevaron cuatro Mortificadores con ellos porque sabían que ella no llevaba otros Grisha aparte de los vendavales y los agitamareas. Murieron 7 miembros de su tripulación en el ataque.

Inej fue atacada por un Mortificador bajo la influencia de la jurda parem, o al menos una de las múltiples versiones que estaban rodando en el mercado desde que Kewui estaba en Ravka, solo había bastado un movimiento de muñeca para dejarla agonizando por días; rompió muchos de sus huesos, lastimó casi todos sus órganos y detuvo su corazón por algunos segundos. La única razón por la que está viva es porque un Mortificador puso todo su empeño en mantenerla así.

Silas Have fue reclutado por el esclavista para cuidar su barco de los piratas, inconforme con lo que estaba haciendo su empleador se propuso abandonar ese trabajo una vez llegaran a Ketterdam.

Él no usaba parem. No era un sanador, apenas sabía cómo mantener un corazón latiendo. Se enfrentó todo lo que pudo al otro Mortificador hasta que Specht apareció a su espalda y le cortó el cuello.

Silas mantuvo a Inej estable trabajando con ella día y noche sin descanso. Estaban a cuatro días de Ketterdam, solo necesitaban tiempo hasta encontrar un verdadero Sanador, como mínimo un Medik.

Cuando estaban a un día de la ciudad Specht envió a un agitamareas y un vendaval en un bote con un mensaje para Kaz.

—O sea que no fue un sueño. Él si estaba conmigo.

—Sí, claro que estuvo ahí. Inej trata de no salir herida, Kaz se vuelve un poco más despiadado de lo que se necesita. —Jesper se rascó la cabeza agotado. —Básicamente, secuestramos una Sanadora de la embajada ravkana. Tomamos el bote de regreso al Espectro tan rápido como pudimos. Agonizabas cuando te encontramos, cuando la Sanadora se hizo cargo Silas se desmayó de agotamiento.

»Te mantuvimos dormida todo lo que pudimos pero eres testaurada, insistías en despertar y ponías las cosas aún más complicadas para la sanadora. Gritabas el nombre de Kaz, Nina, Wylan… me llamabas. Fue horrible verte de esa forma, Inej.

—¿Dónde está, Kaz?

—En el Listón. Se llevó lo que quedó de la tripulación del esclavista, los está… interrogando.

—Torturando.

—Es cuestión de semántica. —Jesper se encogió de hombros. —Está intentando averiguar quién te vendió.

—¿De qué hablas?

—Fue de lo primero que se quejó el capitán, que la información había sido falsa. No sabemos a que información se refería. Pero alguien te vendió y… siendo honesto, no sé qué hará Kaz cuando lo descubra.

Inej no sabía que pensar. Su cerebro estaba por explotar, la sanadora apareció para asegurarse de que todo en su interior estuviese bien.

—Yo... —Jesper apretó su mano con fuerza. Estaba allí para apoyarla y si ella quiera caminar sobre su espalda la dejaría con tal de que no volviera asustarlo de esa forma —. Vi a Nina.

—Sí, no dejaba de llamarla.

—No. Me refiero a que la vi, hablé con ella cuando estuve en Ravka. No era exactamente ella, pero...

—¿De verdad?

—Sí. Nos extraña mucho a todos, les manda recuerdos. Dijo que intentaría escaparse algún día para visitarnos si sus nuevas obligaciones se lo permiten.

—¿Nuevas obligaciones?

—Básicamente se convertirá en Reina de Fjerda.

La cara de Jesper estaba desencajada por la sorpresa, no dejaba de bloquear sorprendido. Inej quería reírse pero su interior protestó.

—Creo que podremos entrar a la Corte de Hielo por la puerta delantera, es un  alivio... Sus celdas no son nada higiénicas.

Inej se levantó como pudo y abrazó a Jesper con fuerza. Maldición, lo había extrañado tanto. Se sentía bien estar de vuelta con su familia.

Recibió visitas de Wylan y su madre, también del personal de la mansión y algunos Despojos. Todos estaban contentos de su regreso, pero no había señales de Kaz por ningún lado.

La sanadora la ayudó a llegar al baño, caminar la dejaba agotada. Odiaba necesitar ayuda, intentó hacerle ver que se encontraba mejor pero la chica se negó. La acompañó y ayudó a desvestirse para que pudiese darse un baño.

—¿Qué te hizo Kaz?

—Nada, pero fue creativo sobre todo lo que podía hacer si no lo acompañaba.

—Lo lamento.

—Descuida. Wylan me dijo que podría volver a casa en cuanto estuvieses bien.

—Puedes irte ahora sí quieres, no tienes porque quedarte.

—No, no me arriesgaré a que Kaz Brekker tomé represalias contra mí. —Le sonrió avergonzada. —Me alegro de que estés bien.

—Todo es gracias a ti, te debo mi vida. Y no sé cómo pagarte esto. ¿Cuál es tu nombre?

—Karina.

—Es un placer, Karina. —La sanadora se marchó dejándola sola.

Inej estaba ansiosa, Kaz volvería en cualquier momento y tendría que enfrentarlo. Estaba aterrorizada por eso, pero aún más asustada de lo que podía estar haciendo.

Acostada en esa tina, con el agua caliente enfriándose Inej volvió a la última noche que pasó con Kaz, la noche que le avergonzaba.

Llevaría a sus padres a Ravka al día siguiente, por lo que esa noche fue al Listón para encontrarse con Kaz. No volvería a verlo hasta un par de semanas después cuando volviera a Ketterdam, quería estar con él todo el tiempo que pudiese.

Kaz no estaba en el ático cuando ella llegó. Estuvo sentada junto a la ventana viendo la ciudad hasta que él apareció. Estaba lleno de sangre.

Su camisa blanca estaba manchada de un rojo extramadamente escandaloso, no llevaba su sombrero y su cabello estaba revuelto y caía sobre su frente pegado por el sudor.

—¡Kaz! —Inej se puso de pie de un salto y corrió hasta él preocupada.

—No. Ahora, no. —Kaz levantó una mano para alejarla.

Ella se detuvo herida. En algunas ocasiones olvidaba que no podía tener ese tipo de gestos con él. Trató de no demostrar lo mal que le sentó ese movimiento de su parte pero Kaz se dió cuenta, Inej parpadeaba para alejar las lágrimas.

—¿Qué te pasó? —Su voz salió rota y en un susurro lastimero. —¿Estás herido?

—No. No. Solo… es el trabajo. —Kaz se alejó de ella y fue hasta el espejo para lavarse la sangre que se había secado sobre su cuello y rostro.

—¿Qué hiciste, Kaz?

—Mi trabajo. No preguntes si realmente no quieres saber.

—¿Por qué te portas tan hostil conmigo? Yo solo quiero…

—¡Porque estás aquí! —Inej retrocedió ante el grito de Kaz. —¡Maldición! Estás aquí. Te estás preocupando a pesar de haberte lastimado, no me digas que no lo hice porque vi tu expresión cuando te pedí que no te acercaras.

—Kaz, no puedo evitarlo. No puedo dejar mis sentimientos atrás.

—Ese es precisamente mi problema. Me amas, Inej. En noches cómo estas, cuando llegó aquí después de hacer algo… imperdonable, me siento culpable por lo que te estoy haciendo.

—¡No me haces nada! Yo te elegí, tú me elegiste. No podemos cambiar eso.

—¿Y qué tal si pudiera?

—¿De qué estás hablando?

—No soy bueno para ti. Jamás podré ser un buen hombre, Inej. Te estoy atando a una vida que no mereces. Me amas y ese amor va a destruirte.

»¡Solo mírame! Estoy cubierto de la sangre de un pobre diablo. Lo maté, no me arrepiento de ello. Lo único que me atormenta es la forma en la que me estás mirando ahora. Yo nunca…

—¡Ya cállate, Kaz! ¡Santos! No me importa una mierda nada eso. ¿Crees que mis manos no están llenas de sangre? He hecho tantas cosas mal en mi vida, me arrepiento de ello. Pero no puedo cambiar nada de lo que hice. —Dió un paso hacia él sin vacilación. —Y, especialmente, no me arrepiento de haberte elegido.

—Te arrepentirás.

—No lo creo. Piensas que me conoces mejor de lo que lo hago yo. No es así, Kaz. Si eso llega a pasar, que lo dudo, podrás decirme te lo dije todas las veces que quieras.

—Inej… —Ella se arrojó hacia delante poniendo sus manos en las mejillas de Kaz. Él intentó quitarlas pero se detuvo. —Solo… no quiero estar contigo cuando estoy así.

—Me enamoré de ti con tus manos llenas de sangre, Kaz. Un poco más de ella no cambiará las cosas. ¿A ti te importa que yo las tenga tan rojas como las tuyas, que las manche aún más?

—No.

—Ahí tienes tu respuesta. —Kaz pegó su frente a la de ella respirando con dificultad. Bajó las manos a la cintura de Inej aferrándose a ella. —Te amo. Te amo, Kaz. Nada va a cambiar eso.

—Te amo. También te amo. Te amo más de lo que te imaginas. —Ese día llevaba el cabello suelto, sabía que a Kaz le gustaba de esa forma así que no se hizo la trenza esa noche. Él acomodó los mechones detrás de su oreja —Me gusta tu cabello.

—¿Te sientes mejor?

—Sí. —Suspiró. Kaz estaba tensión pero parecía estar relajándose. Inej no sabía que le incomoda a más en ese punto, lo cerca que estaban o los vestigios de ira que flotaban en el aire  —. No debí explotar contigo. Fue una crisis.

—No te preocupes, mi amor. Ya pasó, todo está bien. —Inej acarició la cabeza de Kaz con suavidad, peinando el cabello fuera de lugar.

Así fue como lo notó, a medida que paseaba su mano por ahí Kaz se relajaba. Por lo general era al revés, pasaba por un estupor de dolor y tensión antes de relajarse por completo. Las cosas estaban cambiando, lo hacían e Inej no era plenamente consciente de ello. No hasta ese momento.

—No te merezco, Inej.

—Consuelate con saber que yo a ti tampoco, Kaz.

Kaz se rió. Ya no estaba tenso, volvía a ser el chico con el que se había encerraba en ese ático los últimos meses.

Se sentaron en la ventana para observar la ciudad. Kaz parecía más relajado que hace unos minutos, seguía húmedo por el agua con el que se había limpiado. Comenzó a desvestirse para alejar el aroma de sangre de ellos.

—¿Está todo preparado para mañana?

—Sí. Nos iremos al atardecer. —Inej dejó caer las manos sobre su regazo retorciendo la tela de su gabardina. —Estoy nerviosa, ansiosa y preocupada. Es la primera vez que seré capitana.

—Lo harás bien. Tienes talento para destacar.

—Pensé que mi talento era hacer todo lo contrario.

—Y destacas en ello. No hay persona que pueda verte o escucharte si tú no lo deseas.

—A excepción de ti. —Kaz se encogió de hombros. —¿Cómo es que lo haces? Siempre logras saber cuando estoy cerca. ¿Qué es lo que me delata?

—Tu respiración. Puedo escucharla. Y si te acercas mucho puedo sentirla. Con el tiempo eso se volvió obvio, luego… no sé, ya no tenía que buscar señales. Solo lo sabía.

—Eres la única persona a la que no podría sorprender aunque quisiera.

—Me sorprendes a diario, lo que no puedes hacer es espiarme.

—Y si yo no puedo, nadie podrá. —Kaz entrelazó sus dedos con los de ella. —Quisiera que vinieras conmigo. —Inej apoyó su cabeza en el hombro de Kaz, sintió la tensión acumulándose allí y cómo fue disminuyendo poco a poco.

La mano de Kaz estaba firme y helada sobre la de ella. No dijo nada, pero su respiración estaba agitada y podía sentirlo en la coronilla de su cabeza.

—No te entretengas mucho en el camino. —La voz de Kaz salió áspera como piedra. Su agarre estaba rígido.

—No lo haré. No te desharas de mí tan fácil.

Inej levantó el rostro. Kaz estaba a escasos centímetros, acarició su mejilla con los nudillos y acercó los labios a los de él. Las respiraciones se mezclaron en una sola cuando se besaron.

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