Los Recuerdos De Inej [Inej G...

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Inej se ha ido a navegar por el Mar Auténtico para cazar esclavistas. No se detendrá hasta que consiga erradi... Daha Fazla

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20 (capítulo final)
Epílogo
Haphephobia

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Inej aceptó un último trabajo antes de volver a casa, antes de volver con Kaz e intentar que la perdonara por lo que había hecho esa última noche en Ketterdam.

Esperaba que fuera un trabajo sencillo y sin complicaciones. Atacar, rescatar y marcharse. Fue una verdadera sorpresa el grupo contingente de Mortificadores que esperaban bajo cubierta.

Dos de sus tripulantes murieron con el movimiento de muñeca de una mujer. Los dos se desplomaron a cada lado suyo. Inej arrojó la daga clavándola en su cuello.

Trató de ir con Specht pero el siguiente Mortificador se concentró en ella. Un minuto estaba de pie en medio del barco y al siguiente había perdido el aire, sus huesos parecían estar rompiéndose y el dolor se extendía por todo cuerpo.

Specht apareció junto a ella, estaba gritando cosas que no podía entender. Ya no podía oír, no podía hablar, estaba por perder la visión también.

—No quiero morir. —Fue todo lo que dijo antes de desmayarse.

***

Inej estaba de pie en el marco de la puerta observando como sus padres arreglaban sus maletas. Llevaban más de lo que habían traído a Ketterdam, en parte era culpa suya: se había vuelto loca comprando regalos para ellos y algunos miembros de su familia.

—Es increíble que vayan a viajar a Fjerda. No sé si eso me gusta.

—Cariño, somos una Troupe. Vamos a dónde se necesita un show.

—Sí, pero ese lugar es muy peligroso.

—Ravka tiene mucho trabajo que hacer para salir de los daños que produjo la guerra. No hay tiempo para ver espectáculos, así que haremos un viaje. Probaremos cosas nuevas.

—Esto es un error. Fjerda…

—Inej. —Su padre se acercó a ella y la llevó hasta la cama para que estuviese sentada. —¿Qué fue lo que pasó en ese lugar?

—Ya te lo dije fuimos a hacer un trabajo ahí.

—Rescataron a una persona, lo entiendo. —Su padre se estrujó el rostro cansado. —Es solo que me gustaría que me hablaras sobre las cosas que haz pasado.

—Papá, he hecho cosas muy malas. No importa cuánto intenté expiar mis pecados, eso no funcionará. No hay un lugar en el paraíso para mí.

—Cuando llegamos aquí —Su madre limpió sus lágrimas y se sentó junto a ella —Lo primero que dijiste fue que hiciste lo necesario para sobrevivir. Entendemos eso, pequeña. Es solo que sentimos que no podremos ayudarte si no nos cuentas toda la historia.

—Lo único que quiero es olvidarme de esas historias, mamá. Lo único que quiero es dejarlo atrás. No quiero hablar de la Reserva, no quiero hablar de las cosas que me hicieron ahí. No quiero hablar de las cosas que tuve que hacer después.

»Lo que tienen que saber es que Kaz me sacó de la Reserva, me enseñó a defenderme y… sí, tuve que hacer muchas cosas horribles después de eso, pero todo era porque debía pagar mi deuda.

—¿Con Kaz?

—A él le debo muchas cosas. Mi  vida, la protección que me dió, todas las veces que cuido de mí. Todas las veces que me rescató. No, mamá. Mi deuda no era con Kaz. Sino con Per Haskell, nuestro antiguo jefe. Kaz lo convenció para que me sacara de La Reserva, lo convenció de darme un lugar seguro. Perro tuve que pagar por ello.

—El arrepentimiento no sirve de nada, Inej. Hiciste lo que tenías que hacer. Sobreviviste, volviste a nosotros. Es lo que importa.

—Y cada día estaremos agradecidos por ello. No importa lo que pasó, importa lo que pasará a partir de ahora.

Inej abrazó a sus padres y lloró hasta quedarse dormida, sentía que tenía cinco años otra vez y estaba aterrada por los cuentos de terror que sus primos compartían al rededor de la fogata. Como cuando discutía por cada vez que le negaron subir a las cuerdas, cada vez que se calló y fue con las persons que más amaban para que la consolaran.

***

Inej abrió los ojos.

Estaba en su camarote. Trató de moverse, de hablar… no podía hacerlo.

—¡No soy un sanador! No puedo hacer esto.

—¡Me importa una mierda! ¡Al menos intenantalo! Mantenla viva hasta que lleguemos a Ketterdam, no estamos lejos.

—Son cuatro días. Es mucho tiempo, podría matarla. No sé qué estoy haciendo.

Inej no sabía quién era el hombre con él que estaba discutiendo Specht, no lo había visto antes. Debía estar a bordo del barco esclavista, debió ser uno de los Mortificadores que los atacaron.

Trataba de mantener su cabeza firme, quería ponerse de pie y enterarse sobre lo que estaba sucediendo. Quería ver a cuántas personas lograron liberar.

No podía hacerlo. No podía moverse.

Su cabeza cayó a su costado, y justo en la puerta estaba Kaz. Estaba de pie, apoyado en el marco con su expresión indiferente.

—¿Kaz? ¡Kaz!

Él no se movió. Estaba paralizado en esa postura, con las manos aferrándose a su bastón con la cabeza de cuervo.

Cuervo. Sus cuervos.

—¿Los alimentaste, Kaz, cuidaste de mis cuervos mientras no estaba?

Specht y el modificador aparecieron en su campo de visión. Su amigo se arrodilló junto a ella y le sonrió con preocupación.

—Estarás bien, no te preocupes.

—¿Kaz?

—Te llevaré con él. Lo haré. Lo prometo. —Se giró hacia el Mortificador y dió una seca cabezada. —Hazlo. Duermela.

***

Inej no tenía ánimos de subir a los tejados, era el camino más seguro después del ataque organizado por los Leones Moneda pero la partida de sus padres la tenía afligida. Entendía que ellos no podían quedarse en Ketterdam para siempre, no eran el tipo de personas que disfrutaran del ocio.

No. Ellos habían prometido ser parte de la Troupe, seguir con su estilo de vida y sus tradiciones, debían volver. Aseguraron el bienestar de Inej porque sabían que era capaz de esta por su cuenta.

Los tres tenían un dolor enorme en su corazón, eso no significaba que no pudiesen verse en otra oportunidad.

—Así que aquí está la pequeña ladrona. No estás muy lejos del Club Cuervo.

—Heleen.

—No creas por un segundo que me he olvidado de tu pequeño chistecito en La Corte de Hielo. —La mujer rubia se acercó a Inej hasta el punto de sentir su respiración. La chica suli no se movió, había pasado mucho tiempo temiendo a Heleen, eso fue antes de ser libre. —Pagarás por lo que hiciste, niña.

—Entonces, adelante. Ven por mí, no me moveré.

—¿Y hacer que Brekker me persiga? No , no soy tan estúpida. —Se relamió los labios con una sonrisa amarga. —Él puede seguir fingiendo que no tiene ninguna debilidad todo lo que quiera, yo sé que su punto débil eres tú. Y si te jodo la vida a ti, se la joderé a él. Me humillaste, así que llegará el momento en el que tengas que ser humillada. Qui pro cuo.

—¿Humillarme? No te parece suficiente todo lo que me hiciste. Me encerraste en la Reserva por un año, dejaste que me Violaran cada noche y… vienes a exigir más. —Inej dió un paso al frente haciendo retroceder a la mujer. —No Heleen. Haz lo que quieras pero no vuelvas a acercarte a mí. Ya hemos tenido suficiente la una de la otra.

—Las malas lenguas dicen que estás por hacer un viaje, te deseo suerte. Uno nunca sabe lo que podrías encontrar en el camino.

***

La siguiente vez que Inej despertó su habitación estaba vacía. Unos segundos después entró Nina con una enorme sonrisa.

—Ya despertaste. Luego dicen que soy floja, no tienes vergüenza.

—¿Nina? ¿Dónde haz estado? ¿Cómo llegaste aquí?

—Nunca me fui tontita. —La chica se sentó junto a su cama con una enorme sonrisa. —Te preparé algo muy especial.

—¿Qué cosa hiciste, Nina?

—Ya lo verás. —Hizo una seña hacia la puerta. Matthias estaba ahí con una bandeja. —Waffles, no hay nada mejor para curar al corazón.

—Matthaias. Matthias. Estás bien, no estás muerto.

—Los fjerdanos no somos tan débiles como ustedes. Estamos hechos de un material más resistente.

—También tienen el ego por las nubes.

—Mira quién lo dice.

Inej sonrió al ver como se daban un beso muy tierno frente a ella. Trató de llevar una de sus manos a su cara, podía sentir el sudor bajando por ella.

—No te muevas, Inej. No lo hagas. Puedes romper aún más tu corazón.

—¿Mi corazón? ¿De qué hablas Nina?

—Matthias y yo lo discutimos. Creímos que sería Kaz quien haría esto, pero terminó siendo un Mortificador cualquiera en un asqueroso barco esclavista.

—No entiendo de qué estás…

—Rompieron tu corazón, Inej. Tal vez sea lo que mereces, después de lo que le hiciste a Kaz. Eso no tiene perdón.

—Nina, yo no quería hacerlo. Me asusté. Nina… —Inej estaba llorando, gritaba el nombre de Nina. —Pensé que tú me entenderías.

—¿Crees que te perdonará lo que hiciste? —La sonrisa de Matthias era retorcida, oscura. —¿Te perdonará que lo hayas abandonado?

El Mortificador entró corriendo al camarote, después de un movimiento complicado con sus manos Inej volvió a dormir.

Volvió para soñar con Kaz.

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