Capítulo VII
"¿De verdad había pensado que el mundo no cambiaba? Era una estúpida. El mundo estaba hecho de milagros, terremotos inesperados, tormentas que salían de la nada y podían remodelar un continente. El chico junto a ella. El futuro ante ella. Todo era posible."
Inej Ghafa, Reino Unido de Ladrones
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¿Las personas podían explotar de felicidad? Inej comenzaba a pensar que sí.
Tenía a sus padres de vuelta, tenía a casi todos sus amigos juntos... Extrañaba mucho a Nina y Matthias pero Kaz estaba ahí. Desde los acontecimientos en el puerto se habían reunido como solían hacerlo, trabajando juntos de nuevo.
De una u otra forma siempre acababan en la oficina de Kaz o en su ático hablando de cosas que no tenían relación con lo que debían estar haciendo. La tensión entre ellos había desaparecido una vez más, ahora era diferente.
Kaz solía sentarse junto a ella en el sofá, siempre cerca e incluso algunas veces apoyando su peso ligeramente con el suyo.
Lo bueno estaba en que habían logrado el arte de tomarse de las manos, era un acto involuntario que pasaba en medio de una conversación sin pretexto alguno.
Inej estaba contenta de ver los progresos de Kaz, de ver cómo estaba esforzándose por dejar atrás su armadura. Kaz ya no quería estar lejos de Inej, había estado cerca de perderla una y otra vez en los últimos meses, eso ponía las cosas en perspectiva. No quiere decir que sea igual con el resto del mundo.
Sus padres se reunieron con Kaz tres veces después de su llegada, todas por petición de ellos para invitarlo a comer como agradecimiento. No sabían que más hacer por el chico que había protegido a su pequeña Inej todo ese tiempo. Cuando ellos insistían en su presencia era que los invitados en la mansión Van Eck podían ver al muchacho.
Kaz había estado trabajando en la renovación del Club Cuervo, del Listón y... Su pequeño imperio. Todos lo entendían, sabían cómo era Kaz. Lo único en lo que pensaba era estar en la cima, y ellos no interferían en sus planes.
Los padres de Inej no lo entendían aún. Así que seguían insistiendo y Kaz cedía ante ellos.
Una noche en la que todos se encontraban en el comedor Van Eck disfrutando de la cena y la conversación, Inej pudo ver cómo Kaz se sentía incómodo, en el mejor de los casos, hacia un esfuerzo por mantener la conversación y no salir huyendo cada vez que le daban las gracias y mencionaban el gran hombre que era. Solía corregir a las personas cuando decían esas cosas, se aterraba él mismo con la idea de ser un buen hombre. Pero no podía evitar querer que los padres de Inej pensaran lo contrario.
—Cuando era pequeña no dejaba de escaparse para subir a las cuerdas, hasta que un día la pillamos. Estábamos todos boquiabiertos por la facilidad con la que caminaba por ella. —Su padre bebió de su vaso ahogando su risa. —En ese momento solo quería subirme a la cuerda, ir por ella y encerrarla en el carromato hasta que tuviese edad suficiente para casarse. Solo me quedé tranquilo al darme cuenta que mi pequeña había nacido para caminar por esa cuerda.
—Fue increíble verla, no tenía más de 10 años. Todo un prodigio. Nuestra pequeña parecía estar destinada a hacer cosas imposibles. —Su madre acarició la mejilla de Inej con la ojos llenos de lágrimas.
—Este grupo se caracteriza por eso, señora. —Jesper señaló a Kaz, estaba al fondo de la mesa en silencio observando la escena que se desarrollaba frente él. —Kaz tiene un don para rodearse de personas excepcionales.
—Excepto por ti, Jesper.
—Sé que me amas, Kaz. Deja de fingir lo contrario, Wylan no se enojara si declaras tu amor por mí. Hace que las cosas se mantenga interesantes.
Todos rieron menos Kaz, él solo rodó los ojos y se llevó otro bocado de comida a boca. Inej estaba muy pendiente de él, Kaz no era el tipo de hombre que se sentaba a comer con tranquilidad, probablemente en ese momento ya quería salir corriendo e ir a hacer cualquier otra cosa.
—Antes mencionó que no dejaría salir a Inej hasta que tuviese edad para casarse. —Wylan impidió que Jesper tomara otra copa y siguió dirigiéndose al papá de su amiga. —¿A qué edad se casan las chicas suli?
—Nuestra tradición indica que deben estar casadas a los 18 como máximo. Nosotros nos casamos cuando teníamos 15 años. Claro que es un proceso largo, debemos asegurarnos de escoger al hombre adecuado y todo eso.
—¡Óyeme, Inej! Estás a punto de convertirte en una solterona.
—Jesper. —Kaz parecía enojado, quería irse y no parecía contento con el rumbo que había tomado la conversación.
—Inej ha demostrado ser capaz de tomar sus propias decisiones, toda una guerrera. —Su padre asintió hacia ella orgulloso. —Después de todo lo que ha pasado ni se nos pasaría por la cabeza sugerirle tal cosa. Ahora que está lejos de nuestras tradiciones puede escoger con quién casarse, y cuando hacerlo. Siempre y cuando nos invite a la ceremonia, por supuesto.
—O puede no casarse en absoluto —Dijo su madre. —¡Haz lo que quieras, querida! Te lo ganaste. Aunque si quieres desposarte, Injen sigue soltero.
—Mamá, por favor.
—¿Quién es Injen? —Preguntó Jesper con una sonrisa pícara dirigida a Kaz.
—Es parte de nuestra Troupe. Él y Inej eran muy unidos cuando niños, creíamos que serían una pareja perfecta por eso se barajeo la posiblidad de que se casarán cuando fueran más grandes.
—¡Estás comprometida y no nos habías dicho! —El bocado de comida de Kaz vaciló antes de entrar en su boca, Inej y él se observaron durante varios segundos escuchando las risas de Jesper.
—Inej ya no está sujeta a nuestras costumbres, no a menos que quiera volver. Así que ese trato ya no tiene validez.
—¿Qué hace este Injen? —Preguntó Kaz sorprendiendo a los cuervos, ninguno esperaba que participara en la conversación más que para reprender a Jesper. —¿Cuál es su acto?
—Trabaja con cuchillos, hace malabares y esas cosas. Tiene una puntería impresionante.
—Parece que tienes un fetiche con la cuchillos, espectro. —Dijo Wylan haciendo reír a Jesper.
Kaz estaba silencioso y más serio de lo normal, al parecer era posible que su seriedad se incrementara. Inej trató de seguir el hilo de la conversación ignorando las miradas de Kaz. En todo ese tiempo ni siquiera había recordado a Injen.
De niños era muy bueno con los cuchillos, eso podía recordarlo. Ella misma había estado parada frente a una tabla mientras él se los arrojaba sin apenas dañarla. Inej le daría un cuchillo sin pensarlo dos veces; por otro lado, no se atrevía a darle un cuchillo a Kaz, este había demostrado una habilidad impresionante para rebanar a las personas con la armas más inofensivas.
—Dale un cuchillos a Injen y tendrás un espectáculo. —Dijo Jesper a Inej más tarde esa noche cuando se reía de la incomodidad de su amiga durante la cena. —Dale uno a Kaz y probablemente alguien pierda la cabeza.
—¿Qué crees que piense Kaz sobre ese prometido tuyo?
—¡Ya les dije que no estoy prometida! Y Kaz no tiene porqué decir nada, Wylan.
—Oh, pero seguro tendrá algo que decir. Todos vimos su mirada en la cena, te aseguro que si este chico Injen hubiese estado por aquí ya estaríamos sacando sus pedazos del comedor.
—Ya les dije que Kaz y yo no tenemos ese tipo de relación. Ustedes solo imaginan cosas donde no las hay.
—Y yo te dije —Jesper subió los pies a la mesa de centro y puso su cabeza sobre el hombro de Wylan—que no te creemos eso de que no ha pasado nada entre ustedes. Sea lo que sea que esté sucediendo explotará en cualquier momento.
—No tendré está conversación con ustedes, tengo que irme. Tengo trabajo que hacer.
—¡Saluda a Kaz cuando lo veas! Y recuérdale eso de que ya no estás prometida, tal vez se enoje menos.
***
Inej caminó por los tejados del Barril con cierto nerviosismo en el cuerpo. No había hablado con Kaz desde la cena, él solo se había despedido de sus padres antes de salir huyendo de la casa de Wylan.
Esa noche se reunirían para hablar de un posible blanco al que Inej había estado vigilando. Por más que se esforzará en hacer creer a Wylan y Jesper que nada sucedía entre ellos, no era más que una mentira absurda. Todos lo sabían, pero no estaba lista para compartir su nueva relación con Kaz al resto de los chicos.
—El tipo es un solitario —Inej entró por la ventana y se paró frente a Kaz sin muchas parsimonia, él no le dirigió la mirada ni una sola vez. —sin embargo, se reúne con su hermana una vez a la semana para tomar el té. No se queda más de una hora o dos, pero podría ser un buen cebo.
—Ya pensé en ello. —Su voz salió cortante.
—¿Entonces, que haremos ahora?
—No haremos nada. Tú puedes irte, si quieres.
—¿Qué pasa contigo hoy, Kaz? —Inej clavó la punta de uno de sus cuchillos en el escritorio sin pensarlo dos veces, necesitaba llamar su atención y arruinar su escritorio era una buena forma de hacerlo. —¿Por qué estás enojado conmigo?
—No estoy enojado.
—Ve a otro con ese cuento. ¿Qué pasa contigo? No volveré a preguntarlo. —Kaz no dijo nada. La desafiaba con la mirada, la chica somplemte negó con la cabeza y caminó hacia la ventana.
—¿Cuándo ibas a decirme? —Inej se detuvo pero no dijo nada, observó a Kaz por el cristal. Estaba enojado, se había puesto de pie, tenía las manos apoyadas en el escritorio y los mechones de su cabello caían por su frente. —¿Cuándo ibas a decirme que te habían prometido?
—No era importante.
—Es algo importante. Mucho, de hecho.
—Kaz. —Inej se dió la vuelta y fue hasta él, el espacio se redujo entre ellos tan abruptamente, solo separados por el escritorio. Kaz no pudo evitar retroceder un paso. —¡En estos años ni siquiera había pensado en ello! No era importante para mí, no recordaba a Injen o la absurda idea que tenían mis padres para que nos casaramos. No recordé al tipo hasta que mi madre lo mencionó.
—Es una tradición estúpida.
—¿Eso es todo lo que dirás?
—¿Qué quieres que te diga?
—Dime porque estás enojado. Dímelo. Solo dímelo.
—Sabes por qué estoy enojado. —Inej rodeó el escritorio y se puso de pie frente a Kaz, el espacio era mínimo casi podía sentir su respiración agitándose pero no iba a retroceder. Estaba cansada de ese absurdo juego que estaban jugando desde aquel día en el puerto.
—Di por qué estás enojado.
—¿Por qué debo decirlo? No vamos a ganar nada con eso.
—¡Vamos a dejar de jugar, Brekker! Ya no jugaremos al gato y al ratón.
—¿Y tú eres el gato o el ratón? Prefiero ser el gato si no te importa.
—Creo que sabes la respuesta a eso. —Kaz soltó una carcajada seca y dió un paso más cerca de Inej. Podía estar aterrado por el acercamiento pero no iba a perder la oportunidad de ceder en ese juego de poder. —¡Dilo!
—Maldita sea. Esta bien. ¡Estoy celoso, con un demonio! ¿Estás feliz? Me puse celoso de la versión de un maldito prepuberto que tiene más posibilidades de tenerte que yo. —Inej apretó los labios sin poder evitar esconder su sonrisa. Kaz estaba enojado por ello, y su furia se desató cuando ella soltó una carcajada. —Ahora te ríes de mí. No estás mejorando mi ánimo, Inej.
La chica acercó su mano a la de Kaz, fue tortuosamente lento. Él tenía las manos sin guantes, había tomado la costumbre de quitárselos cuando se reunían, y sus manos estaban hechas puños. Inej deslizó un dedo por la superficie de su mano sintiendo como apretaba sus dedos con fuerza, unos segundos después al soltar un suspiro relajo la presión.
Inej enredó sus dedos con los de Kaz, este presionó su palma con fuerza. Ya no parecía enojado solo fastidiado, Inej seguía sonriendo y eso lo estaba sacando de sus casillas.
—Tú ya me tienes, Kaz. ¿No te has dado cuenta? —Kaz desvío la mirada de la pared hacia ella, Inej sonrió. Había logrado sorprenderlo, fácilmente podría perder en la oscuridad de sus ojos—. Jamás pensé que podías llegar a sentir celos.
—Tú haces que desbloquee todo tipo de sentimientos. —Inej soltó un suspiro sin poder dejar de sonreír. —Te odio por eso.