Killer Queen | John Deacon

By alexanderpleaase

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Quinn Rouge es todo lo opuesto a John Deacon. ¿Será ese el motivo de su frenética e inmediata atracción?. Si... More

Introducción
1 | Quinn D. Rouge
2 | John R. Deacon
3 | Primer vistazo
4 | Fiesta de cumpleaños
5 | Misterio exótico
6 | Roxy's Cars Club
7 | ¿Qué pasa por tu mente?
8 | No escuches lo que papá dice
9 | Falsa Coraza.
10 | Amigos sexuales
11 | Toda la noche, todos los días
12 | Buena suerte con eso
13 | Reglas, reglas, reglas
14 |¿Mejor decisión?
15 | Demasiado ebria
16 | Un poco de lluvia debe caer.
17 | Mala idea
18 | Es la ley de la vida
19 | Dos puntos de vista
20 | Cosquillas.
21 | Manchester.
23 | Historias de vida
24 | Leicester
25 | Viernes
26 | No tuve opción
27 | Mucho que aprender de tí.
28 | Final

22 | Casi mágico

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By alexanderpleaase


John divisó a Quinn entrar por las puertas del restaurant en el que habían quedado, y también notó cómo traía consigo cientos de bolsas en cada mano.

Pasó con dificultad entre las mesas, pero aún sosteniendo esa gracia al andar. La gente volteaba a verla, algunos por asombro, otros con envidia, otros con mala cara.

- Pero si es mi princesa. - sonrió John al verla. Quinn besó rápidamente sus labios y se sentó frente a él.

- No me llames así. - lo cortó dejando sus bolsas a los lados, John rió ante tal común reacción en la rubia. - ¿Cómo ha ido todo?

- Excelente, quiero creer que me han tocado buenos colegas y que no intentan aparentar para dejar contento al jefe. - Rió.

- Estoy segura de que no, con esa sonrisita inocente compras a cualquiera. - la rubia le sonrió y John mordió su labio inferior.

- Veo que no has perdido el tiempo.

- En efecto, tengo ventaja por conocer la ciudad. Así que me he gastado unas buenas libras en toda ésta ropa y accesorios, además... Solo se tiene 21 una vez. - se encogió de hombros y John soltó una carcajada.

- Eres tremenda, Quinnie.

- No te quejes mucho, he comprado algo para ti. - le tendió una de las bolsas. John alzó ambas cejas sorprendido. - ¿Has pedido la orden ya?

- Si, pedí dos menú con pastas. Sé que es tu favorito... ¿Ésto es para mí?

- Claro. Ábrelo. - sonrió de lado.

John no sabía qué pensar. ¿A caso le estaba haciendo una broma pesada? De seguro sería alguna tontería. ¿Quinn haciéndole un regalo?.

Abrió la bolsa y sacó lo que esta contenía. Al verlo, quedó sorprendido. Era un cassette de The Rolling Stones, Some Girls. Luego volteó a ver a Quinn.

- Se que dijiste que querías conocerme más a fondo. - comenzó a explicar la rubia, y John pudo notar cómo se ruborizaba. - The Rolling Stones es una de mis bandas favoritas. Y ese es mi álbum favorito... Pensé que sería una linda manera de... Empezar ésto y me conozcas más, supongo.

John sin decir mas se paró enseguida y tomó a Quinn por el rostro, aún sentada, para comenzar a darle seguidos besos en los labios.

- ¡John ya para! Estamos en público. - rió avergonzada.

- ¡No me interesa! Voy a escuchar éste cassette una y otra vez... Qué hermoso detalle Quinnie, gracias hermosa. - sonrió y le dió un último beso para después volver a su asiento.

- Espero que no lo tengas, porque habría sido un regalo en vano.

- De hecho éste no... Conozco algunos temas, pero otros no los escuché jamás.

Indicó mirando la parte interna de la pequeña cajita dónde aparecía la lista de canciones.

Charlaron un poco más y almorzaron entre risas. Un buen viaje comenzaba, y a la vista de las personas, aunque aún no tuvieran ninguna relación, parecían una feliz pareja disfrutando de unas lindas vacaciones.

Luego de almorzar, dedicaron la tarde a visitar la ciudad. Mientras caminaban, admirando distintos locales del lugar John se acercó a Quinn para susurrarle en el oído.

- ¿Conoces la librería John Rylands?

- La conozco por fuera, pero nunca he ido...

- Bueno, no se si seas muy amante de la lectura, pero el lugar es increíble.

Quinn sonrió y asintió con la cabeza. La verdad era que no solía leer mucho porque prefería otros pasatiempos, pero estaba segura de que aquel lugar era enorme por dentro porque ya lo había visto por fuera.

El resto de la tarde se dedicaron a visitar dos destinos destacados en Manchester, aquella librería que propuso John, dónde quedaron asombrados por la belleza del lugar y éste no evitó llevarse un libro de recuerdo, y por último fueron a la galería de arte, propuesto por Quinn.

En ésta estuvieron un largo rato, admirando la belleza de cada cuadro, imaginándose escenarios que tuvo que pasar el autor para llegar a esa obra, y hasta votaron personalmente cuál les había gustado más. Y no solo habían cuadros en él, sino antiguas esculturas y jarrones de cerámica que escondían una interesante historia.

Al finalizar el día, llegaron a su habitación de hotel eso de las ocho de la noche, exhaustos y aún cargando con las cientos de bolsas que tenía Quinn de la mañana, sumadas a las de la tarde en el recorrido cultural de la ciudad.

- Pido el baño primero. - Exclamó Quinn quitándose los zapatos mientras John acomodaba las bolsas en la pequeña mesa de entrada de la habitación.

- Ve tranquila, yo llamaré a Roger para ver cómo va todo allá. - le sonrió.

Quinn desaparició en el baño junto a una muda de ropa limpia, y John se dedicó a llamar a su amigo.

Por suerte todo había estado bien, él cuidaría su casa por éstos días y rogaba porque Félix no rompa nada, pero el rubio insistía en que su pequeño no haría tal cosa jamás, además de que Dominique lo mataría al niño y a él juntos.

Luego de unos veinte minutos, Quinn volvió bañada y cambiada a la sala, cepillando su rubio cabello húmedo.

- ¿Todo en orden?

- Si, Roger me ha dicho que todo va genial. Solo le pedí que nada de fiestas en casa. - bromeó el castaño riendo.

- Tarea difícil. - bromeó Quinn y se unieron en risas. - El baño es todo tuyo.

- Gracias bonita. No me tardo.

John desapareció en el baño, y una vez que Quinn estuvo lista ordenó un poco las compras que habían hecho en la tarde.

Una vez finalizó, divisó un equipo de música en un pequeño mueble que también contenía un televisor. Sonrió amplio y supuso que sería buena idea reproducir el cassette que le había regalado a John.

El primer tema del lado uno, Miss You comenzó a sonar por toda la habitación y en minutos John salió del baño, con sus rizos húmedos y cubriendo la parte de abajo de su cuerpo con solo una toalla blanca.

- Te me adelantaste. - sonrió de lado.

Quinn quedó sin palabras al ver aquella imagen que tanto le gustaba de aquél muchacho.

- ¿Planeas matarme de un infarto? - bromeó, John soltó una risita.

- No, no... Sólo venía por mi ropa.

Le guiñó un ojo, tomó una muda de ropa de su maleta y volvió al baño. Quinn se quedó pensativa, sabía que si le insinuaba algo llegarían tarde para la cena en el restaurante del hotel y obtendrían la peor parte de la cena : sobras y comida ya recalentada.

Pero aquella situación era tan tentadora, corrió al baño y abrió la puerta lentamente. Se encontró con John deslizándose en sus jeans, aún sin camiseta.

- ¿Qué ocurre? - preguntó algo sorprendido al verla entrar así al baño.

Quinn sonrió de lado y se acercó a él lentamente. Lo tomó del cuello y John sonrió de lado al entender la situación.

- Llegaremos tarde para la cena. - le recordó intentando mantener su postura firme.

- No me importa, será rápido. - comentó con voz juguetona.

John no tardó mucho más en capturar los labios de la rubia en un apasionado beso.

- Cierto, tengo que terminar lo que empezamos esta mañana. - Murmuró con una ronca voz en el beso.

Rápidamente Quinn comenzó a desabotonar los jeans del muchacho para que se los quite, y éste rió ante su apuro.

Ambos comenzaron a desvestirse con desesperación, y una vez en ropa interior John alzó a Quinn en sus brazos y la dirigió a la cama de la habitación saliendo del baño.

La recostó suavemente y comenzó a besar la piel de su cuello, bajando suavemente hasta el monte de sus senos, donde paró para quitar su brasier y admirar sus pechos como la primera vez que los había visto. Nunca se cansaba de descubrir el cuerpo de aquella mujer que lo volvía loco, siempre era como la primera vez. Se llevó uno a su boca, saboreándolo con su lengua, y masajeó el otro con su mano en círculos estimulando a Quinn.

Ésta ya comenzaba a soltar algún que otro gemido de placer ante el tacto de John, sus manos tibias en su cuerpo la encendía como loca, y sus manos viajaban por toda su espalda hasta sus glúteos, grabando en su memoria cada rincón de su piel. Con la otra mano acariciaba su cabello, extasiada de placer.

John se separó un poco para mirarla fijo, y comenzó a bajar sus bragas lentamente.

- Hazme tuya. - susurró Quinn. John sonrió de lado.

Volvió a subir sus bragas dejándolas cómo estaban, y Quinn frunció el ceño.

- Quitalas, quítame todo. - Suplicó en una voz agitada.

John estaba jugando con ella, y eso la prendía cada vez más. Se alejó un poco más para sentarse enfrente, y tomó sus caderas alzándolas un poco hacia sí. Quinn soltó un gemido y John la sentó encima suyo.

- Por... Favor... - gimió en su oído, comenzando a frotar su miembro con su feminidad. John soltó un ronco jadeó y la tomó suavemente del cabello para mirarla fijamente.

Corrió un poco su braga, notando lo húmeda que Quinn estaba, y sin aguantar mucho más entró en ella lentamente. Quinn comenzó a moverse encima de él, queriendo más, pero John negó con la cabeza lentamente.

- Shhh... Tranquila, tenemos tiempo... - Susurró en sus labios. Quinn asintió con la cabeza y se movió más lentamente, a su ritmo.

John la penetraba lentamente, mientras se miraban fijo entre jadeos casi inaudibles, y cuerpos comenzando a sudar por el placer y la temperatura que subía cada vez más. A simple vista, ambos estaban haciendo el amor, y la conexión que había entre ellos era de otro universo. Por más que Quinn intenté negar a toda costa que ellos no eran nada, aquella conexión no la tendrías con cualquiera... Era casi mágico.

Cuando los movimientos de la rubia comenzaron a aumentar, John sentía que se iba a venir, así que cambio rápidamente de posición recostandola en la cama, se arrodilló frente ella y levantó sus caderas para tener total control de los movimientos. Quitó completamente sus bragas y la penetró nuevamente, empezó lento y continuó con movimientos que iban ganando velocidad y ritmo con cada embestida, y notó cómo poco a poco el placer iba aumentando en ambos, por las expresiones de Quinn y las de él también.

Ahora los ojos de la rubia estaban cerrados, para disfrutar totalmente de cada sensación. Y en cuestión de minutos, ambos llegaron al orgasmo, para luego desplomarse en la cama en respiraciones agitadas, con la vista perdida en el techo.

- Eso fue... Increíble. - confesó John recuperando el aliento, y se incorporó un poco para mirar a Quinn.

Quinn lo miró, sin poder creerlo, y asintió con la cabeza.

- Lo fué. - Coincidió y sonrió amplio, para incorporarse y besarlo lentamente.

- Quinn...yo... - John la interrumpió.

- ¿Qué? - se separó para mirarlo, mientras corría un rubio mechón de su rostro. John suspiró tratando de decir lo que sentía, rogando porque Quinn no se enoje.

- Yo... Te quiero. Y quiero conocerte Quinn, quiero conocer tu vida, tu pasado, tu historia... Todo lo que te hace ser quien eres hoy. - confesó finalmente mirándola avergonzado. - Se que tú lo harás a tu tiempo, pero es algo que yo debo saber. Necesito saber qué temas puedo tocar y cuáles no, necesito saber que te gusta y que te lastima...

Quinn se volteó y se paró de la cama.

- Quinn... Por favor, no te enfades.

- No me enfado.

- ¿Puedes escucharme, por favor? Acabamos de tener un momento muy lindo e íntimo... Eso no me ocurre con cualquiera, y estoy seguro de que a ti tampoco... Yo quiero conocerte Quinn, por favor.

Quinn suspiró mientras se ponía su ropa interior, y pensó. Él tenía razón, si quería hacer las cosas bien debía contarle su verdadera historia.

- Bien, te contaré en la cena. Vamos.

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