DELÍRIUM

By JorgeMoonRodriguez

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Pepe y sus amigos, viven en la indigencia, limpiando los vidrios de los automóviles e intentando sobrevivir... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capítulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capítulo 28
Capitulo 29
Capítulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
FINAL

Capítulo 39

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By JorgeMoonRodriguez

El toro y sus compañeros entraron a la celda del Chucky, quien como era de suponerse, se asustó.

-Fijense que nadie nos vea.- Dijo el toro a los chicos que le acompañaban, y estos se pararon uno en cada esquina para avisar si un policía estaba cerca.

-¿Qui.. Quiénes... Son ustedes?.- Preguntó con temor el hombre.

-Tranquilo Chucky, venimos a darte la bienvenida. Nosotros solamente queremos ser tus amigos, además, te tenemos un pequeño regalo de parte de alguien que está haya afuera.

El toro se sentó en la cama junto al Chucky y le puso el brazo en el hombro.

-¿Ah si? ¿Y quien?.

-Pues una abuela llamada Evangelina. Nos mando a darte un regalito, dice que hay le saludes a su esposo.- Con mano rápida, el toro le clavó una navaja en el estómago al Chucky.

-Aghh... No...- El hombre comenzó a vomitar sangre, mientras el toro lo apuñalaba una y otra vez.

La vida del Chucky se apagó mientras caía en la cama, con los ojos bien abiertos y aun vomitando sangre.

-Aquí no ha pasado nada, vámonos chicos.- El toro limpió su navaja y el junto a sus amigos, huyeron del lugar.

El Chucky había tenido su final, y de alguna manera había pagado el ser cómplice de una malvada mujer.
Quedó ahí tendido sin vida y traicionado por quien creyó que lo amaba, su doña.

Mientras tanto...

Doña Evangelina llegaba a su mansión, lista para iniciar su viaje y su nueva vida lejos de ahí.

Al llegar a su casa, vio que le habían entregado el automóvil que había pedido.

-¡Que maravilla! Trajeron el auto en el que Pepito se va a ir al infierno. Estoy seguro que este maldito lo va a usar y boom, se va hacer mierda.- Sonrió la mujer.- Que bueno que ordené que le cortaran los frenos.

La mujer dio un ultimo vistazo y entró a su casa.
Ya había hecho su maleta y estaba lista para irse, ya no le importaba nada, y ahora que tenía en su poder la fortuna de Pepe, ya no tenia nada a que quedarse. Así que terminó de empacar, revisó su pasaporte, sus tarjetas y el efectivo.

-Listo, ya tengo todo. Ahora si, pueden irse todos al infierno, malditos desgraciados. Me salí con la mía y nadie pudo detenerme.

De pronto, la puerta de la mansión sonó.
Alguien había llegado, y estaba desesperado porque le abrieran.

-¿Quien demonios viene a fastidiar?.- Cuestionó la viuda, así que bajó a toda prisa con sus maletas y abrió la puerta.
Se encontró con un hombre bien vestido.- ¿Que desea?.

-Buenas tardes ¿Usted es doña Evangelina viuda de Saavedra y Marquéz?.- Preguntó el hombre.

-¿Para que me quiere?.

-Traigo una orden de aprensión en su contra por múltiples homicidios, robo, extorsión, manipulación de la ley, chantaje, secuestro y otros delitos. Así que haga el favor de acompañarme por favor.- Ordenó el hombre.

-Esto es un error ¡¿Como se atreve a acusarme, a mi?! Soy una mujer respetable y de sociedad, jamás haría algo así. - Se excusó la mujer.

-Eso tendrá que demostrarlo ante un juez, por el momento, me han enviado a mi para llevarla a la justicia. Si usted es inocente, no veo porque resistirse a acompañarme.

-¿Y solamente lo enviaron a usted?.- Preguntó la mujer.

-Si, he decidido ser yo quien la lleve en la patrulla, así que por favor, acompañeme.

-Está bien, pero antes, necesito ir a la alberca para decirle a mi jardinero que riegue mis gladiolas y mis rosas. Porque quizás voy a pasar una larga temporada en prisión, y me da miedo que mis flores se marchiten. - Doña Evangelina fingía llorar.

-Cómo no quiero problemas, voy a acompañarla.- Dijo el hombre.

-Gracias, es usted muy amable, venga por aquí.- La mujer y el oficial avanzaron hasta cerca de la alberca.- Pero que descuidado es mi jardinero, dejó conectada la podadora a la corriente eléctrica, voy a desenchufarla.

La mujer camino unos pasos y se torció el pie cayendo casi de rodilla al suelo.

-¡Ay Dios mio! Mi tobillo, mi tobillo, creo que me lo torcí.- Se quejó la viuda y el oficial se apresuró a socorrerla.

-Venga, le voy a ayudar a levantarse. - El hombre tomó a la mujer para levantarla, pero doña Evangelina en un movimiento rápido, empujó al oficial a la alberca.

-¡Maldito idiota, muerete!. - Gritó la viuda mientras lanzaba la podadora a la alberca, provocando que el hombre comenzara a electrocutarse.
El oficial no pudo salirse de la alberca debido a la gran descarga eléctrica que recibió.- Maldito cretino, nadie me va a llevar a la cárcel, eso te lo juro.- El cadáver del hombre flotaba en el agua, mientras la viuda lo contemplaba.
- Bueno, después de este inconveniente, ahora si es tiempo de irme.- La mujer volvió a la mansión dejando el cuerpo del hombre que iba a apresarla.

La mujer decidió que era mucho riesgo viajar en una ruta comercial, así que fue a su habitación a hacer una llamada.
La mujer entró corriendo y tomó el teléfono.

-Buenas tardes compadre.

-¿Evangelina? ¿Eres tú? Cuanto tiempo sin saber de ti, pero dime ¿Que puedo hacer por ti?.

-Ay compadre, te hablo en calidad de urgencia. Lo que pasa es que tengo a una prima en Francia, y está muy enferma y al parecer casi agoniza. Necesito tu avión privado para ir a verla lo más pronto posible, por favor. Me urge despedirme de ella, no te te imaginas lo mucho que yo la quería... Y me sentiría terrible si no voy. Ya tengo listo todo, para irme al momento.

-Claro que si comadre, cuenta con ello. Y no te preocupes, en estos momentos difíciles para ti, cuenta conmigo. Ven a mi casa en lo que preparamos el avión, para cuando llegues, ya todo va a estar listo para que te vayas.

-Ay compadre, no tengo cómo agradecerte.

-No es nada comadre, para eso estamos. Bueno, aquí te espero.

-Si, gracias y adiós.

La viuda colgó y sonrió, nada ni nadie la podía detener.
Así que salió rápido de su habitación y bajó las escaleras para irse de una vez por todas.

La mujer estaba saliendo de su casa para no volver jamás, pero al pasar por el comedor...

-¿A dónde va?.

Doña Evangelina miró hacía la mesa y vio a su sobrino y a Pepe sentados ahí.
La mujer se sorprendió bastante al verlos, pues creía que sin estaban de luna de miel.

-Ay hijos... ¿A que hora llegaron? ¿Que pasó?.- Preguntó la mujer fingiendo preocupación.

-Es que me enteré que en mi casa había una serpiente ponzoña, y decidí venir a sacarla.- Dijo Pepe.

-Ay hijo, eso no lo sabía. Pero deberías contratar a un exterminador para que la saquen.

-No hace falta, yo mismo la sacaré. Por cierto ¿A dónde va?.- Siguió cuestionando Pepe, mientras Brandon guardaba silencio y veía a su tía con coraje.

-Ay pues... Es que... Es que voy con mi amiga Rebequita, nos vamos de viaje unos días. Bueno, ya no les quito más el tiempo porque se me hace tarde, que vivan muy felices mis vidas, nos vemos en unos días.

-¿De quién es el cuerpo que está flotando en la piscina?. - Preguntó Brandon.

-¡Ay Dios mio! ¿Hay un cuerpo allá abajo? Pero valgame Dios. No puedo creer que nos hayan venido a dejar eso de mal gusto. Voy a hablarle a la policía para que vengan por el. Pero lo haré desde casa de mi amiga, ahora con mayor razón tengo que irme, no sea que alguien me quiera matar.-Doña Evangelina iba a huir, pero Pepe la detuvo tomándole la maleta.- Ay hijo, gracias por querer ayudarme con mi maleta, pero yo puedo sola, eres muy amable. Los amo tan divinos, nos vemos en unos meses.- La mujer se iba de nuevo, pero Pepe la tomó del brazo y la empujó hacía dentro. - ¡Bruto ¿Por qué me tratas así?.

-Pepe ya lo sabe todo tía, deja de fingir.- Añadió Brandon.

-¿Pero que es todo? Yo no sé nada... Brandon, yo sé que estás molesto por lo de tu herencia, pero no es para que inventes estás cosas.- Se excusó la mujer.

-Deje de fingir señora, yo escuché todo lo que hablaban por teléfono, lo sé todo.- Recalcó Pepe.

El semblante de doña Evangelina cambió de preocupación a tranquilidad.

-Ay bueno, que lastima que lo supieras todo. Desafortunadamente para ti, ya es demasiado tarde mugroso muerto de hambre.- Soltó la mujer.

-Eso, quitese la careta, vieja hipócrita.

-¡Eso estoy haciendo, maldito imbécil!. - Exclamó la mujer.- No sabes cuantas ganas tenía de decirte en tu sucia cara, lo mucho que te odio, maldito marginal.

-Es usted un ser muy podrido, y por eso, se va a ir a la cárcel.

-Eso es lo que tu creés, pobre rata asquerosa y miserable. Pero ten por seguro que yo nunca, pero nunca, voy a pisar una cárcel. - Aseguró la viuda.

-¡¿Donde está mi hermana?!.- Cuestionó Brandon.

-Ay mi sobrina, bueno, ella está en el muelle, espero que aun viva o no lo sé. Deberías darte prisa y echar un vistazo.- Sonrió la mujer.

-Te juro que si algo le pasó, yo mismo te mataré aunque me manden a prisión.- Amenazó Brandon.

-Uy, que miedo tengo, mira cómo me estremezco. - Se burló la viuda.

-Ten cuidado Brandon, puede ser una trampa de esta bruja.- Advirtió Pepe.

-Ya no le tengo miedo a nada, ni a ella.- Brandon dio media vuelta para ir a buscar a su hermana.

-Antes de que te vayas, me gustaría decirte algo.- Soltó doña Evangelina.

-Ya no hay nada que me interese saber.

-Es sobre tus padres.- Brandon se detuvo al oír eso.- ¿Quieres saber que les pasó?. - Cuestionó la viuda.

-¿Los asesinaste?.- Preguntó Brandon.- Para que te pregunto, es obvio que tu fuiste la responsable ¡Maldito monstruo!. - Exclamó el chico al borde de las lágrimas.

-Pues si, fui yo, no lo voy a negar. Tu padre me debía dinero y no me lo quería pagar. Luego, me enteré que se iba de viaje con tu mamá, y eso me enfureció. Así que le corté los frenos a su auto, y yo si los envié de viaje; al infierno. Después descubrí que estaban quebrados y que ahora, también tenía que hacerme cargo de ustedes dos, que pesadilla.

-Me das asco... Me repugnas... ¡Deseo con todas mis fuerzas, que te pudras en la cárcel, maldita bruja!.- Brandon le dedicó una última mirada de odio a su tía y salió corriendo a buscar a su hermana.

Ahora doña Evangelina y Pepe estaban sólos y frente a frente.

-¿Sabes que es lo gracioso?.- Preguntó la viuda a Pepe.

-No le veo la gracia a nada de esto.- Replicó el moreno.

-Pues yo si, porque resulta que la hermana de mi sobrino, ya está tiesa, se murió.- Rió la mujer.

—¡Maldita bruja! ¿Acaso sientes algo?  ¿Que clase de enferma eres?.

—No voy a permitir que un mugroso muerto de hambre me venga a dar clases de moral.

—Que no se te olvide que la muerta de hambre eras tu ¿O ya se te olvidó como me rogaste para recibirte en mi mansión?.

—Ay, pero miren, miren el atrevimiento con el que el zarrapastroso basurero me habla. Al parecer ya te sientes con valor, pero que harás cuando te diga que... Asesiné a tu amiguito el chacal.— La mujer esbozó una sonrisa.

—¡No, no, no, maldita! Dale gracias a Dios que eres mujer, porque estoy a punto de golpearte. Te quiero ver hundida en la cárcel y pudriendote.— Sólo Pepe luego de oír sobre la muerte de su amigo.

Doña Evangelina dejó las maletas y sacó del bolso a su fiel arma.

—Quiero que sepas, que no tuve ningún remordimiento. Así como no lo tuve cuando cometí los otros asesinatos. Pero... Tu momento ha llegado asqueroso de mierda, te voy a enviar al infierno.

En ese momento, el licenciado Rodriguez entró junto al jardinero. Ambos traían un arma en la mano.

—¡Suelte el arma o le disparo!.— Exclamó el licenciado Rodriguez.

—Que bueno que llegaste.— Le dijo Pepe.

—¿Estás bien?.

—Si, solamente estaba haciendo tiempo para detenerla, ya se iba a escapar.— Confesó Pepe.

—Te salió muy bien tu plan, maldito mugroso. Y veo que el jardinero también me traicionó. — Añadió la viuda.

—En realidad no soy jardinero. Soy policía y trabajaba encubierto aquí en su casa. Puse micrófonos en puntos estratégicos de su casa e intervenimos sus sistemas de comunicación, así que no se moleste en confesar porque ya lo sabemos todo.— Dijo el amigo del licenciado.

—Tu actitud se me hacía extraña y desconfiaba de ti, ahora entiendo por qué. Pero fueron muy astutos, lastima que su suerte termina aquí.— La mujer le apuntó a Pepe.— Dejenme ir y le perdonaré la vida a Pepenatas.

—No tiene salida señora, lo mejor es que se entregue. — Ordenó el licenciado.

—Maldito y mil veces maldito, echaste a perder todos mis planes. Siempre entrometiendote... Te odio con todas mis fuerzas.— Sentenció la viuda contra Rodriguez.

—Te voy a llevar ante la justicia, quieras o no. Vas a pagar la muerte de  todas tus víctimas, incluyendo el atentado que planeaste contra mi.

—Te juro, por lo más sagrado que tengo, que yo jamás voy a pisar la cárcel. Puedes decir lo que quieras, pero nunca vas a tener el gusto de verme en prisión.— Se burló la mujer.— Lo juro por mi nombre... Evangelina viuda de Saavedra y Marquéz.

—¿Ese es su nombre?.— Cuestionó Rodriguez.— Si lo desea, puede jurar por su verdadero nombre; Juana Epifanía Hernandez Perez.— Sonrió el licenciado.

—¿De que hablas, animal? Yo no conozco ese nombre.— Argumentó la viuda.

—No se haga la loca, si usted sabe perfectamente de que estoy hablando. Así que no le dé pena doña Juanita Epifanía. — Volvió a burlarse el licenciado.

—¡Callate maldito! Ese no es mi nombre, y no lo será nunca. Yo ya dejé ese pasado atrás y jamás volveré a usar ese horripilante nombre.

—Pero cuente un poco de su historia. Digale a Pepe como usted fue hija de campesinos y escapó de la pobreza para terminar en un bar de mala muerte, dónde en difunto Saavedra la sacó y le dio su apellido y un nombre digno. Usted ni siquiera es mujer de sociedad, solamente aparentaba.

—¡Maldito engreído! Seguro crees que te saliste con la tuya, pero estás muy equivocado. Voy a borrar tu maldita sonrisa para siempre. ¿Y sabes por qué? Porque aunque demuestren que yo cometí todos esos crímenes, voy a salir de la cárcel en un parpadeo. Mi compadre es el jefe de la policía y ustedes jamás me podrán enjuiciar.

—Licenciados Rodriguez, venimos en apoyo.— Gritó un hombre que apareció detrás del licenciado.

—¿Quién es usted?.— Preguntó doña Evangelina.

—Soy el nuevo jefe de la policía. Desde ayer, porque al parecer, usted no se enteró que su compadre está en prisión. Destituyeron al anterior jefe de  policía y ahorita lo están enjuiciado. Eso quiere decir que usted ya no tiene apoyo de nadie.— Aseguró el hombre.

—¿Como lo supiste?.— Preguntó el licenciado.

—Desde los micrófonos estábamos oyendo todo y decidí entrar cuándo esta mujer dijo que su compadre la iba a sacar de la cárcel. Al parecer, ahora van a compartir celda. — Sonrió el nuevo jefe de policía.
Doña  Evangelina se vio acorralada, al parecer ya no tenía otra opción que entregarse.
— Por cierto, la casa está rodeada y si intenta salir, hay ordenes de dispararle a quemarropa. — Añadió el oficial.— Tengo un escuadrón vigilando entradas y salidas.

—Al parecer me han ganado... Ni modo, tengo que aceptar mi destino ¿No?. Pero antes de entregarme, quiero pedirle un ultimo favor.— Dijo la mujer.

—¿Que cosa?.

—Que permita que vaya vestida cómo toda una dama. Quiero que los fotógrafos vean mi grandeza y lo fuerte que fui hasta el último día de mi libertad. — Pidió doña Evangelina.

—Puede ser una trampa.— Dijo Rodriguez.

—Lo sé, pero la señora sabe de sobra que la pueden matar si asoma la cara por la ventana.— Añadió el jefe de policía.

Doña Evangelina miró al jefe, al jardinero, al licenciado, y por ultimo a Pepe.

—Antes de irme a cambiar, quiero decirte a ti Pepe, que te odio con todas mis fuerzas, y que deseo que nunca en tu maldita y piojosa vida seas feliz, maldito basurero, zarrapastroso muerto de hambre, bandolero marginal. ¡Te odio!.— Exclamó la mujer.— Me arrepiento de no haberte matado cuando tuve la oportunidad. Y sepan ustedes, que no me arrepiento de haber asesinado a mi marido, ni a mis cuñados, ni al sacerdote, ni al chacal, ni al idiota que está flotando en la piscina. Por cierto, mandé a matar al Chucky también, seguro a estas horas ya está muerto. Y Pepe, también fui yo quien mandó a violar a la asquerosa de la pelos, y luego te convencí de mandarla al psiquiátrico dónde el día de ayer se suicidó ¿Sabes por qué? Porque se enteró que estaba embarazada y que yo había vendido al bastardo que llevaba dentro.
Todos mis crímenes los he cometido en nombre de Dios todopoderoso, y no me arrepiento de nada. No sabes cuanto disfruté ver tu asquerosa cara de sufrimiento y dolor cada vez que algo malo te pasaba. Me burlaba y me reía con gran alegría, porque solamente tenía en mente hacerte sufrir, maldita rata asquerosa. Por eso te detesto, porque tuviste mi mansión y el dinero que yo merecía, basurero maldito. ¡Te maldigo, te maldigo una y mil veces! Deseo que nunca encuentres la felicidad.— La mirada de doña Evangelina era de odio y rencor hacía Pepe.

—¡Que Dios tenga misericordia de su alma tan podrida, vieja infeliz, le deseo lo peor en la cárcel!. — Gritó Pepe al saber el destino de sus amigos, y todo por culpa de la mujer que alguna vez creyó era buena.

—Me importa poco lo que tu desees para mi, maldito piojoso, pepenador de basura, chusma maldita.

—Le doy 10 minuto para irse a cambiar y no más. Si en ese tiempo, usted no aparece, tiraremos la puerta. Así que por su bien, no intente nada.— Amenazó el jefe de policía.

—Soy una mujer honorable, y jamás intentaría esa bajeza de escapar ahora que ya me acorralaron. Simplemente quiero lucir radiante, y después, lo acompañaré a donde usted quiera.— Dijo la mujer.

Doña Evangelina puso el arma sobre la mesa, pero antes de irse...

—Espere, me están llegando noticias, y no son para nada buenas. — Dijo el jefe policíaco.

—¿Que pasó?. — Preguntó Rodriguez.

—El joven Brandon Saavedra, murió en un accidente de trafico. Al parecer, se quedó sin frenos. Se estrelló contra un tráiler y murió al instante, me reportan aquí mis compañeros.— Añadió el hombre.— ¿Usted tiene algo que ver?.— Cuestionó el jefe de la policía a doña Evangelina.

—Si... Inicialmente el auto no tenía frenos. En realidad era para Pepe, para que él muriera, no pensé que mi sobrino lo fuese a utilizar para buscar a su hermana, a la cual yo misma secuestré.— La mujer parecía tener la mirada perdida.

—Hay que detenerla ya, no hay que perder tiempo.— Dijo el licenciado Rodriguez.

—Es cierto ¡Ya hizo mucho daño, detenganla!.— Pepe se soltó a llorar en el hombro del licenciado Rodriguez.

—Ahora que no tengo a nadie... Ya nada me importa... Voy a ir a prisión y cumpliré mi condena. — Refirió la mujer.

—Yo la voy a escoltar hasta su cuarto y la voy a esperar ahí. — El jefe entró y la tomó del brazo.— vamos...

Al llegar a la habitación, la mujer abrió la puerta.

—En unos minutos salgo.

—Mas le vale, o ya le advertí que tiraré la puerta. Además, la mansión está rodeada, así que por su bien, no intenté nada.

—No se preocupe.

—Pues rápido, le quedan 8 minutos.

La mujer entró a su habitación y cerró la puerta, para luego emitir un gran suspiro.

—Voy a jugar mi ultima carta.— Se dijo para si misma.

Continuará...

Hola, gracias a quiénes me han ido apoyando desde hace casi un año que comencé con este proyecto.
El siguiente capitulo será el último.
Así que ¿Que tendrá preparado doña Evangelina?







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