Killer Queen | John Deacon

By alexanderpleaase

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Quinn Rouge es todo lo opuesto a John Deacon. ¿Será ese el motivo de su frenética e inmediata atracción?. Si... More

Introducción
1 | Quinn D. Rouge
2 | John R. Deacon
3 | Primer vistazo
4 | Fiesta de cumpleaños
5 | Misterio exótico
6 | Roxy's Cars Club
7 | ¿Qué pasa por tu mente?
8 | No escuches lo que papá dice
9 | Falsa Coraza.
11 | Toda la noche, todos los días
12 | Buena suerte con eso
13 | Reglas, reglas, reglas
14 |¿Mejor decisión?
15 | Demasiado ebria
16 | Un poco de lluvia debe caer.
17 | Mala idea
18 | Es la ley de la vida
19 | Dos puntos de vista
20 | Cosquillas.
21 | Manchester.
22 | Casi mágico
23 | Historias de vida
24 | Leicester
25 | Viernes
26 | No tuve opción
27 | Mucho que aprender de tí.
28 | Final

10 | Amigos sexuales

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By alexanderpleaase

Se quedaron hablando unos quince minutos más sobre cosas sin sentido.

– ¿Tu nariz está mejor? –  Preguntó John apenado. Quinn soltó una risita y asintió con la cabeza.

–  Tienes suerte, no me has matado. –  rieron.

–  Lo siento mucho, de verdad... Estoy muy apenado por ésto.

–  Está bien, de todos modos yo tuve que haber tocado la puerta, para ver si había alguien dentro. –  se encogió de hombros. hubo un silencio de unos segundos y John se incorporó. 

– Bueno, creo que yo ya me iré... – John se desperezó estirando sus brazos.

– ¿Tan pronto? A penas son las tres de la mañana. – respondió la rubia confundida.

– Lo sé, pero mañana quedé en ir a visitar a mi familia.

– Oh claro, lo había olvidado. John Deacon es un hombre de familia. – Acotó Quinn irónica haciendo reír al castaño.

– En efecto. Pero es domingo, ¿Quién no se junta con su familia un domingo? – preguntó obvio y divertido. Quinn se incomodó un poco ante el comentario pero solo bajo la mirada riendo.

– Yo también me iba de todos modos.

– ¿Viniste sola?

– No, con Miranda. Pero no sé si ya quiere irse. – se encogió de hombros

– ¿Quieres que te lleve?

– Oh no, no. Mi casa queda del otro lado de la ciudad, no te haré conducir tanto solo por llevarme.

– En serio, no es problema. Además la noche está linda para conducir.

– ¿Estás seguro?

– ¡Por supuesto! – sonrió amable. – sólo déjame ir por mi abrigo y vamos, ¿Quieres ir a despedirte de tu amiga en lo que voy?. – La rubia notó su amable y tierna manera de ser. John era un buen muchacho, ella no lo merecía. En lo absoluto. Con una sonrisa apenada asintió.

Ambos caminaron hasta la sala y Quinn busco a su amiga con la mirada, pero no la halló por ningún lado. Así que subió las escaleras para ver si tenía suerte.

En algunas habitaciones había gente teniendo sexo, por los ruidos que provenían de ellas. En otras parecía haber gente drogándose y riendo a carcajadas. En una de las habitaciónes notó que la puerta estaba abierta y John estaba dentro buscando entre cientas de chaquetas.

– ¿Aún no la encuentras? – preguntó entrando en la habitación, John pegó un pequeño salto asustado por la voz de la rubia y al verla Sonrió amplio.

– Son demasiadas. Solo espero que no me la hayan robado, traía mis llaves del auto ahí. – explicó mientras tomaba una chaqueta del gran sofá y la volvía a dejar ahí, luego tomaba una de la cama y al ver que no era la devolvía a su lugar.

– ¿Cómo era?

– Marrón, de cuero. – explicó y comenzaron a buscar entre tantas chaquetas.
Quinn no tuvo mejor idea que lanzarlas todas al suelo para acelerar la búsqueda.

– ¿Es ésta?– alzó una pesada chaqueta de cuero en el aire. John sonrió amplio y asintió con la cabeza.

– ¡Si es esa! Eres una genio.

– Espera. No te la daré tan fácil. – la alejó de su agarre y éste rió divertido.

– ¿Por qué no? ¿No te quieres ir aún?

– No. Quiero que me digas tus intenciones. – lo desafió alejándose unos pasos. Aquella parecía ser una habitación de huéspedes.

– ¿Mis...intenciones? – preguntó divertido. Quinn sonrió maliciosa y asintió con la cabeza.

– Dime cuáles son tus intenciones para la segunda oportunidad que pides. – preguntó una vez más. John soltó una risa y negó con la cabeza. suspiró y pensó unos segundos.

– Quiero que seamos amigos. – dijo por fin.

– Yo no quiero ser tu amiga. – contestó encogiéndose de hombros.

– ¿Ah no? ¿Y eso por qué?

– Porque quiero ser más que tú amiga.  Me pareces un hombre atractivo. – confesó como si nada.

– Bien. Pero no podemos ser más que amigos si tú ya sabes la mitad de mi y yo no se absolutamente nada de ti. – la desafió. Siempre buscando hacerla hablar, pero no lo logrará pensó Quinn.

– No es necesario saber demasiado sobre mi o sobre mi pasado. Soy quien ves ahora, y con la que estás hablando.

– Pero no me has dicho tus intereses, tus aspiraciones, tus pasiones... Ni siquieras me habías dicho tu Apellido Quinn. – se cruzó de brazos.

– ¿Por qué estás tan obsesionado en saber tanto sobre mi?

– Bueno. Puedes esconderte demasiado, ¿Pero será para siempre? Yo creo que es sólo una simple coraza. Y que en el fondo hay una Quinnie tan humana como yo. – confesó, intentando sonar seguro.

Quinn no supo qué responder ante sus palabras. Es como si su ego hubiese sido herido por primera vez, y quedó allí sintiéndose pequeña ante la presencia de John Deacon. Éste se acercó a ella, y con sus manos acunó el rostro de la rubia, mirándola fijo.

– Podemos intentar ser algo más que amigos... Podemos ser amigos sexuales. – sugirió el castaño susurrando, casi rozando sus labios. Quinn suspiró al sentirlo tan cerca y cerró sus ojos.

– Con más razón entonces, no deberías saber tanto si sólo somos amigos sexuales. – lo desafió una vez más siendo la misma Quinn arrogante de siempre.

John hizo caso omiso a sus últimas palabras y estampó sus labios contra los de la muchacha en un beso. Quinn lo abrazó por la cintura, acercándolo más hacia sí mientras intensificaba el beso.

Sus lenguas se buscaban desesperadas, con ganas de probarse una vez más. Y sus cuerpos gritaban por las caricias del otro. Todo estaba bien cuando ellos se besaban, no importaba quien era más fuerte, o quién decía más, o quién era en verdad el otro. Cuando se besaban y se acariciaban, era como si se conocieran de toda la vida, o como si estuvieran destinados a ser.

Con algo de torpeza John la guió hasta la cama en un beso algo desesperado y tiraron las chaquetas que aún quedaban al suelo.

– Espera, cierra la puerta. – lo frenó Quinn separándose del beso con brusquedad. John asintió y corrió a cerrar la puerta, para después volver a lo que estaban.

Se posicionó encima de la muchacha, apoyando sus brazos a sus costados y volviendo a capturar sus labios en un beso apasionado y salvaje. Sus lenguas jugaban entre ellas, probando el sabor intenso de sus labios. Comenzaron a desvestirse con rapidez, con deseo y ansias de ya tener el cuerpo del otro.

Quinn notó que eso le gustaba. Que estar con el, por más que sea la segunda vez le gustaba. Había algo en él, su escencia que lo distinguía del resto. John Deacon era un hombre con todas las letras, era un hombre en la cama, era un hombre en el trabajo, era un hombre que bailaba excelente, era un hombre amable y caballero. Pero se reprochó por estar pensando en todo ésto en vez de sólo sentir el deseo que recorría sus venas.

Una vez estuvieron desnudos John se separó unos centímetros para observarla con toda la lujuria en sus verdes ojos cuyas pupilas ahora ocupaban más espacio oscureciendo su mirada. Quinn soltó un gemido tan solo ante la penetrante mirada del castaño, y éste comenzó a besar su cuello suavemente. Bajó hasta sus clavículas, luego por el monte de sus senos, y paró en su abdomen.

Con sus manos separó las piernas de la muchacha y otra vez la observó fijo con esa mirada desafiante, que la hacía temblar en sus manos. Con deseo fué directo a su feminidad comenzando a darle placer con su lengua. Hacia movimientos lentos, y suaves, dándole tiempo al tiempo. Después de un rato, intensificó sus movimientos acto que pareció excitar un poco más a Quinn que arqueaba su espalda y se agarraba con fuerzas de las sábanas.

Llegó a un orgasmo intenso, que demostró con un gran gemido mientras sus músculos se contraían. John se incorporó y luego de colocarse protección entró en ella. Quinn lo miraba llena de satisfacción, con sus labios entre abiertos rogando por otro beso más. John, como si le hubiera leído la mente la besó suavemente mientras la embestía lentamente.

De atrás hacia adelante, y en círculos. Disfrutando cada sensación, cada rincón. Luego, aumentó un poco el ritmo tomándola con una sola mano de las caderas, y moviéndola a su ritmo mientras Quinn gemía su nombre en su oreja, acto que lo volvía loco.

La rubia clavaba sus uñas en la espalda de John, y lo tomaba del trasero con rudeza pidiéndole que la penetre más fuerte.

– Súbete encima...– le susurró en una ronca y excitada voz en el oído de Quinn. Ésta rápidamente lo obedeció, y se subió encima de John cambiando de posición.

Éste ahora tenía un mejor acceso a los senos de la muchacha, que comenzó a besar y succionar con gusto. Quinn se retorcía de placer encima del muchacho, moviéndose circularmente. Luego, comenzó a aumentar el ritmo.

– Mhmm si nena, si. No pares. – gimió John ahora buscando sus labios. Quinn hizo caso a su pedido, y continuó tal cual venía. Sabía que ambos iban a acabar, abrazados, unidos y sudados.

– Diablos, John. – gimió en sus labios.

– Sigue, sigue... Voy a venirme – jadeó y la besó con rudeza mientras Quinn ahora saltaba sobre él, yendo lo más rápido que podía con su ayuda. Y en segundos ambos llegaron al orgasmo gimiendo y casi gritando. Liberando un placer inexplicable.

Se quedaron así, abrazados y aún gimiendo suavemente mientras se recuperaban y recomponían el aire. Quinn se alejó un poco para mirarlo, con su rubio cabello algo despeinado y sus mejillas rosadas.

– Diablos, John. – Murmuró casi en un gemido. Y éste soltó una ronca risa.

– Diablos Quinn. Es increíble lo que me enciendes... Lo que me provocas.

Se miraron y juntaron sus frentes, rozando sus narices mientras cerraban los ojos, respirando ahora más tranquilos.

–Bueno, creo que ya debes irte. – después de unos segundos de tranquilidad y últimos besos Quinn rompió el silencio.

– Está bien, puedo quedarme un rato más. – sonrió John achinando sus ojos.

Unos golpes en la puerta los asustó.

– ¿Oigan, quién está ahí adentro? Aquí la gente necesita su abrigo. ¿No podían buscar otra habitación? Maldita sea. – oyeron la voz de Freddie y saltaron de la cama para comenzar a vestirse.

– ¡En un segundo!– gritó John mientras se ponía sus bóxers. Quinn, por su lado buscaba desesperada sus bragas.

– ¿Deaky? ¿Qué haces ahí adentro? Abre la puerta, amigo. – lo reconoció enseguida. Mientras ambos se colocaban sus respectivos atuendos y se acomodaban el cabello.

– ¡Ya voy! Freddie espera.

– Dios que vergüenza. – le susurró Quinn a John por lo bajo, para que sólo el la escuche y éste le dedicó una seña de que todo estaba bajo control.

Luego abrieron la puerta y ahí estaba Freddie con unos tipos esperando. Al verlo una gran sonrisa se asomó en el rostro, y más al ver con quién estaba.

– ¡Deaky! ¡Quinnie! – miró a ambos sonriendo. – ¡Quinnie! ¡Deaky! – repitió sin poder creerlo.

– Si, y tú eres Freddie. – bromeó John.

– ¡Así que mi plan funcionó! De nada. – le guiñó un ojo mientras sus acompañantes entraban al cuarto.

– ¿De qué plan habla?

– ¡Ninguno!– respondió rápidamente, y con una sonrisa forzada. – Nosotros ya nos íbamos, debo llevar a Quinn. Gracias por la fiesta Freddie, estuvo increíble.

– Ya lo veo. – comentó divertido y alzó su copa de champagne en el aire. – ¡Hagan el amor hasta el amanecer, tortolitos! Nos vemos el viernes, hay noche de Scrabble. ¡Y TU ESTÁS INVITADA QUINN! – Gritó mientras ambos se alejaban, al oír su nombre antes de bajar por las escaleras Quinn volteó a verlo y le dedicó su mejor sonrisa.

Aquel muchacho le caía bien, demasiado bien. Ya entendía por qué eran amigos con John.

Salieron de la casa de Freddie hasta el auto de John y éste la condujo hasta su casa en un camino silencioso, pero un silencio cómodo y tranquilizante, no era para nada uno incómodo.

– Gracias por traerme, pero no tenías que hacerlo. – Quinn rompió el silencio una vez llegaron.

– No es nada, es lo menos que puedo hacer por ti. – John le sonrió con una expresión que notaba que estaba algo cansado.

– Por cierto. A tu propuesta... Creo que la voy a aceptar. – le contestó con confianza.

–¿Amigos sexuales? – Quinn soltó una risa y asintió con la cabeza.

– Amigos sexuales. – confirmo estrechando su mano. John rió negando con la cabeza y la estrechó, pero antes de que Quinn se baje del auto, tironeó de su brazo con delicadeza para acercarla a él y besarla una última vez. – adiós. – lo saludó sonriendo y bajó del auto.

John la observaba desde su auto con una gran sonrisa en el rostro, hasta que la vió desaparecer detrás de la puerta.

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