Killer Queen | John Deacon

By alexanderpleaase

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Quinn Rouge es todo lo opuesto a John Deacon. ¿Será ese el motivo de su frenética e inmediata atracción?. Si... More

Introducción
1 | Quinn D. Rouge
2 | John R. Deacon
3 | Primer vistazo
4 | Fiesta de cumpleaños
5 | Misterio exótico
6 | Roxy's Cars Club
7 | ¿Qué pasa por tu mente?
8 | No escuches lo que papá dice
10 | Amigos sexuales
11 | Toda la noche, todos los días
12 | Buena suerte con eso
13 | Reglas, reglas, reglas
14 |¿Mejor decisión?
15 | Demasiado ebria
16 | Un poco de lluvia debe caer.
17 | Mala idea
18 | Es la ley de la vida
19 | Dos puntos de vista
20 | Cosquillas.
21 | Manchester.
22 | Casi mágico
23 | Historias de vida
24 | Leicester
25 | Viernes
26 | No tuve opción
27 | Mucho que aprender de tí.
28 | Final

9 | Falsa Coraza.

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By alexanderpleaase

− ¿Freddie hará otra fiesta el sábado, irás? − Preguntó Miranda una mañana temprano cuando salieron a correr. Quinn la miró frenando de golpe. − ¿Qué ocurre?¿Por qué paras? Anda Quinnie no quiero perder el ritmo. − La reprochó su amiga mientras trotaba en el lugar.

Quinn no había sabido absolutamente más nada de John después de le haya enviado esas flores hace como una semana.

− ¿Fiesta de qué? − Ya sabía de qué iba todo ésto. Sabía que John y Freddie eran amigos cercanos, y además estaban juntos en la banda.

− Nada en específico, el suele hacer muchas fiestas. Me dijo que vayas.

− Qué sorpresa, no aguanto a saber el motivo. − dijo con sarcasmo rodando sus ojos y comenzó a trotar nuevamente al lado de su amiga.

− ¿Qué motivo?

− John, idiota. − la puso en contexto y Miranda unió cabos demostrándolo con una expresión en el rostro y comenzó a reir.

− ¡Ahora comprendo por qué quiso que te invitara con tanta urgencia! ¿Qué tiene de malo? Creí que te gustaba.

− No me "gustaba", me atraía que es distinto. Pero ya tuve sexo con él así que ya está descartado de los posibles.

− ¿Qué onda con tus reglas? − preguntó miranda divertida.− No tiene nada de malo, además si es como tu dices "sólo sexo" ¿Cuál es el problema?

− El problema es que él no luce para nada como una persona que quiera sexo casual.

−¿Lo has hablado con él?

− No pero las rosas que me mandó a la oficina fueron motivos suficientes para sacar esa conclusión. − Miranda soltó una carcajada y frenaron en un parque de salud con máquinas para hacer ejercicio.

− Diablos. Parece que le has gustado.

− Si, y ya sabes mi respuesta, no iré. − la cortó mientras empezaban a estirar y tomar agua.

• • •

El sábado había llegado, y para sorpresa de Quinn Miranda la había casi obligado a ir con ella. Quinn no estaba del mejor ánimo debido a que su amiga la había llevado en contra de su voluntad, pero después de todo era su mejor amiga y no la iba a dejar sola si ella quería ir.

− ¡Buenas noches queridas!, ¿Cómo están? ¡Que bueno que hayan venido! − Freddie las recibió con un amistoso abrazo, traía una exótica corona puesta y una capa de rey.

− Oh nosotras todo bien, esperando a ponernos bien ebrias. Por cierto que hermoso te ves ésta noche. − lo aduló Quinn y éste sonrió orgulloso.

− No más que tu, fiera. −le guiñó un ojo.

− ¿Cómo la estás pasando? − le preguntó Miranda.

− ¡Increíble! Y eso que aún no llega la mejor parte de la noche, en fin... Sírvanse lo que quieran, coman lo que quieran, y terminen en donde quieran. ¡Mi casa es su casa! − Exclamó dándoles un último abrazo entre risas, las muchachas asintieron y se dirigieron a un grupo de amigos que tenían en común.

− ¡Gabe! ¡Cliff! − Miranda saludó a los dos muchachos que se encontraban bebiendo cerveza. Uno era alto y rubio, y el otro era un poco mas bajo de cabello negro y ojos azules. '

− Miru, Quinnie...¿Cómo están tanto tiempo? Que alegría encontrarlas aquí. Las saludó Gabe sonriente y amistoso.

−Bien, con trabajo... Y fiestas. - Miranda se encogió de hombros señalando alrededor una vez que ambas saludaron a ambos muchachos.

Se quedaron un buen rato charlando en aquella esquina con cómodos sofás de color blanco. Cada vez comenzaba a llegar más gente, y aunque Quinn intentara con todo su ser no pensar en ello... La imagen de John se hizo presente en su mente. Se preguntó si ya estaría allí, si aquella noche le hablaría.

No quería verlo, no quería volver a verlo jamás. Pero una parte de ella en el fondo, si quería. Y pensó en lo que le había dicho Miranda aquella mañana que salieron a correr. Quizá dejarlo como sexo casual no sería tan malo.

- Disculpen, voy al baño. - los interrumpió Quinn parándose con una falsa sonrisa.

- Yo también quería ir. ¿Me dirías dónde queda? - preguntó Gabe parándose. Quinn alzó una ceja desconcertada.

Se preguntó si aquello era un tipo de insinuación, o si intentaría algo con ella pero prefirió no darle muchas vueltas al asunto.

- Claro. - respondió a secas y caminaron hasta los pasillos de la planta baja, pero parecía haber bastante gente esperando para entrar. - Yo iré al de arriba. - le indicó alejándose un poco pero el rubio volteó a verla y comenzó a caminar con ella.

- Te sigo.

- Hey, de veras necesito ir al baño... - le explicó con una mueca, intentando aclarar lo que sea que éste estuviera haciendo. Gabe soltó una carcajada y negó con la cabeza.

- Tranquila, yo igual. No voy a coquetearte ni nada. - la tranquilizó riendo y ésta suspiró en una risita.

- Lo siento.

- No hay rencor. Y dime Quinn, ¿Cómo has estado? - preguntó mientras subían por las escaleras.

- Bien. He estado trabajando en la nueva temporada de verano, y no me puedo quejar. Nos está yendo muy bien. - sonrió orgullosa.

- Si, lo sé. Siempre paso por ahí con Wendy. - explicó y la rubia no supo de quién hablaba. - Wendy es mi novia, y está enamorada de todos los diseños únicos que sacan en graffs. - explicó y Quinn se alivió por completo.

- Oh eso es increíble. Si le gusta y puede pagarlo, algún día puedo diseñar algo especialmente para ella. - sugirió amigable y Gabe sonrió asintiendo con la cabeza.

- Eso sería muy lindo Quinn. Gracias. - sonrió. Quinn se sintió disgustada. No le gustaba ser linda, o amable. No sabía que le había pasado, quizá había Sido un gesto de agradecimiento porque aquel tipo no iba a intentar llevarla a la cama aquella noche como todos los demás.

- Bien, aquí es el baño. Allí al fondo hay otro si quieres ir. - explicó señalando con su mano. El muchacho rió y asintió con la cabeza, caminado por el largo pasillo alejándose de ahí.

Quinn iba a abrir la puerta, pero alguien fué más rápido y la abrió abruptamente golpeándola en la nariz.

-¡Mierda! - exclamó Quinn llevándose ambas manos a su nariz que comenzaba a sangrar por el duro golpe que se había dado.

- ¡Oh diablos! !Lo siento mucho! - aquella voz se le hacía familiar. Al abrir la puerta por completo, notó que John Deacon la había golpeado con la puerta. Al verla quedó helado e intento ayudarla. - Quinn... Lo siento mucho, déjame ayudarte.

- Estoy bien. ¿Por qué diablos tenías que abrir la puerta tan fuerte? - preguntó entrando furiosa al baño, pero John la siguió intentando ayudarla.

- ¿Por qué tú tenías que ponerte ahí? - exclamó mientras Quinn comenzaba a lavarse con agua en la pileta del baño. John observaba algo asustado la escena sin saber bien qué hacer.

- Mm, no lo sé. ¿Porque quería ir al baño? - preguntó obvia mirándolo por el espejo con enfado.

- Bien bien, ya te pedí disculpas. Déjame ayudarte, así no me siento tan mal al respecto.

- Ya está bien.

- No, se te pondrá peor. Te acompaño a la cocina y te daré unos hielos.

- John, en serio. De todas las personas eras la última que me quería cruzar ésta noche. - confesó de mala gana mientras tomaba papel higiénico y se lo ponía en la nariz, intentando secarse y parar un poco la hemorragia.

- Wow. Qué ruda. ¿Y eso por qué? Creí que te había caído bien. - se cruzó de brazos.

- Si lo hiciste, pero "ésto" ya acabo. - señaló a los dos.

- ¿Por qué? ¿No podemos ser amigos? - preguntó el castaño, pero con un poco de timidez en sus palabras. La rubia lo miró divertida, como si hubiera contado el mejor chiste de la historia.

Aprovechó también a permitirse observarlo. Notó que traía una bonita camisa holgada, unos jeans celestes y sus rizos estaban tan esponjosos como siempre. Él la miraba con sus ojos verdes grisáceos, esperando una respuesta y sus finos labios en una línea sin expresión.

- ¿Amigos? - preguntó por fin saliendo de su trance. - Yo no tengo "amigos" John.

- ¿Ah sí? ¿Y Miranda qué es entonces? - preguntó desafiante. Sabía que detrás de esa dura coraza de mentira que Quinn fingía tener, había un ser humano tan capaz de sentir cosas como él... Cómo todos.

- Tú, querido. - lo señaló con un dedo algo enfadada. - Sabes demasiado.

- No hay que ser muy inteligente como para notar que Miranda es tu amiga, siempre andas con ella y trabajan juntas. ¿Por qué te molesta tanto que la gente sepa cosas sobre ti?

- ¿Y por qué tienes tanto interés en conocerme de todos modos? Es mí problema. Adiós John. - salió de ahí chocando su hombro bruscamente, pero el castaño no iba a dejar las cosas así.

- Puedo adaptarme a tu manera de relacionarte. No soy como crees que soy. - la cortó intentando llamar su atención. Dijo todo eso porque notó que no había nadie en el pasillo, de otra forma se habría callado y habría vuelto a lo que estaba haciendo.
Quinn volteó a verlo y se cruzó de brazos.

- ¿Tu manera de relacionarte? ¿Que piensas que soy un maldito animal en un zoológico? - preguntó de mala gana.

- Por favor Quinn. Dame una oportunidad. - le suplicó caminando lentamente hacia ella. - déjame ayudarte con tu golpe.

- ¿Quieres que te de una oportunidad para intentar lo que sea que tengas en mente, o para ayudarme con el hielo?

- Ambas. - confesó con una risita. Una risita tímida de John, una que provocó una calidez en el estómago de Quinn. E intentó ignorar con su arrogante manera de ser.

- Bien. Ésta noche solo puedes ayudarme con el maldito golpe, solo porque tú lo has provocado. Imbécil. -. Se rindió ante los ojos verdes suplicantes del bajista. Éste rió y asintió con la cabeza repetidas veces.

- Claro, me parece bien.

Ambos bajaron a la cocina de Freddie y no tardaron mucho en encontrar hielo y un paño dónde lo envolvieron. John lo mantuvo en la nariz de Quinn mientras ésta se quejaba y le repetía lo imbécil que había sido por haberla golpeado.

- ¿Cómo has estado? - preguntó John con cuidado, rompiendo el silencio. No quería arruinar la situación. Quinn estaba sentada en la amplia mesada de la cocina.

Habían algunas personas en la cocina, comiendo o bebiendo pero todas estaban en sus asuntos.

- Bien. Trabajando. - contestó a secas. John suspiró, entendiendo que no le daría más información. - ¿Tú? - sin embargo aquella pregunta lo sorprendió y la miró con un ínfimo brillo en sus ojos.

- Bien. En la empresa ha estado bastante tranquilo. Pero he estado en un nuevo proyecto personal, estoy diseñando un amplificador...mejorado. - contó emocionado encontrando la última palabra. Notó que a él no le molestaba en absoluto hablar sobre su vida, o sobre cosas que lo hacían feliz. Cómo si nunca nadie lo hubiera lastimado.

-¿Y qué es eso?

- Verás, un amplificador normal tiene como función aumentar o amplificar como su nombre lo dice el valor de la señal que entra, es decir las ondas que transmite un bajo o una guitarra... Y sale con una amplitud mucho mayor, que permite oírlo en el volumen que tú quieras.

- Ahh, ya. - comentó prestándole atención. Era la primera vez que un muchacho le contaba de su vida, y no la aburría. Era la primera vez que se había perdido en sus ojos verdes, con el brillo de la emoción que le daba explicar aquello que se notaba gustarle demasiado.

- Éstos tienen varios controles, volumen, ganancia, agudos, bajos... Pero el que yo quiero hacer es en base a un circuito de una radio... Suena raro, lo sé. - soltó una risita. - De hecho, ésta radio la encontré en la basura pero sabía que de ese circuito y acompañado de una batería de 9 voltios puedo crear algo distinto... Y único. - se encogió de hombros.

Quinn lo miraba con su boca entreabierta. ¿Qué diablos acababa de decir? Pero se notaba tan apasionado. Esa pasión y felicidad que hace tanto tiempo carecían en su vida, por más que por años finja ser una chica tan feliz,pasional y libre.

- Wow. - dijo después de unos segundos. - Se nota que la electricidad de verdad te gusta.

- Si. Y la música, y las matemáticas. - soltó una risita vergonzosa. - Es que cuando te gusta, y lo comprendes. Y te interesas por comprender cada mínima cosa, no lo sé... Es una sensación que no puedo describir. - suspiró y Quinn rió. - ¿Y a tí que te da esa sensación?

Quinn iba a responderle. Pero la verdad no supo qué responder. ¿Su trabajo diseñando joyas? ¿Salir a correr con su mejor amiga? ¿Comprarse el último vestido de la colección Louis Vuitton?. Nada de eso se asimilaba a lo que John describía, y se sintió tonta. Una vez más, sacó aquella coraza, resguardando a la pequeña Quinnie en su interior.

- No es de tu incumbencia. - lo cortó.

Deacon asintió con la cabeza sin querer presionarla demasiado, y suspiró. Se sintió la persona más cruel del mundo.

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