Inigualable [WS]

Galing kay Adahdezc

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• Título original: Wushuang (无双). • Título en inglés: Peerless. • Autora: Meng Xi Shi (梦溪石). • Traducción chi... Higit pa

Notas de la traducción.
LIBRO I. Situación inestable en la fortaleza fronteriza.
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
LIBRO II. Caso inconsistente en Qiemo.
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPÍTULO 62
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
LIBRO III. Densa niebla en la Corte Real.
CAPÍTULO 67
CAPÍTULO 68
CAPÍTULO 69
CAPÍTULO 70
CAPÍTULO 71
CAPÍTULO 72
CAPÍTULO 73
CAPÍTULO 74
CAPÍTULO 75
CAPÍTULO 76
CAPÍTULO 77
CAPÍTULO 78
CAPÍTULO 79
CAPÍTULO 80
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPÍTULO 86
CAPÍTULO 87
LIBRO IV. Historial clínico en Boling.
CAPÍTULO 89
CAPÍTULO 90
CAPÍTULO 91
CAPÍTULO 92
CAPÍTULO 93
CAPÍTULO 94
CAPÍTULO 95
CAPÍTULO 96
CAPÍTULO 97
CAPÍTULO 98
CAPÍTULO 99
CAPÍTULO 100
CAPÍTULO 101
CAPÍTULO 102
CAPÍTULO 103
CAPÍTULO 104
CAPÍTULO 105
CAPÍTULO 106
CAPÍTULO 107
CAPÍTULO 108
CAPÍTULO 109
LIBRO V. Tiannan inmortal.
CAPÍTULO 111
CAPÍTULO 112
CAPÍTULO 113
CAPÍTULO 114
CAPÍTULO 115
CAPÍTULO 116
CAPÍTULO 117
CAPÍTULO 118
CAPÍTULO 119
CAPÍTULO 120
CAPÍTULO 121
CAPÍTULO 122
CAPÍTULO 123
CAPÍTULO 124
CAPÍTULO 125
CAPÍTULO 126
CAPÍTULO 127
CAPÍTULO 128
CAPÍTULO 129
CAPÍTULO 130
LIBRO VI. La daga que se encuentra con el túmulo.
CAPÍTULO 132
CAPÍTULO 133
CAPÍTULO 134
CAPÍTULO 135
CAPÍTULO 136
CAPÍTULO 137
CAPÍTULO 138
CAPÍTULO 139
CAPÍTULO 140
CAPÍTULO 141
CAPÍTULO 142
CAPÍTULO 143
CAPÍTULO 144
CAPÍTULO 145
CAPÍTULO 146
CAPÍTULO 147
CAPÍTULO 148
CAPÍTULO 149
CAPÍTULO 150
CAPÍTULO 151
CAPÍTULO 152
CAPÍTULO 153
CAPÍTULO 154
CAPÍTULO 155
LIBRO VII. Largas noches oscuras en la Capital Imperial.
CAPÍTULO 157
CAPÍTULO 158
CAPÍTULO 159
CAPÍTULO 160
CAPÍTULO 161
CAPÍTULO 162
CAPÍTULO 163
CAPÍTULO 164
CAPÍTULO 165
CAPÍTULO 166
CAPÍTULO 167
CAPÍTULO 168
CAPÍTULO 169
CAPÍTULO 170
CAPÍTULO 171
CAPÍTULO 172
CAPÍTULO 173
CAPÍTULO 174
CAPÍTULO 175
CAPÍTULO 176
CAPÍTULO 177
CAPÍTULO 178
CAPÍTULO 179
CAPÍTULO 181
CAPÍTULO 182
CAPÍTULO 183
CAPÍTULO 184
CAPÍTULO 185
CAPÍTULO 186
CAPÍTULO 187: Final.
EXTRA 1
EXTRA 2
EXTRA 3
EXTRA 4
EXTRA 5
EXTRA 6
EXTRA 7
EXTRA 2022
EXTRA 9
Agradecimientos.

CAPÍTULO 180

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Galing kay Adahdezc

Un monje obedientemente mudo.


En el diecisieteavo día del primer mes, los rayos de la luz del día irradiaban un débil resplandor.

Yu Qingze ajustó su guan y ordenó sus túnicas mientras esperaba que su familia guiara al caballo hacia él. Cuando llegó, montó sobre el animal y galopó en dirección a las puertas del palacio.

(N/T: fue uno de los cuatro oficiales más poderosos durante la Dinastía Sui, también conocido como el Duque de Lu y General de Shizhou.)

Madam Zhao, su esposa, había venido a despedirlo en persona.

—Mi Señor, por favor cuídese y regrese seguro.

Yu Qingze le asintió a su esposa, se enganchó a su caballo y partió.

Antes del Año Nuevo, la guerra entre la Corte Imperial y el ejército Göktürk había llegado a una tregua. Acababa de regresar de las líneas frontales para reportar sus deberes al Emperador, lo cual coincidentemente también fue en el Festival de las Linternas. Por tanto, con poca antelación, se le pidió estar de guardia para escoltar al Emperador.

Hoy, había bastantes personas que eran como Yu Qingze, pero al menos no eran un número substancioso.

No hacía falta decir que todos aquellos que estaban lo suficientemente calificados para unirse al Emperador en el Día del Cumpleaños de Buda eran sus súbditos más altamente estimados y confiables.

Casi todos los súbditos de la Corte que usualmente participaban en los debates gubernamentales y en las estratagemas de la guerra estaban presentes.

Esta vista no era ninguna excepto la prueba sólida de la actitud seria del Emperador hacia la oración para pedir bendiciones.

Después de lo que había sucedido el día anterior, ya sea para confesar el arrepentimiento hacia los Cielos o para consolar los corazones de las personas comunes, no obstante, el Día del Cumpleaños de Buda era una gran oportunidad para demostrar el florecimiento de la Dinastía Sui hacia sus súbditos y su gente.

Mientras todos los súbditos se reunían en la hora sagrada, serían enviados en grupos, desde la puerta sur hacia el Callejón Jingshan, donde se ubicaba el Templo Daxingshan.

La nieve que se reunía a ambos lados del callejón ya había sido despejada, aún había una gruesa manta de esta en la cima de los tejados, pero no estaría obstruyendo su viaje.

Los restos del hielo blanco como la nieve retrocedían bajo los graduales rayos resplandecientes del sol, como si todos los malos presagios se derritieran para darle la bienvenida a un nuevo comienzo.

Un sirviente, He Zhong, levantaría su cabeza solemnemente para ser saludado por una vista completa de luz.

Él no se atrevía a observar por un momento más largo. Rápidamente, su mirada cayó y observó hacia adelante, los pasos siguiendo a la Carroza Imperial mientras procedían. No pudo evitar exhalar un suspiro internamente.

He Zhong sentía que su humor se había iluminado abundantemente.

Desde ayer, después de que el Perro Celestial se comiera al sol, un hilo había sido halada con firmeza en su corazón.

Él no era el único. Los súbditos y oficiales del Palacio Daxing tampoco se atrevían a bajar su guardia.

Desde el año nuevo, ninguno había visto al Emperador sonreír ni siquiera una vez.

La Emperatriz estaba postrada en cama dentro del palacio y, hasta ahora, raramente se mostraba.

En la noche del Festival de las Linternas, un incidente terrible sucedió en la mansión del Príncipe Qin.

Todos esos sucesos contribuyeron al aparente abatimiento del Emperador. Como un sirviente personal, He Zhong no pudo obligarse a sonreír con la vista.

En su estado actual, incluso los súbditos altamente valiosos de la Corte buscarían formar amistades. Pero aún si ese fuera el caso, He Zhong aún permanecía como un obediente y leal súbdito interno ante el Emperador.

Se decidió que el Día de Buda se celebraría. Incluso si hubiera una tormenta de nieve hoy, aún sería llevado a cabo. Sin embargo, mientras que, en ese momento, la nieve revoloteaba hacia abajo desde los Cielos con ligeros movimientos, en sus corazones, todas las personas mantenían altas esperanzas de la improbabilidad de una tormenta.

¡Por favor, bendícenos con un viaje tranquilo, sin nieve ni más eclipses! He Zhong suplicó internamente en su corazón.

Las personas que compartían sus pensamientos eran tan numerosas como las estrellas en el cielo.

Las calles reales habían sido despejadas, todos los puestos a ambos lados de estas estaban cerrados. Donde la Carroza Imperial fuera, además del sonido de los caballos galopando, nadie decía una palabra ni hacía un sonido.

(N/T/E: este real viene de "realeza".)

Solo ocasionalmente, un pájaro volaría a través del cielo claro y brillante, gorjeando melodiosamente, mientras entraba a las nubes en línea recta.

Había pasado un tiempo largo desde que He Zhong se sentía tan relajado.

Atraído por la llamada del pájaro, fue inconsciente de su distracción momentánea. Observó a través del desfile de la Carroza Imperial.

Quienes encabezaban la carroza eran oficiales marciales, mientras que los oficiales literarios tripulaban la parte trasera.

Incluso un súbdito fuertemente valioso como Yu Qingze estaba presente, su presencia había tranquilizado a todas las personas.

Entonces, He Zhong pensó en alguien.

Feng Xiao.

No estaba entre el desfile.

Anteriormente, debido a su participación en el caso de la mansión del Príncipe Qin, así como también el haber escapado de la prisión tan solo el día anterior, el paradero de Feng Xiao era desconocido hasta ahora.

Con la presencia del Segundo Comandante Feng, un artista marcial altamente calificado, sin duda sería capaz de hacer que todas las personas se sintieran más tranquilas.

Mientras pensaba en Feng Xiao, He Zhong recordó cuán sombría había sido la expresión del Emperador desde la noche de ayer.

En realidad, el Emperador mismo verdaderamente no creía que Feng Xiao estuviera tras el incidente de la mansión del Príncipe Qin. De cualquier manera, ¿qué era lo que el Segundo Comandante Feng esperaba? Dado que el Emperador lo valoraba tanto, si quisiera alzarse en los rangos o conseguir un aumento en su salario, solamente necesitaba hacer un simple pedido. ¿Por qué habría necesitado realizar tanto trabajo extra y hacer algo que requiriera tanta fuerza?

Pero con la evidencia del Príncipe Heredero, el Príncipe Jin y el resto habiendo dado sus testimonios a la vez, era difícil que este asunto se dejara sin atenderse. Ni siquiera el mismo Emperador podría retirarse de ello.

He Zong tenía una identidad especial. A menudo se encontraba junto al Emperador y mantenía su postura como un hombre de pocas palabras. El Emperador y la Emperatriz confiaban en él profundamente, por lo que también conocía más secretos sobre los valiosos súbditos de la Corte Imperial.

Por ejemplo, sabía que, en una ocasión, el Comandante de la Oficina Zuoyue había mencionado que todos estos asuntos tenían relación con la Princesa Leping frente al Emperador y la Emperatriz. Había señalado a la princesa y estaba determinado en que tenía algo que ver con ello.

En ese entonces, He Zhong escuchó sobre esto brevemente antes de cerrar la puerta del palacio. Se sorprendió por lo que había escuchado y no se atrevió a acercarse, hubiera dado todo por estar ciego y sordo a ello, e incluso había fingido ignorancia por la visita del Comandante de la Oficina Zuoyue.

Notó enseguida que, después de ese momento, el Emperador y la Emperatriz realmente se distanciaron de la Princesa Leping. Incluso los obsequios que le otorgaban habían disminuido enormemente en comparación con el pasado.

En cuanto algo sucedió en la mansión del Príncipe Qin, He Zhong pensó en la princesa rápidamente.

Sin embargo, la Princesa Leping no había estado en la mansión del Príncipe Qin durante esa noche. No había asistido al banquete, ni había realizado ninguna visita a la mansión del Príncipe Qin en los días previos a que el incidente sucediera.

Después de que las sospechas de la princesa fueran eliminadas, en cambio, cayeron sobre el Segundo Comandante Feng.

A pesar de que He Zhong no dijo nada con sus labios, había estado reflexionando sobre este misterio desde entonces. Era una lástima que el misterio solo se había vuelto más enigmático y que era incapaz de pensar en un progreso.

Si la Princesa Leping no era la asesina y tampoco lo era el Segundo Comandante Feng, ¿quién podría ser?

Seguramente no podría ser el Comandante Cui llamándose lobo.

Después recordó repentinamente que Cui Buqu no estaba entre el desfile. Nadie sabía a dónde había ido.

Hablando de ello, ¿por qué nada había salido bien luego del año nuevo? ¿Ahora era el momento de cambiar el nombre de su reino?

(N/T: dice "nian hao", el cual es "Kaihuang". Es una superstición que un mal nian hao traerá mala suerte, así que se cambiaría.)

El aroma del incienso quemándose se concentró más y más, tanto que rompió el tren de pensamientos de He Zhong.

Esa era la esencia única del sándalo que tenía el templo. He Zhong alzó su cabeza, solamente para saludar a las puertas imponentes ante él.

Aclaró su garganta y exclamó:

—¡Alto–!

La Carroza Imperial se detuvo.

Inmediatamente, He Zhong se inclinó hacia abajo para barrer las borlas de las cortinas y que el Emperador pudiera descender de la Carroza Imperial.

Esta había sido la propia petición del Emperador acerca de caminar solo por medio de las puertas imponentes, sin ayuda para probar su sinceridad.

Todos los súbditos desmontaron sus caballos para caminar tras el Emperador Sui.

El Gran Maestro Lingcang, quien estaba a cargo de organizar este festival, ya era un viejo amigo del Emperador Sui cuando Yang Jian solamente era un Primer Ministro. Ninguno de los monjes en el templo pudo evitar sentirse ansioso por la llegada del Emperador. Solo el Gran Maestro Lingcang era quien estaba tan tranquilo como era usual, ganándose aún más respeto del Emperador.

A medida que ambos charlaban, el Gran Maestro Lingcang condujo al Emperador en el interior del Salón Mahavira mientras el resto de los súbditos esperaban en el exterior.

—Su Majestad luce perturbado. Su corazón no está tranquilo, por lo tanto, es difícil que muestre su sinceridad ante Buda.

Solamente el Gran Maestro Lingcang se atrevería a decir tal cosa.

El Emperador no se molestó. En cambio, había suspirado.

—Sé que mi corazón no está en paz. Incluso tomé algunas píldoras para calmar los nervios antes de dejar el palacio.

—El ejecutor deshará lo que ha hecho, en el corazón de Buda, orar por bendiciones es orar por la paz del corazón —el Gran Maestro Lingcang dijo tranquilamente—. Si Su Majestad es incapaz de resolver el conflicto en su corazón, no hay utilidad en rezar por bendiciones.

Después de un largo silencio del Emperador, dijo:

—Tengo demasiados conflictos en mi corazón. Necesito resolver mis preocupaciones frente a Buda.

El Gran Maestro Lingcang tenía una mirada empática y amable. Sin una palabra más, levantó su mano como guía, insinuándole al Emperador que siguiera sus pasos.

He Zhong espabiló sus oídos mientras escuchaba la conversación de ambos, no con el propósito de fisgonear en los asuntos del Emperador, sino para responder a tiempo si algo sucedía y seguir estrechamente al lado del Emperador sin abandonarlo.

Lingcang y el Emperador estaban en el frente, mientras He Zhong y los monjes que seguían al Gran Maestro estaban en la espalda.

Solo entonces, He Zhong notó que el Gran Maestro Lingcang tenía un mundo atractivo justo frente a él. Su postura sobresalía de todos los demás y estaba increíblemente enfocado, ni siquiera le concedió una mirada a He Zhong desde la esquina de sus ojos.

Cuando todos habían colocado su incienso fuera del Salón Mahavira, el Gran Maestro Lingcang autorizó que los monjes también colocaran un poco para probar su sinceridad. Con tres inciensos en su mano, He Zhong se tropezó sin cuidado sobre una tabla de piedra que sobresalía del suelo. Mientras estaba por tener una mala caída, una mano se extendió desde su espalda para sostenerlo en su lugar. Incluso había atrapado los tres inciensos que se cayeron de la mano de He Zhong y los volvió a introducir en su agarre.

Como si nada hubiera pasado.

He Zhong lo observó con ojos abiertos de par en par. Su corazón aún estaba latiendo, como si pensara que casi lo había imaginado.

Su caída simplemente era un problema minúsculo, pero sería uno severo si fallara en sus modales frente a la realeza. Si no hubiera sido por la ayuda de este joven monje, ahora no sería capaz de mantener su cabeza sobre sus hombros.

He Zhong fue incapaz de recomponerse. Justo cuando el Emperador estaba poniendo el incienso en el salón, le agradeció al joven monje rápidamente.

El joven monje agitó su mano y apuntó a sus labios, luego apartó su atención.

Parecía que era un mudo.

La realización golpeó a He Zhong y, en su corazón, dijo: "no es fácil ser un monje que sigue cercanamente al Gran Maestro Lingcang en estos días." No solo era atractivo, sino que también era hábil en las artes marciales. ¡Qué lástima que no pudiera hablar! En el futuro cercano, no le sería posible convertirse en un monje que recitara mantras.

Él miró al joven monje silenciosamente mientras colocaba el incienso en el incensario y, luego, caminó tras el Emperador rápidamente en pasos pequeños.

La música del Budismo flotaba en el aire del Templo Daxingshan.

El sonido de los cánticos de mantra hacía eco en el Salón Mahavira, convirtiéndolo realmente en una tierra de oro y envolviendo el templo entero tan impenetrable como una cubeta de hierro.

Aún si una persona supiera que esto no era nada consolador para su corazón, He Zhong aún sentía que lo tranquilizaba.

Observó hacia la parte trasera de la figura del Emperador, quien se sentaba en el centro y sintió que lo más probable era que el Emperador sintiera la misma calma que él.

Por otro lado, Feng Xiao no conocía la razón por la que He Zhong sentía lástima por él.

Desde el inicio, nunca fue su intención participar en el Templo Danxingshan.

Al abandonar la prisión del Ministerio de Justicia, Feng Xiao se había apresurado en tomar una ducha y cambiarse a un conjunto de ropa fresca. No tenía la intención de regresar a la Oficina Jiejian antes de que el Día del Cumpleaños de Buda terminara porque sabía que solo al ocultarse en la oscuridad podría suponer una amenaza mayor para sus enemigos.

Cuando estaba pasando por el Templo Daxingshan en busca de un restaurante o un pabellón en el que pudiera fingir ser una persona que solo tenía una aventura de una noche y quería tomar un baño y lavarse, la esencia del sándalo y el sonido de los cánticos causaron que se detuviera en sus pasos.

Desde la lejanía, vio a un joven monje que acababa de regresar del exterior. Desde ese momento, Feng Xiao tuvo una nueva idea.

De haber sido en el pasado, hubiera preferido la muerte antes que despedirse de su cabello.

Pero hoy era diferente. Después de que estuviera atrapado por uno o dos shichens con los orinales en la Gran Prisión, Feng Xiao creyó que estaba a punto de perder su sentido del olfato. Lo que olfateaba, le olía a mierda. Aún si lavaba su cabello una docena de veces, era difícil limpiar la cicatriz en su corazón.

Dado que ese era el caso, ¿por qué no volver a empezar?

La misofobia en Feng Xiao tomó la decisión rápidamente. Justo cuando el monje Congyun regresaba del exterior, fue golpeado a la inconsciencia, sus meridianos fueron sellados, fue llevado a un refugio en una cueva de los suburbios en la ciudad y lo dejaron solamente con agua limpia y comida de primavera. No regresaría por al menos tres o cuatro días.

Y Feng Xiao tan solo necesitaba uno.

Justo ahora, la razón por la que He Zhong había tropezado fue porque Feng Xiao lo había conducido hasta ese pedazo de ladrillo que sobresalía a propósito.

Porque siempre que una persona conociera las artes marciales, se expondrían a sí mismos instintivamente frente al peligro.

He Zhong, sin embargo, no lo hizo.

No era nada distinto a una persona normal.

Esta persona no era una amenaza.

Feng Xiao apartó su atención de He Zhong.

En este día, había gastado su tiempo caminando alrededor del templo, pero no pudo encontrar a nadie que luciera sospechoso. Sin embargo, era posible que el enemigo estuviera bien oculto. No sería sencillo encontrarlo.

Feng-er retiró su mirada y continuó pretendiendo ser un monje mudo.

El Emperador había estado sentado en el futón de junco por un tiempo muy largo.

El sonido de los cánticos no podía despejar su corazón para tranquilizarse. En dicho corazón, había una bestia merodeando en las partes más profundas, la cual lo hacía sentir ansioso y caliente en sus dedos de los pies.

La Corte Imperial y el Reino de Göktürk estuvieron en una guerra durante tres años completos. La anterior Dinastía había casado a sus princesas para formar una tregua, pero cuando cayó sobre la Dinastía Sui, la última se negó a arrodillarse. Prefirieron gastar su tiempo luchando con los Göktürks; desde las tareas tan discretas como enviar exploradores para causar esfuerzos entre las diferentes tribus de Göktürk, hasta las tareas de gran escala tales como luchar de frente contra los ejércitos de Göktürk con los suyos propios. Mientras utilizaban estratagemas de todas las variedades, predecibles e impredecibles, Kan Ishbara finalmente no pudo soportar más tiempo y pidió una tregua.

En comparación con los logros de Qin Shi Huang y Han Wudi, esta hazaña de Yang Jian no era menos inferior en mérito. Aún si no lo hubiera ordenado, su nombre eventualmente sería inscrito con gloria en el libro de registros.

(N/T/E: ambos son Emperadores importantísimos de la historia china, explicación al final.)

Sin embargo, los terribles incidentes continuos que sucedieron después de una hazaña tan estremecedora eran algo que Yang Jian no había esperado.

El día del eclipse, realmente lo habían atrapado con la guardia baja. El enemigo podría ser capaz de comprar a Hong Yuan, pero no podría cambiar las ocurrencias naturales de los fenómenos celestiales.

¿Podría ser que él realmente no debería haber tomado el lugar de los Yuwen?

Finalmente, el Día de Buda llegó a una decisión sólida.

Los monjes en cualquiera de sus lados se fueron paulatinamente y, los únicos que quedaron en el interior del Salón Mahavira, eran el Gran Maestro Lingcang y el Emperador en el centro.

Incluso He Zhong se había retirado a una esquina del salón. No era necesario que el Emperador se lo ordenara. He Zhong hizo su parte cerrando la puerta y permitiendo que ambos tuvieran una charla privada.

El Gran Maestro Lingcang y el Emperador se sentaron frente al otro.

El Emperador estaba en silencio y Lingcang no había hablado. Después de un momento, dijo:

—¿Debería... debería haber perdonado a algunos del clan Yuwen?

Estaba preguntándoselo a sí mismo, así como también a todos los demás.

—La respuesta ya está en el corazón de Su Majestad —el Gran Maestro Lingcang dijo—. ¿Por qué necesita preguntármelo?

—Con el nacimiento y la caída de las dinastías, ¿cuál no ha derramado sangre? —El Emperador inquirió ásperamente—. Yo también... me quedé sin opciones.

Pese a que lo había puesto de tal manera, era evidente que se sentía culpable, su voz parecía haberse apagado.

Con un suspiro, el Gran Maestro Lingcang dijo:

—La obra no puede deshacerse, esto es algo que Su Majestad sabe por sí mismo. En los últimos tiempos, usted encontró difícil vivir y, al final del día, todo se debió a un conflicto sin resolverse en su cabeza. Sin embargo, mientras construía una nueva dinastía, controló a los bárbaros en las fronteras, aligeró varias sentencias y redujo los impuestos; estas son obras de virtud. Si la antigua dinastía aún estuviera de pie, todas estas obras podrían no haber sucedido. Los Göktürks aún estarían masacrando a incontables personas que viven en las fronteras. No hay una línea clara entre el bien o el mal. Aunque Su Majestad ha cometido el pecado del asesinato, también ha hecho un bien. Este incidente no puede determinarse con tan solo un suceso. Lo que Su Majestad debería hacer es mantener al clan Yuwen en su corazón y abstenerse de repetir los eventos del pasado en el futuro. Cuando yazca en su lecho de muerte, los historiadores naturalmente registrarán su historia en los libros.

Como un monje ordenado, para empezar, las palabras de su viejo amigo vinieron con mucha profundidad. Quizás una persona normal no sería capaz de entender a lo que se refería. Pero en este momento, había atravesado el espacio para hablar con franqueza, todo por el bien de consolarlo.

Después de unos cuantos días de tener sus emociones reprimidas, el Emperador sintió que sus ojos se humedecían, antes de forzarse a sí mismo a sonreír y decir:

—Tú me entiendes.

El Gran Maestro Lingcang había eliminado la mitad de la preocupación que pesaba en su corazón. Este dijo:

—Debo recitar una copia del mantra para Su Majestad.

El Emperador asintió su cabeza.

—También podrías hacerlo. Gracias.

El Gran Maestro Lingcang no había sido exigente. Casualmente eligió uno titulado "Surangama Samadhi Sutra".

(N/T: un sutra Mahayana antiguo de origen Hindú.)

Él sabía que lo que el Emperador quería no era un clásico, sino una paz de corazón.

Haber regresado a sus sentidos era incomparablemente más efectivo que cualquier palabra de los espectadores.

Las palabras del Gran Maestro Lingcang llenaron sus oídos. Su voz era un poco desgastada y vieja, pero no áspera. En cambio, los evidentes años en su voz la hacían de un tono tranquilizador que tranquilizaba a aquellos que la escuchaban.

La esencia del sándalo llenaba el aire. Los cánticos de las escrituras resonaban en el ritmo vacío dentro del salón.

Gradualmente, el Emperador también cayó en un sueño. Recordó muchos sucesos pasados. Cada uno de ellos brillaba ante sus ojos:

Cuando era joven, habló y se entregó alegremente al Emperador Wu de Zhou del Norte en la primera vez que se conocieron.

El Emperador Wu de Zhou del Norte había señalado al Príncipe Heredero de ese momento, Yuwen Yun y dijo: "yo tengo un hijo brillante y tú tienes una hija elegante. ¿Serían la pareja perfecta?"

Era el mismo Emperador Wu que eligió escuchar las palabras de un adivino y distanciarse de Yang Jian, sospechando que este tenía el deseo de traicionarlo.

Y, con más claridad, recordó todo acerca de la manera en que los dos, como Emperador y súbdito, se habían convertido en enemigos. Yang Jian había soportado yaciendo en la clandestinidad durante tantos años hasta que el Emperador Wu finalmente murió en su lecho antes de que pudiera suspirar de alivio.

Ya no era posible distinguir quién había comenzado esta serie de eventos en el pasado.

Sin embargo, al final, el clan Yuwen no había matado a una sola persona del clan Yang. Había sido al contrario, el clan Yang prácticamente había asesinado a todo el clan Yuwen.

¿El Emperador Wu de Zhou del Norte se había conducido a la furia mientras observaba desde bajo su tumba?

Inesperadamente, el Emperador miró a las estatuas masivas frente a él. Esperaba encontrar una respuesta en esa débil sonrisa en las vidas de Buda.

El Buda le regresaba la mirada, sus cejas caían bajas y la punta de estas se elevaba.

Aquellas cejas parecieron alzarse más alto y su rostro se convirtió en una apariencia siniestra. Sus dos globos oculares, grandes y dorados, rodaron y su mirada cayó sobre el Emperador.

El Emperador abrió sus ojos ampliamente, como si un trueno lo hubiera golpeado, incapacitando su movilidad.

Hubo una pequeña risa baja y, en el salón, resonaron algunas carcajadas que se levantaban y suavizaban siniestramente.

Pensó que alguien había penetrado en el salón sin ser bienvenido, ¡pero notó repentinamente que estas risas habían venido desde las bocas de los veinticuatro Dharmapalas de ambos lados del salón!

Esas estatuas se reían de él de manera siniestra. Inesperadamente, una de ellas se extendió con una palma para golpearlo. El Emperador la evitó solo para sentir que algo pesado había golpeado su hombro.

Su persona entera cayó hacia atrás.

—¡Su Majestad!

El Emperador abrió sus ojos una vez más. Su rostro estaba pálido y su cabeza entera se empapó de sudor.

Pero las estatuas de los Dharmapalas, los cuales se habían convertido en demonios, no estaban en ningún lado donde pudieran verse.

Solo se encontraba el rostro preocupado del Gran Maestro Lingcang.

• ────── ✾ ────── •

Notas de traducción:

Qin Shi Huang: fue el emperador del estado chino de Qin que unificó a China en el periodo de los reinos combatientes.

Han Wudi: fue el emperador de la dinastía Han que ayudó a expandir el territorio del país. 

Notas de Ada:

👁👄👁

Los Dharmapalas son más o menos como esta imagen. Por lo que vi, es común que se tengan en los templos budistas como pinturas o estandartes, pero también hay algunos que los tienen en estatuas de tamaño... humano, una vista esclarecedora. Estas figuras son las que está viendo Yang Jian.

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