En el momento en el que el taxi desciende la marcha, puedo visualizar al rizado apoyado contra una pared de ladrillo visto, la cabeza entre sus manos y los dedos hundidos en los cabellos marrones. Suspiro, pidiéndole al taxista que espere unos segundos. Abro la puerta y desciendo del auto, acercándome a él.
–Hey. –murmuro tocando su brazo.
Él levanta la mirada. Sus ojos verdes están llenos de furia, ira y decepción. –Hola. –dice apenas audible, tomando mi mano.
Mi corazón se parte en mil pedazos al ver la forma en la que me está mirando. Como si yo fuera su única salvación, lo único que él había estado esperando por muchísimo tiempo y al fin había encontrado. Suspira, mirando el taxi y luego a mí. Asiento levemente con la cabeza y suelta mi mano, dirigiéndose al vehículo. Me siento junto a él y cierro la puerta.
–197 Camden High Street. –indico, llevándome la mano al cabello, desordenándolo un poco.
Al cabo de cinco minutos estamos de vuelta en el local. En el taxi había sopesado la idea de indicarle al taxista la dirección de la casa de Harry y dejarle que lo llevara, pero luego descarté la idea. Ninguno de los dos tenía suficiente dinero como para pagar un taxi hasta su casa, y además prefería que permaneciera conmigo hasta que terminara mi turno.
–Lola, ¿por qué vinimos en un taxi?
–¿Qué quieres decir?
–Digo, tienes un auto, ¿verdad?
Lo miro, sintiéndome una idiota. Chasqueo la lengua y le digo: –Bueno, digamos que me olvidé de mi auto. –confieso. –Debes creer que soy una estúpida.
Tengo un bonito auto a dos cuadras de aquí, estacionado en un jodido parking que luego tendré que pagar, y además, ¡también tuve que pagar un taxi! Bien, Lola.
Harry se ríe por lo bajo mientras atravesamos la puerta de American Apparel. –No, pienso que probablemente enloqueciste cuando te mandé esos mensajes y te olvidaste, punto.
–Bueno, estás bastante acertado.
Johnny me sonríe y me guiña el ojo apenas me acerco al mostrador. Harry permanece del otro lado, mirando algunas prendas, tratando de enfocar su atención en otra cosa. Tomo el dinero que una mujer está tendiéndome mientras mi compañero pone su compra en una bolsa. Cuando la mujer se va, Johnny me ataca.
–¿Ese es tu novio? –dice, tratando de ser discreto pero fallando en el intento.
Harry levanta la mirada hacia nosotros y yo pateo a mi compañero debajo del mostrador. El chico hace una mueca y se muerde el labio, mientras yo niego con la cabeza tanto para él como para Harry. El rizado devuelve su atención a los pantalones y yo a Johnny.
–Era. Tuvo un accidente. –le susurro.
–Oh, oh. Ya lo sé. Se golpeó la cabeza y se olvidó de todo. Tan cliché.
Entrecierro los ojos, mirándolo con odio. –Bueno, porque, ¡eso es exactamente lo que sucedió!
Johnny abre los ojos como platos y se ríe, soltando una fuerte carcajada. –Eres lo más cliché que existe en el mundo, Lol.
–Déjame, idiota. –farfullo golpeándolo con el codo.
(...)
Después de sobrevivir a mi primera y caótica jornada laboral (y siendo acompañada la mitad de ella por Harry), finalmente hacemos acto de presencia en la residencia Styles, donde sé que el caos se va a desatar. Harry permaneció taciturno y agobiado toda la tarde y eso me preocupa en demasía. Su último mensaje de texto, el que evidenciaba que él se creía un estúpido, realmente me había dejado alerta. Ninguno de nosotros necesita más drama, y Harry con el autoestima baja constituye una gran fuente de ello.
Anne no está para nada contenta cuando termino de relatar la desafortunada tarde de Harry. Espero que cuando me marche no lo reprenda, porque ahí sí que terminaré de sentirme para la mierda al respecto con esta situación.
–Harry, ¿puedes explicarme por qué no me llamaste a mí en lugar de molestar a Lola en su trabajo?
–Anne, no fue ninguna molestia. –me apresuro a defender.
La mujer me ignora olímpicamente, colocando sus manos en sus caderas y mirando a su hijo. Harry parece distraído, tratando de no prestarle la atención suficiente a su furibunda madre.
–No lo sé, ¿vale? Comencé a apretar los números de marcación rápida y Lola apareció en uno de ellos.
–¡Por Dios, Harry! ¿Tienes a Lola y no a mí en la marcación rápida?
¿Qué demonios significaba eso? ¿Anne estaba celosa de una chiquilla estúpida de dieciocho años? Suelto un sonoro suspiro tratando de demostrarles lo absurda que me parece esta discusión.
–¡Simplemente entré en pánico y comencé a apretar las teclas mamá, no hagas tanto drama!
–Sólo digo, Harry... que deberías considerar que yo puedo hacerme cargo de ti sin ayuda de otras personas.
–Yo creo que no. –murmura Harry casi inaudible. Casi.
Antes de que Anne explote en furia, decido intervenir y colocarme entre ellos dos y detener esta estupidez de la forma más conciliadora, diplomática y adulta posible.
–Lo que yo creo, Anne, es que Harry simplemente no sabía qué hacer e hizo lo que primero se le vino a la mente. Si me hubiera molestado irlo a buscar entendería el sentido de esta conversación, pero no. No me molestó. Y, de hecho, lo haría todas las veces que fuera necesario si él se encontrara en aprietos. Encuentro esta discusión completamente absurda.
–Simplemente me molesta que él siempre recurra a ti, en lugar de a su madre. No es personal, Lola. Sabes que te adoro, pero él es mi hijo y siento soy yo la que está menos involucrada en su vida.
–No creo que sea momento de agobiar a Harry con eso, ¿verdad? Él en este momento está vulnerable y confundido, nos necesita a todos, no solo a mí o a ti.
–Joder, dejen de hablar como si yo no estuviera aquí. –replica, acercándose a nosotras. –Digan de una vez por todas que soy un inútil y una carga más y nos ahorramos las formalidades, ¿vale? Que parece que hace rato quieren mencionarlo.
–Harry, no...
Sin más, sube las escaleras finalizando con un estruendoso portazo en el extremo del corredor. La mujer frente a mi respira hondo, llevándose las manos a la frente.
–Ya no sé qué hacer con él, Lola. Últimamente lo único que menciona es que no sirve para nada, y todos sabemos que no es así. A veces actúa como un niño.
Con esa declaración por parte de la madre de los Styles comprendo con cuán poca paciencia ha sido dotada. –Supongo que es normal. –murmuro. –Siempre ha tendido a ser demasiado autocrítico. Esto es sólo una reacción habitual en Har...
Mis palabras son detenidas por el sonido de un cristal haciéndose añicos en la parte superior de la casa. Anne toma la barandilla de la escalera dispuesta a subir, pero yo sostengo su mano y con la mirada le imploro que me deje ir a mí. Asiente levemente y abandona la estancia mientras yo subo poco a poco los peldaños hasta llegar arriba, donde recorro el corredor escuchando cosas romperse sin parar. Al final, llego a su puerta y la golpeo con los nudillos.
–Vete.
–Harry, soy yo, Lola.
–Ya lo sé, y quiero que te vayas.
Suspiro dándome cuenta que, por su voluntad, no entraré a la habitación en un par de horas. –Harry, sabes que estoy enterada de que el seguro de tu puerta se rompió hace dos meses, ¿verdad? De hecho, fui yo la que lo rompió. Accidentalmente, claro.
–Mierda.
Me río entre dientes antes de tomar el picaporte y tirar de él hacia abajo, introduciéndome en la destrozada habitación. Soy testigo de cómo está por arrojar un pequeño adorno que significaba mucho para nosotros, por lo que corro y prácticamente me abalanzo sobre él.
–¡No lo hagas! –ordeno sosteniendo su brazo con la mano. Me mira extrañado. –Tu anterior yo no querría que lo hicieras. –murmuro soltando una pequeña sonrisa de lado.
–¿Ah no? –su tono se hace más ameno, mientras su brazo comienza a descender.
Nos sentamos en la cama, uno frente al otro.
–Esto.... –tomo la pequeña esfera de cristal de sus manos, agitándola levemente y viendo los copos de nieve comenzar a esparcirse dentro de él, rodeando la pequeña y bonita casa que está junto a un pequeño pino de plástico. –Me lo regalaste hace mucho tiempo y me dijiste que alguna vez, en algún momento, tú y yo íbamos a comprarnos una casa así.
–¿Eso dije?
Cierro los ojos con fuerza, mordiéndome el labio al darme cuenta del error garrafal que había cometido. –S-Si... –dudo. –P-Porque dijiste que... cuando empezáramos la universidad, tu ibas a... digo, íbamos, a comprar un departamento cerca de nuestras facultades e irnos a vivir allí. Y yo no quería un departamento, quería una casa. Entonces... conseguiste eso, sí, y me dijiste que esa iba a ser nuestra.
–¿Y qué paso?
Mierda, ¡nunca habíamos hablado de ello! ¿Por qué estaba diciéndole que sí lo habíamos hecho? Joder, joder, joder. Esto se me iba a ir de las manos en cualquier momento.
–Bueno... resulta que Julie quería que ella, Cam y yo rentáramos un apartamento. Y ya sabes cómo es Julie cuando algo se le mete en la cabeza.
–Sí, pero Julie va a irse a vivir con Zayn. –murmura entrecerrando los ojos y sacándome la esfera de las manos.
–Y por eso es que todavía vivo con mi mamá. –frunzo los labios, soltando una risita nerviosa.
Observo su semblante mientras asiente y se ríe conmigo, haciendo girar la esfera entre sus manos. Sin embargo, su risa se desvanece y su rostro se pone mortalmente serio. –Lola, de verdad piensas que no sirvo para nada, ¿no es así?
–No... –murmuro. –Claro que no, ¿cómo podría hacerlo? Eres inteligente y terriblemente capaz. Créeme si te digo que cuando quieres algo, no paras hasta conseguirlo. No eres un inútil, Harry. Quítate esa jodida idea de la cabeza.
–Pero ni siquiera fui capaz de seguir una puta dirección.
–Eso se debe a que acabas de perder la memoria y, además, de que inusuales veces visitaste esa parte de la ciudad, no porque eres un inútil. Y, si lo fueras, puedo asegurarte no habrías asistido a la facultad, ni esta mañana ni ninguna otra, ¿o me equivoco?
Niega con la cabeza, mordiéndose el labio. –Lo siento por el mal rato que te hice pasar esta tarde.
Le sonrío con burla cuando levanta la mirada. –Me ha encantado tenerte ahí el primer día. Además, me has ayudado a romper un récord.
–¿Qué record?
–La escapada del trabajo más rápida.–exclamo levantando los brazos. –Hacía tres horas que había empezado a trabajar allí y ya me estaba escapando para ir a buscar a mi amigo, ¿qué tal?
–Tienes razón. Deberías agradecerme. –se ríe.
Sonrío, poniendo la mano en su mejilla. –¿Ves? Eres mucho más lindo riéndote que con el ceño fruncido, diciendo malas palabras y rompiendo tu jodida habitación. Extrañaba verte enojado y maldiciendo, pero laverdad, Harry, es que extrañaba verte sonreír.