ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PAR...

By AmandaJqueiroz

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Un accidente, dos mundos que colisionan uniéndose en uno. Bybee no ha tenido precisamente suerte en la vida... More

Antes que nada
SINOPSIS.
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03. BYBBE
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08.WES
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Duda
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Meme personajes
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MOMENTO MEME
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Momento meme
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Momento meme de la semana
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By AmandaJqueiroz

4/4
Espero que hayáis disfrutado de este mini maratón bombones! Gracias por seguir aquí esperando después de unos meses desaparecida! Pronto subiré más, un enorme kiss y hasta prontito.

ÁLBUM: Patán detallista
CANCIÓN: Fake I.D - Big and rich

El gran salón resultó ser un comedor de seis mesas para ocho comensales. En un primer instante me resultó extraño, no sabía que conociese a tanta gente, pero de camino a nuestra mesa me fijé en que la misma gente que no me sonaba de nada en el vestíbulo estaba allí. Luego descubrí que se trataba de las respectivas parejas de mis invitadas. Era de esperarse ¿No? Era San Valentín, al fin y a cabo.
En nuestra mesa estaban mis padres, Bianca y Martín, Katz y...

—¿Dónde está Bronik?—pregunté a Katherine tras darle un codazo para llamar su atención ya que charlaba con Bianca.

Haciendo una mueca me miró unos segundos antes de contestar.

—Llevamos una semana sin hablarnos...—Se encogió de hombros y bebió un sorbo de su copa.

—¿Qué? ¿Pero...—Me cortó apretándome la rodilla con los dedos.

—Ya te lo contaré.

Suspiré.

—¿Por qué me mentiste?—pregunté refiriéndome a Bronik y no a la fiesta.

—Necesitaba una excusa para que no sospecharas, aunque conociéndote, no tenías ni idea de lo que se estaba cosiendo—se rio a lo bajini y luego bebió otro sorbo de vino blanco de su copa.

Volví a suspirar.

—Veo que el hobbie favorito de la gente es esconderme cosas o mentirme—murmuré haciendo un mohín.

Iba a ser cierto que era una inocentona y cualquiera me hacía de tonta.

—No seas mamona, se nota que echas de menos a Eve, empiezas a portarte como ella—me regañó, sin importarle que alguien más de la mesa escuchase—.¿Por qué no quitas el abrigo? ¿No tienes calor? tienes unos coloretes muy graciosos.

Hice una mueca.

Estaba sudando por sitios insospechables.

—No puedo quitármelo...—se lo susurré haciendo una mueca entre fastidio y  vergüenza, luego bajé y subí las cejas de forma insinuante para que entendiera sin palabras por lo que estaba pasando.

—Dios...venga acompáñame al baño—dijo en un ataque de risa.

Buena idea, si iba pasar la noche sudando, tendría que ir cada poco al baño a refrescarme, por no hablar de que seguramente tendría el maquillaje corrido de haber llorado a mares cuando vi a mis padres.

—¿A quién se le ocurre venir medio desnuda a una cena?—Siguía riéndose a mi cuesta cuando entramos en el baño de señoritas.
Le fulminé con la mirada y luego le saqué la lengua. Todo era culpa suya.

Pedazo bruja.

—Es culpa tuya maldita bruja, me dijiste: échale el polvo de su vida y luego déjale si quieres.

Me acerqué al lavabo y abrí el grifo de agua fría y dejé el agua correr unos segundos en mis manos antes de mojarme el cuello.

—¿Ahora es culpa mía que seas una pervertida?—se rio a carcajada, seguía plantada al lado de la puerta de brazos cruzados, observándome—. Te dije que te lo follaras, no que pasaras vergüenza.

Chasqueé la lengua.

—Bruja.

Se volvió a reír y yo suspiré.

Iba a ser una noche muy larga si iba a tener que estar con abrigo mientras tenían la calefacción a tope por el frío que hacía fuera.

Me atreví a mirar un segundo el es espejo y me sorprendió cerciorarme de que el maquillaje seguía intacto.

Alucino pepinillos.

No hacía mucho había comprado maquillaje por una app de compras online, tenía buenos comentarios dicha marca pero nunca imaginé que fuese tan buena como para salir intacta después de todo.

Alguien llamó a la puerta sobresaltando a ambas. Katz la entre abrió.

—Gracias...—Le oí decir y me volteé hacia ella—. Va a ser que el patán piensa más de lo que yo creía, empiezo a darle el beneficio de la duda.

Entre sus manos tenía la misma caja que me había llegado esa tarde. Se me cortó un segundo la respiración y mi corazón empezó a latir desenfrenadamente.

—¿Cómo...

—Antes de que llegaras, uno de sus chicos me pidió la llave de casa para recoger algo que se te había olvidado, no me dijo lo que era, ahora entiendo porqué...—me acercó la caja y me dijo que me diera prisa que pronto empezarían con los entremeses y tenía hambre. Según ella se había estado guardando para llenar la "panza" en la cena.

Mientras la oía contarme qué más de unas vez estuvo a punto de largarme todo, yo me metía en uno de los reservados para cambiar la gabardina por el precioso vestido de seda esmeralda con escote en V que me había regado esa misma tarde.

—Esta mañana cuando te llegó la sesta regalo casi entro en la cocina gritando “feliz cumpleaños perra”, tuve que tragar mis propias palabras—se reía desde fuera. Se había apoyado contra la puerta del reservado. Yo también me reí, seguramente no hubiese podido guardarme el secreto tanto tiempo.
—¿Quién te avisó de la idea?—pregunté abriendo la puerta y pidiéndole que subiera la cremallera de la espalda.

—El patán se presentó en casa el lunes cuando te habías marchado a la universidad, casi le echo a correr, pero entonces soltó que Bianca y él te estaban preparando una fiesta de cumpleaños y quiso saber si me apuntaba a la diversión...

Diversión...

—¿Y en qué le ayudaste?—pregunté.

Ella se rio y negó a decirme nada más.

—No quiero estropear las demás sorpresas, tu hermana me mataría, tiene un carácter de mierda.

Suspirando me dirigí a la salida seguido de ella. Llevaba la caja entre mis brazos más el abrigo.

—¿Ahora sois amiguitas?—me burlé refiriéndose a mi hermana.

—Puede ser, le invitaré a la fiesta de pijama, puede que nos hagamos las uñas y hablemos de chicos—ironizó ella llamando alguien a mi espalda con los dedos y luego dijo que se hacía cargo de la caja, así que se la entregué—. No seas celosa, solo te quiero a ti, churri.

Riendo, puse los ojos en blanco.

No podía evitar sentirme insegura con todo lo que se refería a Bianca. Teníamos un largo historial de incidentes, y aunque empezaba a confiar en ella por haber demostrado estar mejor y más receptiva en respecto a mí, todavía había algo que me echaba para atrás.

Cuando Katz entregó la caja y el abrigo a uno de los empleados para que lo guardara, cruzamos nuestros brazos y entre chistes y risas volvimos a la mesa.
Aún no habían empezado con el entrante.

—¡Vaya! Estás preciosa, cariño—me alabó mi padre con la voz llena de orgullo.

Le miré sonrojada y con el corazón lleno de gozo. No podía negar, siempre me había considerado la "niñita de papá". Mi padre lo era todo para mí y escucharle alabarme era lo más bonito del mundo.

—Gracias, papá—le agradecí sentándome en mi sitio.

—Te queda genial ese vestido, bichito—estuvo de acuerdo mi madre.

Desplacé la mirada hacia ella y sonreí. Bianca que estaba sentada a su lado sonría de oreja a oreja, parecía hasta diabólica sonriendo así. Nunca le había visto sonreír tanto tiempo en mi vida.

—Veo que he acertado eligiendo ese vestido—confirmó ella.

Esas palabras sentaron como una bofetada.
Cuando vi el vestido estaba tan segura de que Wesley había elegido ese estilo y ese color porque me conociese tan bien como para saber como ponerme caliente con tan solo tocar la prenda y resultó ser que lo eligió la bruja de mi hermana mayor.

Por fuera sonreía pero por dentro los celos aplastaban mi corazón.

—Olvídate de cualquier tontería que te estés montando en la cabeza ahora mismo—susurró en mi oído—, yo no soy Mike.

—Gracias, Bia—dije entre dientes sin perder la sonrisa.

Wesley cogió mi mano bajo la mesa y me vi obligada a mirarle a los ojos. Poco a poco el enfado del vestido y del hecho de que hubiese estado con mi hermana codo a codo para prepararme la fiesta se esfumaron. En sus ojos vi algo que disipó todas mis dudas. ¿Eso era cariño? ¿Admiración? Fuese lo que fuere parecía algo genuino y verdadero. Mi corazón empezó a latir desbocado y me cortó el aliento, haciendo que abriera los labios ligeramente para suspirar.
Sus ojos bajaron a mis labios y...

—Lo siento... Siento llegar tarde—oí una voz conocida cerca de nosotros y alcé la vista para encontrar a Emily vestida de gala.

Iba preciosa con su pelo cobrizo en un moño italiano. Llevaba un vestido de color perla y un bolso de mano negro con bordados en blanco.

—Feliz cumpleaños preciosa—me saludó con un beso en cada mejilla y luego ocupó el único sitio vacío que había en nuestra mesa.

Hasta ese momento no me había acordado de Emily, y menos había pensado en la posibilidad de que el sitio vacío que había en nuestra mesa fuese para ella.

—¡Emmy! Pero que guapa vas chica—le saludé muy animada de verla—. Mamá, papá, esta es Emily, la hermana pequeña de Wesley y una buena amiga.

Tras las presentaciones, los cumplidos y algún chiste sin importancia procedimos con los entrantes.

La cena trascurrió en armonía. Katz, Emily y yo charlábamos alegremente, Bianca y mi madre hacían planes para comprar ropa y accesorios necesarios para el bebe y Martín, Papá y Wesley hablaban de deporte y coches.

Todo parecía cuadrar bien, mi padre parecía llevarse bien con Martín y con Wes y eso llenaba mi corazón. Siempre había tenido un pie atrás con Mike, pero nunca me dijo el motivo real. En ese sentido guardaba muy bien su opinión.

—¡A bailar!— gritó Katz cuando la cena se dio por terminada y nos disponíamos a cambiar de salón para la “fiesta”.

Emily y yo, quienes nos habíamos cogido del brazo la una a la otra nos reímos a carcajada limpia. Nos habíamos pasado con el vino y se notaba con solo mirarnos.

—Adivina a quién contratamos para cantar en directo, claro, luego habrá un Dj, pero antes musica en directo...—le oí decir a Bianca desde atrás y obligué a Emmy a voltearse conmigo para mirarla.

—¿John Mayer? Por favor que sea Johnny—exclamó Katherine saltando de un lado a otro de camino al salón de baile.

Bianca le fulminó con la mirada un segundo pero rápidamente recuperó la compostura. Tan rápido que empecé a dudar de que le hubiese mirado mal.

—No. ¿Recuerdas al grupo Jack and Lawrence?—preguntó mirándome a mí.
Me reí, no porque me hiciera gracia nada en particular, sino por los efectos del alcohol.

—¿Qué?

—Recuerdo que te gustaba mucho...

—Sí, a los nueve años— volví a reírme y las chicas me siguieron en el coro de risas

En ese momento no entendí bien, pero más adelante, con la cabeza más despejada de tanto vino, me di cuenta de que Bianca apenas sabía nada de mi. Ni yo de ella.
Quizá hubiese acertado con el sitio, en la decoración, en la comida e incluso con la ropa, pero eso solo significaba que teníamos gustos similares, por lo demás no sabía nada.

La fiesta prosiguió mientras mis amigas y yo nos uníamos a las chicas de la oficina para bailar y cantar como en noche vieja.
Cuando ya no podía dar ningún paso de tanto saltar y apenas podía hablar de tanto gritar cantando, me senté al lado de Wes y me quité los tacones. Alcé la vista hacia él para encontrarme con que me observaba con aire divertido.

—Gracias, por todo—murmuré con voz ronca y él sonrió ampliamente mientras deslizaba un brazo por encima de mis hombros. Me dejé caer en su dirección y me apoyé en su pecho.

—Gracias a ti...—respondió abrazándome con fuerza. 

Miré como los invitados se lo pasaban bien. Hasta mis padres se habían animado a bailar una bachata que había empezado a sonar. Bailaban torpemente, pero parecían pasárselo en grande.

Paseando la vista por la pista me encontré con la mirada de Savannah, su novio estaba haciendo el robot a su lado, sin ninguna sintonía con la música. Me reí y ella alzó su copa en nuestra dirección.

—¿Por qué decidiste llamar a las chicas de la ofi? ¿Qué pasa con mantener las apariencias?—pregunté en alto para que me oyera. Me separé un poco y lo miré fijamente, las luces de neón hacían sombras aquí y allá en su rostro leonino.

—Supongo que si confías en ellas, yo también tendré que hacerlo.

—¡Duh!—me burlé, sin creerle.

Le oí suspirar, y poniéndose serio contestó:
—Habrá que saber separar ambas partes, pero es tú día, son tus amigas y se merecían disfrutar de este día contigo.

Asentí, creyéndole por fin.

—Tampoco somos tan amigas—confesé riéndome y luego llevé el dedo índice a los labios para que subiera que debía guardarme el secreto.

Se rio y me dio un casto beso en los labios, nos separamos cuando todos empezaron a gritar de emoción. Miramos al frente para darnos cuenta de que no se trataba de nosotros.

Suspiré aliviada, estaba harta de ser el centro de atención, había tenido suficiente por un día.
Empezó a sonar los primeros acordes de Fake I.D y todos corriendo a ocupar su sitio en la pista de baile.

Chillé emocionada al reconocer el principio de una de las canciones de Footloose.

—Venga, vamos a bailar—Me levanté de golpe y extendí la mano a Wes.

—No, yo no bailo.

—No seas mamón—gruñí impaciente. Me encantaba esa canción y quería bailar la coreografía con todos, quienes ya estaban en posición esperando que el DJ volviese a poner al principio después de que todos protestaran que no estaban listo—. ¡Vamos!

Después de suplicarle un poco más, suspirando, aceptó mi mano y tirando de él corrimos a la pista de baile

Nos pusimos en la última fila al instante que los acordes empezaban a sonar. Después de hacer los primeros pasos de la coreografía, alcé la vista hacia él y para mi sorpresa me miraba con burla.

Valeeee, no era la mejor bailarina del mundo, pero me lo sabía pasar bien.
Le sonreí y él me guiñó el ojo antes de proseguir la coreo dándome la espalda.

En ese instante, allí, junto a toda la gente que me importaba y quería, me sentí la persona más afortunada del mundo.

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