ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PAR...

By AmandaJqueiroz

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Un accidente, dos mundos que colisionan uniéndose en uno. Bybee no ha tenido precisamente suerte en la vida... More

Antes que nada
SINOPSIS.
01.BYBEE
02. BYBEE
03. BYBBE
04.BYBEE
05. BYBEE
06. BYBEE
07.BYBEE
08.WES
09. WES
10. BYBEE
11. BYBEE
12. BYBEE
13. BYBEE
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15. BYBEE
16. WES
17. WES
Duda
18. BYBEE
19.BYBEE
20.BYBEE
21. BYBEE
22. BYBEE
23. BYBBE
24. BYBBE
25. BYBBE
26. WES
Meme personajes
27. WES
28.WES
29. BYBEE
30.BYBEE
31. BYBEE
32. BYBEE
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35. BYBEE
36. WES
37. WES
38. BYBEE
39.BYBEE
40. BYBEE
41. BYBEE
42. WES
43. WES
44. BYBEE
45. BYBEE
46. BYBEE
47. BEE
48. BEE
49. BEE
50. BEE
51. BEE
MOMENTO MEME
52. BEE
53. WES
54. WES.
55. BEE
56. BEE
57. BEE
58. BEE
Momento meme
59. BEE
60. WES
61. WES
62. BEE
63. BEE
64. BEE
65. BEE
66. BEE
67. BEE
68. WES
69. WES
Momento meme de la semana
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71. BEE
72. BEE
73. BEE
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76. WES
77. WES
78. WES
79. BEE
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86.WES
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109. WES
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121. WES

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By AmandaJqueiroz

Hola holaaaa! ¿Cómo habéis estado bombones? Sé que llevo un par de meses desaparecida, pero vuelvo con mucho más y con muchas ganas de daros el final de esta novela. Hoy tendremos un mini maratón de 4 capítulos a lo largo del día los iré subiendo. Aquí tenéis el primero.

1/4

ÁLBUM: Cortando de raíz
CANCIÓN: Bellyache - Billie Eilish

En la vida existen situaciones en las cuales es difícil saber si estás haciendo lo correcto o si te estás equivocando, y tenía la sensación de que con Cohen las cosas ganaban un nivel de dificultad. Sabía que ignorarla no era la solución, pero quería que las cosas salieran bien, y no era el mejor guardando un secreto.

El último año de instituto no pude guardar el secreto de que Jasper se tiraba a la madre de Mirella, y eso armó bastante revuelo. Tampoco supe guardar el secreto de Emily cuando me contó que estaba preocupada porque había besado a una amiga en la fiesta de pijama, así que no quería estropear la sorpresa.

Su sorpresa.

Quizá eso no me exculpara de no contarle lo de Rachel, pero no importaba, era mi pasado, pasado por el cual seguía pagando.

Aquella tarde fue la segunda vez que Rachel se atrevió a pasar por la oficina. Empezaba a mosquearme.
Tenía que averiguar a quién sobornaba para burlar la seguridad con tanta facilidad y acabar siempre en mi despacho.

—Señor Gallagher...—se oyó la monótona voz de Kristin por el interfono. Aparté un momento los ojos del documento que estaba revisando y miré al aparato q. Tuve que pestañear un par de veces para enfocar la vista cansada—. La señorita Sergeevna ...

—Llama a seguridad y que la echen.

En los primeros minutos de cólera al enterarme de que quería pasar, pensé en echar a toda la plantilla de seguridad y las secretarias de la primera planta, pero no quería echar a la calle a personas que no estuviesen involucradas en el asunto.

Pulsé el botón de cortar la comunicación, con el dedo índice, a seguir, con el pulgar apreté el puente de la nariz y respiré hondo. No podía creer que hubiese burlado nuevamente a los guardias.
No era posible que la empresa invirtiera millones al año en seguridad y que pudiese colarse cualquiera con la mínima facilidad.

—Nota mental, cambiar todo el equipo de seguridad...— susurré al tiempo que la puerta se abría de par en par, y sin más, entraban Rachel y Kristin en medio de una acalorada discusión—.¿Qué clase de paripé es éste?

Kristin palideció al oír mi voz, ya Rachel se apartó un mechón de pelo y alzó la vista con una gran sonrisa. Tiempo atrás esa sonrisa habría tenido efecto sobre mi, ahora solo me daba repulsa.

—Lo siento señor, se ha lanzado sin permiso y no pude frenarle...—se excusó Kristin, antes de que pudiese seguir disculpándose, cogí el teléfono y marqué a los de seguridad. Estarían allí en minutos para llevarse a Rachel, una vez más.

—Wesy, no seas así, escúchame y luego si quieres me iré...—dijo con voz melosa mientras se acercaba a la mesa. Le hice un movimiento de cabeza mirando a Kristin y se marchó cerrando la puerta.

—Para empezar... has perdido todo derecho a usar ese diminutivo tan estúpido de mi nombre—rebatí en tono tranquilo mientras acomodaba a un lado los papeles que tenía sobre la mesa—. ¿Qué diantres quieres?

Se sentó con gran elegancia en la silla frente al escritorio y deslizó sus largas manos en mi dirección, como si quiera que unirá la mía a las suyas. Me eché para atrás en la silla, alejándome todo lo posible de sus garras.

—Te he echado de menos Wess...Wesley—susurró mientras hacía circulos con el dedo índice sobre la mesa.
—¿Qué es esto? ¿Un chiste?—Me reí, negando levemente con la cabeza sin apartar la vista de ella. Su melena rubia caía como cascada por los hombros, y un fuerte labial color rojo daba más volumen a sus labios—. ¿Debería sorprenderme que sigas tomándome por tonto?

Se llevó la mano al pecho como si mis palabras acabaran de herirla.

¿Cómo no pude darme de lo falsa que eres? Las señales estuvieron ahí todo el tiempo, pero como un bobo nunca me di cuenta. Mi madre siempre tuvo razón, por duro que sea reconocerlo.

—No te tomo por tonto, te lo digo en serio, te echo de menos...

Resoplé y me revolví en la silla.

—Ya vale de mentiras, eso no te ayudará en nada—mi tono áspero le hizo cruzar los brazos como una niña enfurruñada—.¿Dónde está tu prometido? Acaso sabe él que estás aquí... ¿A santo de qué a fin de cuentas?

—Hemos roto... Ya dije; te he echado de menos, he echado de menos tu olor, tus ojos...

Golpeé la mesa con el puño cerrado y ella saltó en su silla, sin esperarse mi achaque de rabia.

—¡Deja de actuar!—vociferé. No volvería a caer en su trampa, era mala persona, era manipuladora y estafadora, sobre todo estafadora, no podía olvidarme de eso—. Solo te preguntaré una vez más antes de echarte... ¿Qué cojones quieres de mi?

Se colocó bien en la silla, abrió su bolso y de él sacó un cigarrillo pero al verme negar con la cabeza, resopló y lo volvió a guardar.

—Quiero dinero ¿Vale?— Se cruzó de brazos y me miró desafiante, cosa que nunca había hecho antes sin una excusa sexual de por medio. Cierta parte de mi cuerpo quiso reacción ante ese gesto, pero rápidamente negué con la cabeza, alejando ese pensamiento—. No tengo un duro...

Me reí con ganas, lo que en un principio la asustó, pero se recompuso rápido y me  fulminó con la mirada.

—¿Y qué tengo yo que ver en eso? No es mi culpa que seas una vendida...

Resopló y de un salto se levantó y se acercó al gran ventanal con vistas al centro de la ciudad.
Desde allí se veía lejanamente, debido a la altura en la que nos encontrábamos, la avenida llena de imponentes rascacielos vanguardistas, cuna de gran parte de la economía del país.

—No he venido aquí para que me insultes...—susurró indignada.

Solo en ese instante me permití observarla minuciosamente. Podía llegar a entender lo qué me llamó de ella, Rachel tenía un "je ne sais quoi" que hipnotizaba. Llevaba unos pantalones estilo campana de color blanco y una camisa negra transparente con lunares dorados.

—... pero sé que quieres perderme de vista y a ti no te costará nada sacar la cartera para verme marchar...—Se giró hacia mi y su voz llegó a mis oídos tras haber estado distraído analizándola.

—¿Perdón?

—Dos millones y nunca volverás a oír hablar de mí.

Mi cerebro tardó unos segundos en procesar lo que acababa de largar por la boca. Sin poder evitarlo reí a carcajada limpia.

—Pero... pero...—decía entre risa— ¿Tú te oyes chica?

Entrecerró los ojos y apretó los labios con fuerza hasta que se formó en su lugar una fina línea blanca. En su tiempo me habría sentido " intimidado", en ese momento solo me daba pena.

—¿Te crees que chasqueo los dedos y me salen monedas de oro por las orejas o que cojones?

Empezó a caminar hacia mi mesa a paso lento, como un felino dispuesto a atacar.

—Te conozco, sé como te las manejas, si quieres puedes tener ese dinero aquí en una maleta en cuestión de horas...

Resoplé.

Odiaba que conociera aspectos de mi vida privada, pero tenia razón.

—No te voy a dar un céntimo Rachel, ahora mismo deberías estar pagando por mi tiempo, no al revés.

Terminó de acercarse a la mesa y dio un paso más hacia mi silla.
Contuve la respiración y me eché hacia atrás, sintiéndome atrapado por unos segundos en el pasado. Sus ojos azules estaban clavados en los míos, parecían leerme la mente, o mejor; los miedos.

—Si no me das los dos millones le diré a tu rubita que aquel día que huyó corriendo del restaurante cambiamos más que un par de palabras...—susurró deslizando sus largos dedos por mi pecho a través de la tela de la camisa—. Y con eso me refiero a algo mucho más gratificante...

Subió los dedos por mi garganta pero reaccioné antes de que hiciera algo imprudente. Empujé la silla con la punta de los dedos de los pies y esa rodó hacia atrás lejos de las garras de Rachel, la oí rechistar y rápidamente recuperar la compostura.

—Bee nunca te creería, además es mentira...—gruñí. Empezaba a cabrearme. ¿Cómo se atrevía a coaccionarme?

—¿Estás seguro? Parece bastante insegura, solo tendría que manipular unos detalles y caería como mosca en la trampa...

Se rio como Cruella De Vil y ese sonido me puso la piel de gallina.

—¿Siempre fuiste así de ruin?—Noté la decepción en mi propia voz y eso de alguna forma me rompió el corazón. No sentía ya nada por ella, pero me estaba dando cuenta de que la mentira que habíamos vivido se pasaba de castaño oscuro. Empezaba a preguntarme si realmente había sentido algo por mi o todo había sido puro interés.

—Venga... Dos de los grandes y se acabó todo.

Resoplando me levanté de golpe alejándome todo lo que me permitía la sala de ella.
Me acerqué al ventanal y miré hacia abajo. Las personas que caminaban por la calle principal parecían hormiguitas borrosas. Desde allí arriba todos los problemas parecían pequeños e  insignificante, por muy gordo que parecieran desde cerca.

—Mil y firmas un contrato...—Me giré hacia ella con los brazos cruzados, dispuesto a acabar de una vez por todas con el asunto.

—Dos mil.

—Quinientos y esto no es una negociación, firmaras un contrato con una cláusula específica dónde dejaré claro que no quiero volver a verte y si me vuelves a buscar tendrás que devolverme el doble que te di...

A medida que hablaba su sonrisa se iba apagando. Sé lo que estás pensando, no le debo nada, y es cierto, pero ella también tenía razón, quería perderla de vista. Quería permitirme olvidarla sin temor que volviese a reaparecer en mi vida.

—Wesy...

—Mi abogado se pondrá en contacto contigo, no tengo nada más que decirte, así que...—descrucé los brazos y señalé a la puerta en un rudo movimiento.
Unos nudillos llamaron a la puerta y les di el paso. Un par de chicos de seguridad aparecieron por la puerta y ella rechistó, a sabiendas de que su tiempo se había acabado.

—Adios Wesy.

Sonrió de oreja a oreja y desfiló hacia la salida.

Cuando la puerta se cerró, expulsé el aire de mis pulmones como si hubiese estado conteniendo el aliento durante una larga fracción de tiempo.

Dejé que los latidos de mi corazón se normalizaran y la calma volviera a mí antes de moverme.

Me acerqué al teléfono de la mesa y llamé a la secretaria.

—Dile al jefe de seguridad que quiero verle...

💜💜💜

Cuando Cohen me mandó a la mierda, me asusté. ¿Qué pasaría con nuestro trabajo de semanas si no quería salir conmigo? Habría que encontrar otra alternativa para que acabara en el punto B en el momentos adecuado.

—Debí habérselo contado cuando tuve oportunidad...—lamenté mientras enterraba la cara entre mis manos y suspiraba.

Pasados unos minutos mi cerebro ya funcionaba a todo vapor pensando en una segunda alternativa al plan cuando recibí un mensaje de su parte cambiando de parecer.
Miré el teléfono sin entender. A veces parecía bipolar. En un segundo me soltaba la chapa de que la relación no iba a ningún lado y al otro aceptaba sin más.

—Aunque tiene razón...—Me levanté y fui al baño. Encendí la luz y miré al espejo—. No puedo cagarla y pretender arreglar todo con regalos, no eres Rachel... Gracias a Dios.

Puse los ojos en blanco y luego suspiré. Necesitaba ordenar mis pensamientos antes de verla, necesitaba una explicación, y la tendría.

En su momento.

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