Never Say Never – The Fray
MITCHEL
Mi celular vibró cuando detuve la camioneta en el parking de la escuela. Lo saqué de mi bolsillo para encontrar el nombre de «Traidora» en la pantalla. Puede que haberle cambiado el mote haya sido algo infantil de mí parte. Bien, tal vez sí lo fue, pero ella sola se lo había buscado. Estuve tentando a deslizar el círculo rojo que era para rechazar la llamada. No sé qué me detuvo, si el hecho de que tenía semanas sin dar señales de vida, o que me encontraba de buen humor para responderle. Al parecer no fui lo suficiente rápido, porque finalizo la llamada antes de que pudiese darla por iniciada. Cuando estaba a punto de devolvérsela me llegaron unos mensajes de su parte con un enlace adjunto. Abrí el chat con curiosidad:
Traidora 😿
Es urgente.
Llámame.
https://www.musicmundial.com/¡Nuestro...
Mi dedo se quedó suspendido en el aire.
Tenía nervios de presionarlo, a pesar de que solo se alcanzaba a distinguir un pequeño fragmento, sospechaba que se trataba de mí. Era considerado uno de los favoritos de los medios, pero no en el buen sentido, ellos disfrutaban de las continuas meteduras de pata que solía tener para sacarles provecho.
Despegué la mirada de la pantalla por una fracción de segundos para asegurarme de que nadie estuviese a mi alrededor. ¿Era algo paranoico de mi parte? En lo absoluto, llevaba meses lejos de los reflectores y cámaras, pero sabía que eran capaces de investigar hasta lograr dar con mi paradero.
Inhalé con profundidad al tiempo que cerraba los ojos y me tragaba el miedo. Con un dedo tembloroso presioné el link y esperé a que me mandara a la página principal. El hecho de que se estuviese tomando su tiempo para cargar no hacía más que agregar suspenso a la situación.
Mi corazón bombeaba sangre tan rápido que mis músculos empezaron a sentirse calientes y una gota de sudor resbaló por mi sien. Sus palabras habían logrado afectarme al principio de mi carrera, después aprendí a lidiar con ellas, entonces no entendía mi nerviosísimo. ¿Podría decirse que era un tipo de presentimiento? Me dolía el jodido pecho.
¡NUESTRO CHICO MALO HA REGRESADO!
Después de varios meses en los que se desconocía su paradero este fin de semana Mitchel Gleeson fue visto acompañado de un chica en un bar de Los Ángeles. Fuentes aseguran que se encontraban ahí celebrando Halloween y, no solo no se separaron en toda la noche, también se les vio irse del lugar juntos. Todos nos morimos por saber quién es, dónde se conocieron, si ha estado con ella todo este tiempo. Y si no es nada serio, ¿se sumará a la lista de conquistas de nuestro rompe corazones? A lo largo de los años se le ha visto con modelos, actrices, influencers y cantantes, pero ningúna lo suficientemente buena para querer sentar cabeza. ¿Será está la indicada? Las gleesers desean saber qué está sucediendo en la vida del cantante, puesto que lleva una larga temporada descarriado del camino y sin ningún nuevo éxito a la vista...
Golpeé el volante con un puño.
Decidí no seguir leyendo, pero sí que miré las imágenes que estaban hasta abajo del artículo. Eran fotos mías en el escenario, de ella observándome entre el público, otras de cuando nos besamos y las últimas tomados de las manos saliendo del bar.
—¡A la mierda con esto! —grité asentando golpes contra el volante un par de veces más, hasta que me dolieron los nudillos y salí de la maldita camioneta.
Intenté controlar los latidos frenéticos de mi corazón.
Una vez que presioné el icono para llamar acerqué el celular a mi oreja, y esperé a que respondiera.
—¿Mitchel?
—¡¿Quién carajo está detrás de esto?! —le solté de pronto.
La escuché suspirar.
—No esperaba que esta fuese nuestra primera conversación después de meses —comentó decepcionada—. Sin embargo, es lo que nos toca.
—¿Y entonces? —le exigí.
No me importó ignorar lo que había dicho.
—Sé que debes estar furioso, pero tienes que relajarte y mantener la cabeza fría.
Solté una risa amarga.
—¿Furioso? —pregunté con burla—. No sé de qué hablas.
—Mitchel —advirtió.
—Justo ahora estoy saltando de alegría, hasta tengo pensado empezar a regalar globos y helados a los primeros niños que vea caminando por aquí.
—No necesitas ser irónico para que te entienda.
Hice un puchero a pesar de que no pudiese verme.
—¿No se trataba de que dijeramos estupideces sin sentido? —murmuré con fingida inocencia—. Ay, perdóname, un error de mi parte.
—Estás acabando con mi paciencia —aseguró irritada—, pero debes saber que ya me estoy encargando de todo. Nada más termine de hablar contigo seguiré en ello.
Apreté mis labios en una línea fina.
—¿Qué te costaba empezar por ahí?
—Es que no logro entenderlo —comentó desconcertada—, ¿qué sucedió para que te descuidaras de esta forma? Llevabas una buena racha, nadie sabía de ti.
Deslicé una mano por mi cabeza.
—¡Me confíe! —solté exasperado—. ¡Eso fue lo que sucedió!
—No solo elegiste un día en el que esos lugares están a rebosar de gente, sino que también cantaste —enunció con lentitud, y luego añadió—: ¿Te has vuelto idiota?
Sí.
Era un idiota descuidado.
—¡Mierda! —exclamé.
—Te siento alterado —señaló en tono acusador—. ¿Acaso estás...?
Sabía lo que diría, así que la corte.
—¡No he consumido esa mierda en todo el fin de semana! —le aseguré con cierto resentimiento en mi tono de voz—. ¡Y ahora sí le sumas todo esto que está pasando siento que me va explotar la maldita cabeza!
La verdad es que no tuve la oportunidad de hacerlo con Destiny estando todo el tiempo conmigo. Era la primera vez que pasábamos más de un día seguido juntos y no quería joderlo con mis mierdas.
¿Era mentirle a ella o a mí mismo?
Tal vez ambas.
—¿Es por la chica? De otro modo, no tiene sentido que reacciones de esta forma y te conozco para saber que ellos te importan una mierda. Tus palabras, no las mías.
Arranqué el gorro azul de mi cabeza de un tirón.
—Ella no sabe lo jodido que estoy, porque las veces que nos hemos llegado a ver solo han sido por algunas horas y luego se alejaba de mí por días, incluso semanas. —Me movía de un lado a otro mientras hablaba que estaba seguro de que sí alguien me viese de lejos pensaría que había algo mal en mí—. Al principio no era ningún problema, hasta que todo cambio, quería pasar más tiempo con ella y la distancia comenzó a ser asfixiante. Sin embargo, no hubo un día en el que no sintiese miedo, porque era consiente de que una vez que lo supiese podía espantarla y alejarla de mí.
Mi respiración era un desastre.
Se quedó un momento en silencio, y luego respondió sorprendida:
—Te importa de verdad.
—Sí —musité.
Soltó una pequeña risa.
—Has salido en revistas drogado, alcholizado, ensangrentado, arrestado por alterar el orden público, saliendo de lugares con chicas y es la primera vez que te preocupa lo que dicen. —El que se pusiera a enlistar cada maldita cosa de mi pasado era un golpe bajo, pero admitía que me lo merecía, solo un poco—. Ya dime, ¿qué hiciste con Mitchel? Suenas como alguien diferente y lo digo en el buen sentido.
Abatido me recargué en la puerta de la pick up.
—Se supone que la cuidaría y ahora su cara está en todos lados —murmuré en voz baja—. No se cansarán hasta obtener toda la información que necesitan y una vez que la tengan no la dejarán en paz.
—Lo siento, Mitchel —susurró apenada.
Cerré mis ojos.
—¿Hay una posibilidad de que puedas arreglar esto? No importa si tienes que inventar algo sobre mí, solo has que su atención se desvíe —le supliqué en un tono de voz que en otra situación me hubiese dado vergüenza—. Ella no pertenece a este mundo y, no porque no crea que es lo suficientemente fuerte para soportarlo, solo no quiero que invadan su privacidad.
Mi vista se perdió en dirección a la escuela, como si tuviese la capacidad de poder verla a pesar de la distancia. Me dolía el pecho y mucho.
—Es demasiado buena para estar involucrada con alguien como yo —añadí en un susurro.
La escuché carraspear antes de contestar.
—Te prometo que haré lo que esté en mis manos para que los medios no se interesen más en ella.
Asentí con mi cabeza a pesar de que no podía verme.
—Gracias.
—Ahora necesito que prometas que intentarás tranquilizarte hasta que me comunique de nuevo contigo. —La verdad consideré su petición por una fracción de segundos, hasta que se le ocurrió mencionar el tema que tenía prohibido—. No hagas que me quedé con el pendiente de que vuelva a suceder lo mismo que la última vez que te alteraste.
—No te pongas en plan hermana mayor, porque te cuelgo en este mismo instante —le advertí—. Ya sé la verdadera razón por la que me mandaste aquí.
—Mitchel... —intentó explicarse.
—Te atreviste a mentirme, eras la persona en la que más confiaba. El que te hable ahora no signifca que lo he olvidado y mucho menos que te he perdonado.
—Solo quería hacer lo mejor para ti.
Fruncí el ceño.
—¿No crees que esa decisión me pertenecía?
—¿Y has cambiado de opinion? —cuestionó en lugar de responder mi pregunta.
Dejé escapar un suspiro y consideré su pregunta.
—Sí.
—¿Sí? —repitió atónita.
—No volveré a repetirlo.
Susan empezó a llorar.
—¿También es por ella? —añadió después.
—Sí.
—No la conozco y ya la adoro.
Volqué los ojos.
—Cállate, pesada.
La escuché intentar controlarse.
—Entonces ya sabes lo que tienes que hacer.
—Lo sé —admití.