No olvides mi voz

By allierngll

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Destiny Felton, una chica cegada por los errores del pasado que encontró luz en la música. Mitchel Gleeson, u... More

🎸
🎸Capítulo Uno
🎸Capítulo Dos
🎸Capítulo Tres
🎸Capítulo Cuatro
🎸Capítulo Cinco
🎸Capítulo Seis
🎸Capítulo Siete
🎸Capítulo Ocho
🎸Capítulo Nueve
🎸Capítulo Diez
🎸Capítulo Once
🎸Capítulo Doce
🎸Capítulo Trece
🎸Capítulo Catorce
🎸Capítulo Quince
🎸Capítulo Dieciséis
🎸Capítulo Diecisiete
🎸Capítulo Dieciocho
🎸Capítulo Diecinueve
🎸Capítulo Veinte
🎸Capítulo Veintiuno
🎸Capítulo Veintidós
🎸Capítulo Ventitrés
🎸Capítulo Veinticuatro
🎸Capítulo Veinticinco
🎸Capítulo Ventiséis
🎸Capítulo Veintisiete
🎸Capítulo Veintiocho
🎸Capítulo Veintinueve
🎸Capítulo Treinta
🎸Capítulo Treinta y Uno
🎸Capítulo Treinta y Tres
🎸Capítulo Treinta y Cuatro
🎸Capítulo Treinta y Cinco
🎸 Capítulo Treinta y Seis
🎸 Capítulo Treinta y Siete
🎸Capítulo Treinta y Ocho
🎸 Capítulo Treinta y Nueve
🎸 Capítulo Cuarenta
🎸 Capítulo Cuarenta y Uno
🎸 Capítulo Cuarenta y Dos
🎸 Capítulo Cuarenta y Tres
🎸 Capítulo Cuarenta y Cuatro
🎸Capítulo Cuarenta y Cinco

🎸Capítulo Treinta y Dos

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By allierngll


Midnight River
–Pink Sweat$, 6LACK

MITCHEL

Salí de su interior una vez que le aclaré que no estaba bromeando y que la noche apenas comenzaba. Me levanté de la cama con la intención de ir al baño para envolver el condon en un pañuelo desechable y tirarlo en el cesto de basura. Al ver mi reflejo en el espejo me percaté de que apenas quedaba un poco del maquillaje que me hice antes de salir hace unas horas.

Me incliné hacia al frente, extendiendo una mano y saqué un paquete de toallas húmedas del gabinete que se encontraba en la parte de abajo del lavamanos. Extrajé una por una conforme las iban utilizando, hasta que termine y las junté en un puño para deshacerme de ellas. Tomé dos más para deslizarlas por mi falo, quitando aquellos rastros que el condon pudieron haber dejado. Me lavé las manos antes de agarrar el paquete de toallas y regresar a la habitación.

La encontré con la espalda recargada en la pared y las piernas pegadas al pecho. Su barbilla descansando entre las rodillas y y el cabello descendiéndole como una cascada sobre la espalda y parte de los brazos. No podía dejar de pensar en que se trataba de otro de mis sueños vividos con ella. Tras dejar el paquete sobre la cama levanté mi bóxer del suelo y deslicé cada una de mis extremidades inferiores por las aberturas.

Me senté a la orilla de la cama.

—Abre las piernas —le pedí con voz autoritaria, pero sin sonar lo suficientemente duro—. Por favor.

Cuando me senté en la orilla de la cama noté un ligero rubor cubrir sus mejillas y abrir los ojos con exageración.

—¿Para qué? —indagó alarmada.

Volqué los ojos.

—Te voy a limpiar.

—¿Por qué me tratas así? —susurró con una confusión grabada en sus ojos, y la forma en la que lo dijo fue como si no pudiese creer que alguien estuviese haciendo eso por ella. Me importaba poco lo que había pasado con su exnovio antes de conocerla. Sin embargo, algo me decía que no la había tratado como realmente merecía—. No lo entiendo.

—Mereces que te traten como si fueses la persona más valiosa que hayan conocido en su vida —le respondí sin despegar mis ojos de los suyos—. Nunca te conformes con menos.

Deslicé una toalla húmeda en el interior de sus muslos y por el exterior de sus labios con suavidad. Un suspiro dejó su boca acompañado de un temblor de piernas. Era capaz de sentir el peso de su mirada sobre cada uno de mis movimientos y, si tan solo pudiese escuchar lo rápido que latía mi corazón, porque a pesar de que hace algunos minutos mi miembro había estado en el lugar de mi mano, yo también estaba nervioso.

Una vez que terminé fui en busca de mi camisa negra y pasé cada manga por uno de sus brazos. No es que me molestara que anduviese desnuda por la habitación, pero quería que se sintiese cómoda. Elegí los tres botones de en medio para no abotonarsela por completo. Le rodeé su espalda con uno de mis brazos y con el otro sus piernas para cargarla. Destiny envolvió los suyos alrededor de mi cuello, aferrándose para no caer.

—Vamos, te llevaré al baño —le informé.

No dejaba de verme y yo solo pude esbozar una media sonrisa. Me sentía el chico más afortunado al tenerla entre mis brazos y con aquel brillo en sus ojos. Tan preciosa que el corazón siempre quería salirse de mi pecho cuando estaba con ella. La deposité en el suelo cuando llegamos al marco de la puerta del baño y guardé un mechón de cabello atrás de su oreja antes de hablarle.

—No te duches aún, quiero mostrarte algo.

—Solo haré del baño —dijo en voz baja.

—Te esperaré.

Una sonrisa dulce surcó sus labios como respuesta antes de cerrar la puerta y que la perdiera de vista por completo. Me apresuré a caminar hasta el escritorio para tomar el regalo de cumpleaños que le había estado creando en los últimos días. Al escucharla salir de baño, me giré con rapidez y lo escondí detrás de mi espalda. Se acercó a paso lento, jugando con sus manos y frunciendo el ceño en confusión. Me percaté del rubor que cubría su pecho y llegaba hasta sus mejillas.

—¿Qué ibas a mostrarme?

—Primero tienes que cerrar los ojos —le expliqué con una ceja enarcada y la emoción corriendo por mis venas—, y extender tus manos al frente.

—¿Por qué?

—Necia —murmuré—. Solo hazlo.

—Bien —aceptó a regañadientes.

—Sé que ya no es tu cumpleaños. —Tomé una bocanada de aire y con una mano temblorosa dejé el regalo sobre las suyas—. Pero debes saber que tengo una buena excusa, yo me enteré un día antes y no tuve el tiempo suficiente.

Destiny abrió sus ojos y los fijó en sus manos. Mis nervios incrementaron cuando se quedó callada por lo que pareció una eternidad y ser capaz de levantar la mirada.

—Un casete... —musitó.

Llevé mis manos atrás de mi espada y las entrelacé.

—Lo grabé para ti.

—De bicho —murmuró—. Para pulga.

—Sí.

—¿Bicho? —cuestionó divertida.

—Ajá.

Esbozó una sonrisa.

—¿Te quedaste con el apodo?

—Me llamaste así por una razón, creí que después de todo resultaba conveniente. —Le di un simple encogimiento de hombros y una mueca con mis labios, restándole importancia.

Se concentró en leer las canciones que estaban anotadas en el centro del casete con rotulador negro. No tenía la mejor letra del mundo ni la más legible, era demasiado cursiva y pequeña. Mi corazón golpeteaba contra mi pecho, esperando algún tipo de reacción de su parte cuando terminara de leerlas. Sus labios se movían, pero no emitían ningún sonido. Tenía que librar esta tensión, porque sinceramente me estaba matando.

—No te gustan los insectos, pero te guste yo —añadí enseguida, haciéndola reír.

—Al parecer sí.

No pude evitar sonreír y cerrar mis ojos con fuerza.

Había elegido cada una por una razón, cuando las escuché todas cobraron sentido gracias a ella. No eran más letras vacías. Me estaba enamorando perdidamente, hasta los huesos y no quería dejar de estarlo nunca. Si existía alguien para mí, esperaba que fuese ella. Y, si por alguna razón no era así, haría lo que estuviese a mi alcance para que lo fuese. No sabía si tenía sentido, la verdad me importaba una mierda. Fui suyo desde el primer momento en que nuestras miradas se encontraron sin planearlo. Se fue adueñándo de mi corazón con el pasar de los días, semanas y meses. Ella se encargó de destruir las rejas que mantenían prisionero a mi corazón malherido. Me encontró cuando más la necesitaba y con su luz se ha encargado de traerme nuevamente a la orilla. Mis pies sobre la arena y con la mente clara de a dónde quiero ir.

—¿Tienes una grabadora de casetes y no me dijiste? —cuestionó intrigada.

Me rasque la nuca con nerviosismo.

—Pues, así que digas que es mía, la verdad es que no... —murmuré

—¿Qué significa eso? ¿Fuiste a un lugar para que alguien que las grabara por ti?

—¡De acuerdo! Tal vez entré a tu habitación un día que no estabas para tomar la grabadora prestada sin tu permiso... —Ahora que lo decía en voz alta se escuchaba mal, pero no me arrepentía de ello—. También debes saber que volvería  a hacerlo sin dudar con tal de ser el responsable de darte el mejor regalo de cumpleaños. No lo niegues, sé que lo fue.

Se quedó un momento observándome en silencio.

—Eres demasiado lindo.

Y solté el aire que estaba reprimiendo por la boca.

Me obsequió una sonrisa antes de extender una mano y posarla en mi mejilla izquierda. Su mirada transmitiéndome una infinidad de emociones y sentimientos que calentaban mi pecho. La observé elevarse sobre las puntas de sus pies para dejar un suave beso contra mi piel. Apoyé la palma de mi mano en su cintura, con la intención de mantenerla un poco más de tiempo cerca de mí, inhalando con profundidad el olor que desprendía su cabello, cerrando mis ojos en el proceso. Una neblina lavanda embriagándome. Jamás imagine que mi vida cambiaría tan drásticamente, porque llegué a ese lugar sin esperar nada y terminé encontrándolo todo con ella. Estaba acostumbrado a una vida acelerada, pero fue la que se encargó de frenarme y recordarme que debo ir con calma para disfrutar cada momento. Sentir cada momento.

—No esperaba que me regalaras nada... —confesó sin dejar de ver el casete entre sus manos—. Te lo agradezco.

En esta ocasión me tocó a mí elevar ambas manos hasta sus mejillas y pegar mi frente contra la suya para susurrarle.

—Te mereces el mundo.

—¿Todo? —preguntó atónita.

—Todo.

Esbozó una sonrisa.

—¿Ahora podemos ducharnos?

—Sí.

Fetish – Selena Gomez

Me adelanté al baño mientras ella volvía a dejar el casete sobre el escritorio. Deslicé la puerta de cristal con la intención de levantar la manija de metal y que el agua caliente saliera disparada de la regadera. Guíe mis manos hasta el resorte de mi bóxer y lo bajé por mis extremidades sin prisa. La escuché cerrar la puerta y, cuando me volví para observarla, sus manos estaban a la altura de su pecho. Se desabotonó mi camisa hasta dejarla caer al suelo, formando un charco de color negro al rededor de sus pies y camino lentamente hasta a mí.

—¿No piensas entrar? —indagó divertida.

Tragué grueso.

—S-sí.

Cuando se puso bajo la regadera me quedé apreciando la forma en que las gotas se deslizaban por su piel y el color de su cabello se tornaba oscuro por la humedad.

—¿Qué sucede? —dijo a través del agua—. ¿No quieres ducharte conmigo?

No fue hasta ese momento en que desperté del trance en el que estaba.

—Jamás rechazaría esa oferta —dije al tiempo que me situaba atrás de ella.

Se volvió hacía a mí.

—¿Suele pasarte muy seguido?

—Explícate.

Junto su entrecejo.

—El quedarte parado como idiota.

—Cambiemos de lugar —le pedí dejando mis manos a cada extremo de sus brazos para moverla.

—¿Y bien...?

No respondí.

En su lugar arrastré mis manos desde mi rostro hasta mi cabello para retirar el agua que iba cayendo y poder seguirla mirándola.

—Soy un idiota enamorado cuando se trata de ti —admití en voz baja.

Abrió los ojos con exageración.

Me volví hacia la regadera para agarrar el bote de shampoo del estante, y luego de abrirlo vertí un poco de producto sobre la palma de mi mano y lo regresé a su lugar.

—Date la vuelta, por favor.

Las froté entre sí antes de comenzar a masajear la parte superior de su cabeza con delicadeza. Ambos nos quedamos en silencio por los siguientes minutos en los que solo se escuchaba el agua caer y nuestras respiraciones acompasadas. Me dediqué a vaciar un poco de jabón líquido sobre la esponja de baño y esta vagó en movimientos circulares por cada parte de su cuerpo. La sentí temblar ante mis caricias a pesar de que el agua hubiese creando una temperatura agradable a nuestro alrededor. No pude evitar apreciar cada peca y lunar, era como si tuviese una constelación grabada en la piel. Me imaginé pasando el resto de mis días besando cada uno hasta saber el número exacto. Una vez que había terminado cambiamos de lugar para que el agua se llevara todo rastro de jabón que había en su cuerpo.

—Me toca —dijo al tiempo que se daba la vuelta para bajar la manija y que el agua dejara de caer—. Entiendo que seas rico, pero deberías cuidar el agua.

Rodeé su cintura con mi brazo y la atraje hacia mí.

—¿Crees lograr alcanzar? —pregunté divertido.

Golpeó mi pecho con reproche.

—Imbécil.

—Esa no es una respuesta, Dezzy.

—Lo es para mí.

—¿Y bien?

—Tú lávate el cabello, ya yo me encargaré de lo demás —refunfuñó desviando la mirada.

Le robé un beso.

—No te enojes —le susurré contra sus labios—. Me encantas.

Se alejó para comenzar su labor.

Mis ojos siguieron cada una de las caricias que realizaba sobre mi piel con la esponja.

—Alguien está muy entretenida.

—Cállate.

Destiny se detuvo de vez en cuando en mis tatuajes antes de que la espuma los cubriera. Noté el corazón palpitándome en el cuello y las orejas calientes. Me permití cerrar los ojos por una pequeña fracción de segundos en los que me deleité en su tacto. El bañarnos mutuamente lo sentí más íntimo que haber tenido relaciones sexuales con ella. Alcanzamos un nivel de confianza y devoción que parecía irreal.

—Tienes muchos —dijo haciendo alusión a la cantidad de tinta que adornaba mis brazos y yo aproveché para situar una de sus manos en mi corazón.

—Sin embargo... —Me incliné hasta que mi cara quedó a la altura de la suya. Sus ojos danzando con nerviosismo—. Eres el único que nunca podré borrar.

—¿A qué te refieres? —balbuceó.

—No importa en dónde me encuentre —le confesé en voz baja y con mi aliento acariciando sus labios—. Te llevaré por siempre tatuada en mi alma.

Se quedó congelada ante mis palabras. La esquivé para alargar una mano y subir la manija. Me ubiqué abajo de la regadera y esperé a que el agua cayera sobre mí. Retirando el jabón con las manos temblorosas y un dolor en mi pecho. Después llevé mi cabello hacia atrás enjuagando y peinándolo en el proceso.

—Estoy aterrada... —dijo rodeándome con sus brazos el torso y pegando su mejilla a mi espalda—. Nunca había sentido algo tan fuerte por alguien.

Mi cuerpo se tensó.

—Destiny.

—Solo déjame terminar.

—Está bien.

Bajé la manija para que el agua dejara de caer.

—Gracias a ti descubrí que era capaz de volver a enamorarme, que tu voz se convirtió en la calma de mi tempestad, que en tus ojos encontré una de las cosas que me transmiten paz... —confesó con un tono de voz a penas audible, y podía sentir su corazón latiendo a toda velocidad contra mi piel—. Sí, desde que te conocí he pensado que son como un día nublado y que tarde mucho en darme cuenta de que me gustaba la forma en que me veían. Cada que la idea de que podía sentir algo más aparecía en mis pensamientos la desechaba con rapidez. Sin embargo, a pesar de mis exhaustivos intentos por negar lo evidente, he terminado aquí. Admito que eres un chico muy atractivo, pero eso no fue lo que me hizo enamorarme de ti. Me enamoré de todo lo que eres capaz de hacerme sentir estando a tu lado. Me has dado las fuerzas para luchar, por mí por ti, por nosotros.

»No tienes idea del gran apoyo que has sido para mí durante todo este tiempo. A pesar de todas las veces que me esforcé en alejarte, seguiste volviendo y con más fuerza que antes. Fuiste ese silencio que necesitaba en mi vida, no hiciste preguntas como los demás, no me juzgaste ni pediste que actuara de cierta forma. Estoy luchando contra algo que para muchos no es importante, pero para mí lo es todo. Una enfermedad mental que a veces me paraliza y no me deja hacer nada hasta por días enteros. Me satura de pensamientos negativos, impidiendo que disfrute las cosas como los demás, porque la mayor parte del tiempo no me siento merecedora de ellos. Es el hecho de que vivo con una culpabilidad que se ha arraigado hasta lo más profundo, como una raíz y, cada que intento tirar de ella, sangró internamente.

No la había escuchado formular más de cinco oraciones juntas desde que la conocí. Así que sí, estaba claramente sorprendido y agradecido por el hecho de que se abriese conmigo de esa forma. En mis veintiún años de vida jamás me habían dicho algo que me causara una felicidad tan inmesa como la que sentí en ese momento. Tomé sus manos entre las mías antes de darme la vuelta y encontrarme con su mirada.

Esbocé una sonrisa cálida.

—Mi pequeña pulga, te has vuelto experta en acelerar mi corazón y detenerlo del mismo modo.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Te hice esperar mucho tiempo.

—Y te esperaría por más... —solté con una risa que logró relajar sus hombros tensos—. Una vida entera si es lo que necesitas para estar bien.

Destiny acortó la poca distancia entre nosotros uniendo sus labios con los míos y rodeando mi cuello con los brazos. No fueron más que roces leves con el único propósito de tentarme. Si fuese consiente de que solo bastaba con sentir la suavidad de sus labios para lograr ponerme duro. Mis pies avanzaron con cuidado hasta que su espalda tocó los azulejos y soltó un jadeo de placer que mi boca recibió con vehemencia. Incliné mis caderas hacia adelante buscando presionarme y obtener un poco de alivio. El ritmo de sus besos me estaba quitando la capacidad de pensar con claridad. Mi lengua se dedicó a burlarse de la suya, provocando que soltara jadeos de frustración cada que la retiraba un poco. No iba a negarlo, el hecho de que su cuerpo se amoldase perfectamente al mío, creaba un sentimiento de pertenencia y despertaba instintos que no sabía que tenía.

Ella se apartó para recobrar la respiración y yo pegué mi frente a la suya.

Sin embargo, me tensé cuando sus labios hicieron una ligera presión sobre el punto exacto en donde se encontraba mi corazón. Se me aceleró la respiración conforme iba descendiendo y recargué las palmas de mis manos en la pared. Los ojos se me cerraban debido al placer que me generaban sus caricias.

Esbocé una sonrisa traviesa.

—Hoy no es domingo para que recites oraciones —murmuré divertido—, aunque podría fingir ser un dios todo por verte de este modo el resto de mis días.

Todo rastro de burla se borró de golpe en el momento en que tomó mi polla entre su mano.

Y el brillo en sus ojos me dejó congelado.

—Siempre eres el que se encarga de hacerme sentir bien, creo que llegó la hora de intercambiar lugares.

Deslicé mi dedo pulgar por el contorno de sus labios.

—No necesitas hacerlo —le aseguré.

—En verdad quiero.

—Joder —mascullé.

Frunció el ceño.

—¿Qué sucede?

—El que me quieras dentro de tu boca con tanto ímpetu hace que desee follarte contra esta pared de azulejos... —Noté como atrapaba su labio inferior entre sus dientes y pestañeaba de manera inocente—. Mis embestidas serían tan jodidamente fuertes que gritarías mi nombre hasta romper esta maldita puerta corrediza de cristal.

Un rubor cubrió sus mejillas.

—Nadie me había dicho algo así en mi vida.

—¿Y te incómoda? —le pregunté.

Sacudió la cabeza.

—Me haces sentir deseada.

Recogí su cabello alrededor de mi puño.

—¿Sabes lo que tienes que hacer?

—Sí.

Maldije en voz baja al sentir su mano acariciarme de arriba hacia abajo, repitiendo el proceso con lentitud sin apartar la mirada de la mía y lamiendo la punta de mi pene. Tuve que reunir todas mis fuerzas para no venirme en su boca en ese preciso instante. Es que desnuda se veía como una jodida diosa y yo hipnotizado observé cómo las gotas de agua caían por su piel. Ejercí cierta presión sobre su cabello debido a la satisfacción que me provocaba y mi reacción pareció animarla todavía más, porque su boca fue directo a mis bolas para lamer y succionar.

Estaba seguro de que sus planes eran matarme en ese maldito cuarto de baño. No pude evitar cerrar los ojos y tirar de mi cabeza hacia atrás con un gruñido. Volvió a subir deslizando su lengua por todo mi falo e introduciéndolo en su boca suavemente. Incliné mis caderas hacia adelante sin tratar de parecer brusco y respetando el ritmo que ella estaba marcando. Su pequeña mano desplazándose al mismo ritmo que su boca, volviéndome loco, hasta que agarró la suficiente confianza para incrementar sus caricias. Habían momentos en que solo se dedicaba a chupar la mitad y otras en las que permitía que penetrara su boca por completo. Mi cuerpo ardía y palpitaba con intensidad. Si en algún punto creí que lo había visto todo, estaba realmente equivocado. Destiny escupió sobre la punta de mi polla y esparció el líquido con su mano antes volver a llevarlo a su boca. La imagen de ella dándome placer quedaría grabada por siempre en mi memoria.

—Estás volviéndome loco —gruñí con la voz ahogada en placer.

Su tortura continuó por unos minutos más hasta que sintió que comenzaba a tensarme. No me espante cuando se apartó, porque sabía que lo hizo con la intención de que su mano fuese la única en seguirse moviendo con rapidez. Un adormecimiento que conocía a la perfección se extendió por cada parte de mi cuerpo. Ella no tenía idea de lo que su boca podía ocasionar en alguien como yo. El corazón me bombeó a un nivel angustiante que creí que moriría en ese momento. Mi pene se encontraba tan caliente que la presión no hacía más que aumentar. Entonces, me dejé ir sobre su pecho, cerrando los ojos y abriendo la boca de placer. Solo fueron unos cuantos segundos, pero habían sido los más intensos de mi vida. ¿Me creería si le dijese que en verdad pensé que iba a morir? Mi respiración era un desastre, así que luche por tomar bocanadas grandes de aire y traté de controlarme.

Mis ojos se clavaron en los suyos.

—Eres mi persona favorita.

—¿Solo por esto? —preguntó con decepción.

—Ya lo eras antes, pero no negaré que has sumado una buena cantidad de puntos por esto.

Noté como su semblante cambiaba.

—Debí morderte.

Solté una risa ronca.

—Siempre tan encantadora —le dije mientras extendía una mano para acariciar su mejilla, pero se apartó molesta y se levantó sin aceptar mi ayuda—. No te enojes, pulga.

—Eres un imbécil.

La observé subir la manija para que el agua volviese a caer y esta vez me tocó a mí rodearla por atrás.

—Te estaba jodiendo.

—Mhmm —emitió.

—¿Te enojaste de verdad?

Silencio.

—¿Me perdonas? —le supliqué.

—Ya se te ocurrirá algo para que me olvide de tus bromas que no tienen nada de graciosas.

Dejé un beso con delicadeza sobre su cuello.

—Tengo un par de ideas.

Y ella sonrió como respuesta.

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