No olvides mi voz

By allierngll

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Destiny Felton, una chica cegada por los errores del pasado que encontró luz en la música. Mitchel Gleeson, u... More

🎸
🎸Capítulo Uno
🎸Capítulo Dos
🎸Capítulo Tres
🎸Capítulo Cuatro
🎸Capítulo Cinco
🎸Capítulo Seis
🎸Capítulo Siete
🎸Capítulo Ocho
🎸Capítulo Nueve
🎸Capítulo Diez
🎸Capítulo Once
🎸Capítulo Doce
🎸Capítulo Catorce
🎸Capítulo Quince
🎸Capítulo Dieciséis
🎸Capítulo Diecisiete
🎸Capítulo Dieciocho
🎸Capítulo Diecinueve
🎸Capítulo Veinte
🎸Capítulo Veintiuno
🎸Capítulo Veintidós
🎸Capítulo Ventitrés
🎸Capítulo Veinticuatro
🎸Capítulo Veinticinco
🎸Capítulo Ventiséis
🎸Capítulo Veintisiete
🎸Capítulo Veintiocho
🎸Capítulo Veintinueve
🎸Capítulo Treinta
🎸Capítulo Treinta y Uno
🎸Capítulo Treinta y Dos
🎸Capítulo Treinta y Tres
🎸Capítulo Treinta y Cuatro
🎸Capítulo Treinta y Cinco
🎸 Capítulo Treinta y Seis
🎸 Capítulo Treinta y Siete
🎸Capítulo Treinta y Ocho
🎸 Capítulo Treinta y Nueve
🎸 Capítulo Cuarenta
🎸 Capítulo Cuarenta y Uno
🎸 Capítulo Cuarenta y Dos
🎸 Capítulo Cuarenta y Tres
🎸 Capítulo Cuarenta y Cuatro
🎸Capítulo Cuarenta y Cinco

🎸Capítulo Trece

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By allierngll


Even In The Dark – Jxdn

DESTINY

18.

Ese maldito día del mes que odiaba había llegado, desconocía con exactitud las horas que llevaba despierta, sin levantarme de la cama y con mi antebrazo cubriendo la mitad de mi rostro, queriendo dejar de sollozar y sentir ese sabor salado en mis labios. La desesperación que me provocaba sentir ese dolor en el pecho no se lo deseaba a nadie. El querer gritar hasta que se desgarraran mis cuerdas vocales y lograr de esa forma sentirme ligera. Mi cuerpo vibraba con cada sollozo y no me importaba que me escuchasen. ¿Cómo se supone que soportaría ese día? El hecho de que los últimos días la había pasado mal influían mucho.

Todo por esa noche, en la que Mitchel me preguntó la razón de mi temor a las alturas y no hizo más que remover cosas de mi oscuro pasado. Si supiese que no era la altura a lo que le temía, era a los recuerdos que esta traía. No sabía nada, era normal que le causara intriga, pero ¿qué se supone que debería haber hecho? Si lo dejaba quedarse más tiempo hubiese intentando indagar más en cosas que no eran de su inconveniencia.

¿Por qué siempre hacía eso? Me concentraba tanto en las cosas negativas que opacaba las positivas. Antes de eso me había reído, después de llevar meses creyendo que no volvería a hacerlo. ¿Era normal que me preocupara en lugar de estarme alegrando? No quería pensarlo, porque si me permitía hacerlo, me daría cuenta de que estaba siendo borde con el único chico que se había mostrado amable conmigo. Me limpié las lágrimas con el dorso de mi mano, y luego escuché unos susurros viniendo del pasillo. No alcance a distinguir lo que decían, pero unos toques a mi puerta me hicieron enderazarme al instante. La oscuridad de mi habitación me impedía saber de quién se trataba.

—¿Todo bien, cariño? —Un nudo se formó en mi garganta al darme cuenta que se trataba de ella. ¿Eso era lo que estaban susurrando? ¿Que mi padre no había querido venir a verme? Desearía que no me hubiese dolido como lo hizo. Al no recibir una respuesta de mi parte, abrió la puerta y asomó su cabeza—. ¿Quieres hablar?

—Faltaré a clases —dije simplemente.

—¿Por qué? —indagó preocupada—. ¿Estás enferma?

—Sí.

—Tendré que informar a la escuela... —murmuró. Sin embargo, había algo en su tono de voz que la delataba. No me había creído y la pregunta que hizo me lo confirmó—. ¿Quieres un té de Lavanda?

Atraje mis piernas hacia mi pecho y envolví mis brazos en ellas. Ese té me traía recuerdos de las primeras noches en que las pesadillas no me dejaban dormir. ¿Cómo le explicaba que solo había funcionado al principio? ¿Cómo le confesaba que prefería estar despierta?No quería quitarle la intención, así que simplemente asentí con la cabeza. Unos minutos más tarde volvió con la taza caliente entre sus manos y la dejó en mi velador. Extendió su mano hacia mi frente para tomarme la temperatura y me dio una mirada angustiada. No tenía que decirlo en voz para saberlo, pero aún así lo hizo.

—Tienes fiebre —dijo preocupada.

Me alejé de su toque y agarré la taza.

—Estaré bien... —Me refugié en el vapor que brotaba del té con tal de no ver el dolor que mi acción le había provocado. —Solo necesito descansar.

Ella se enderezó y guardó uno de sus mechones castaños detrás de su oreja.

—No dudes en llamarme.

A veces quisiera no ser tan dura con ella, pero era la única forma de alejarla de mí.

—Ok.

Espere a que saliese de la habitación para dejar la taza en el velador, ¿algún día me lo bebería caliente? Siempre esperaba a que estuviese tibio. Me acosté con los brazos extendidos mientras soltaba un fuerte suspiro. ¿Hoy dejaría de ser una cobarde? Siempre era lo mismo, no salía en todo el día de la habitación. Fue por eso que no creí en su teatro, porque ella sabía perfectamente qué fecha era.

Después de torturarme mentalmente por unos cuantos minutos más decidí levantarme y beberme el té de un solo. En el fondo agradecí que no me tocase ir a trabajar. Encendí la lámpara dándole un poco de claridad a la habitación y acercándome lentamente al espejo de cuerpo completo que estaba al otro lado de la habitación. Solo traía puesta una camiseta larga de la serie That' 70s Show y unas bragas negras. La falta de sostén ni siquiera se notaba por la escasez que tenía en esa parte del cuerpo. Mi cabeza se ladeó un poco hacia la izquierda y observé con añoranza mi reflejo. ¿Acaso era posible el hecho de que no pudiese reconocerme? Mi cuerpo estaba cada vez más delgado y las medias lunas bajo mis ojos más oscuras. Tiré de mi cabeza hacia atrás y supe lo que tenía que hacer. Busqué la ropa que me pondría y la dejé sobre la cama antes de meterme a bañar.

***

Lovely – Billie Eilish, Khalid

Las gotas caían en cámara lenta a mi alrededor, algunas se deslizaban por mi sombrilla y se perdían en el césped. El olor a petricor inundaba el ambiente y una ráfaga de viento se coló por mi cuerpo. Mi piel se erizó en consecuencia y mis labios soltaron una maldición. No había dejado de llover desde que salí de casa, y desearía que la humedad en mis mejillas fuese por la lluvia y no por estar llorando. Empecé a sentir como se entumecían mis extremidades y temblaba debido al frío. No le avisé a mamá que saldría, esperaba llegar antes que ella.

Mi atención estaba fija en las letras cursivas grabadas en la lápida. Me tomó meses reunir el valor para venir a verla y, aunque no fuese de la forma en que deseaba, era la única posible. A pesar de que mis piernas temblaban me puse en cuclillas sin dejar de sostener la sombrilla. Tomé un fuerte suspiro antes de extender una de mis manos y tocar con mis dedos su nombre: Saffron Bennett.

La conocí el primer día de kindergarten, y desde que la miré en clase de música supe que seriamos grandes amigas. Todo con ella siempre se sintió especial y único. Cuando finalizo la clase le pusimos pestillo a la puerta y bailamos alrededor del piano. Fue una tarde llena de risas y miradas soñadoras, hasta que llegaron nuestros padres junto a la directora y nos castigaron por separado al llegar a casa.

Nunca creí que las cosas terminarían de una forma tan cruel. No después de tantos años de amistad y llegar a vernos como hermanas. Un dolor fuerte me atravesó y tuve que alejar la mano de la lápida para tocar mi cabeza. Tanto tiempo bloqueando los recuerdos que desgarraba llevarlos a la luz. No quería hacerlo, pero ¿cómo los detenía? Las lágrimas seguían corriendo y mi respiración se entrecortaba. Me arrepentía tanto, porque visitarla no cambiaría nada. No borraría lo que hice.

—¿Destiny? —preguntó una voz femenina con asombro—. ¿Eres tú?

Me congelé cuando la reconocí.

Era la madre de Saffron.

Le mandé señales a mi cuerpo para que reaccionara y se levantara. Una vez que lo hice bajé la sombrilla en un tonto intento por cubrir mi rostro y no tener que verla a los ojos. Podía sentir los latidos de mi corazón en mis oídos y las mejillas hirviéndome de vergüenza. Apreté la mano que tenía en la sombrilla hasta marcar mis nudillos. ¿Cómo le decía que con gusto cambiaría de lugar con su hija? ¿Cómo suplicaba su perdón si ni siquiera podía mirarla? ¿La haría sentir mejor saber que estaba sufriendo? Me mordí el labio inferior tan fuerte hasta que sentí el sabor metálico en mi lengua. Trastabillé hacia atrás, fue un pequeño lapso en el que todo me dio vueltas y tuve unas inmensas ganas de vomitar. Lo gracioso es que ni siquiera había desayunado, ¿era agua lo que saldría de mi cuerpo? Tenía que irme.

—Lo siento... —logré articular—. Sé que no debería estar aquí.

Salí corriendo sin importar que tuviese la vista borrosa debido a las lágrimas. Escuché mi nombre salir de sus labios en un gritó, pero eso no me detuvo. El viento provocaba que afianzara mi agarre en la sombrilla para que no saliese volando. Mi respiración era un caos y sentía que el corazón se me saldría en cualquier momento. No me detuve hasta llegar al semáforo peatonal y presioné el botón para cruzar con mi mano temblorosa. Miré hacia atrás para seguramerme de que no me hubiese seguido, y luego crucé el paso de cebra.

Una vez que mi pie volvió a pisar la acera continué corriendo. No sabía cuánto tiempo llevaba corriendo, podrían ser horas o minutos, tampoco es que me importara. Solo tenía esa maldita desesperación por seguir corriendo hasta salir de Inglewood. Estaba tan sumergida en mis pensamiento que me impacte con el pecho de alguien.

Mi trasero tocó el suelo y solté una maldición junto a un aullido de dolor. Limpié mis lágrimas con el dorso de mi mano y elevé la mirada para ver al culpable. Mitchel extendió una de sus manos invitándome a levantarme y con la otra recogió la sombrilla del suelo para cubrirme. ¿Qué significaba esto? ¿Por qué siempre aparecía en los momentos más inoportunos?

El nudo en mi garganta me impedía hablar y mi pecho no dejaba de doler. Hasta las plantas de mis pies se sentían calientes y mi trasero húmedo por la caída. No me gustaba la mirada que me estaba dando. ¿Acaso era preocupación? ¿Qué le importaba lo que me pasará? No hacía más que entrometerse en lo que no le importaba. Solo empeoraba las cosas.

—¡¿Cuál es tu problema conmigo?! —vociferé en medio de lágrimas. Mis manos lo empujaron del pecho, y su cuerpo se tambaleó hacia atrás por el asombro—. Siempre estás por todos lados y es molesto. ¿Qué tengo que hacer para que me dejes en paz? Solo quiero estar en paz.

—¡Hey, tranquila! —Con una mano Mitchel atrapó las mías y con toda la delicadeza del mundo se las llevo a su pecho. Intenté alejarme, pero eso solo ocasionó que afianzara su agarré—. ¿Qué sucede?

Empecé a sollozar más fuerte, y él soltó mis manos, pero solo para ponerla la suya en mi cabeza y atraerme hacia él. Me congelé cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo. Escuché el latir de su corazón contra mi oreja y dejé de respirar.

—Todo estará bien —dijo antes de empezar a acariciar mi cabeza con lentitud—. ¿Me escuchas, Destiny? Todo estará bien.

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