Hadas y Dragones

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A medida que se abría paso fuera del palacio, Kohaku podía escuchar los murmullos extenderse en su camino, cada vez menos disimulados, con ojos prejuiciosos siguiéndola.

-Miren.- decían los campesinos del reino. –Es la princesa desheredada.-

-Se lo merece.- se jactaban muchos. –Ella no es digna de ser la princesa, no es nada como su hermana.-

-Pero la princesa Ruri morirá pronto. ¿Quién nos gobernara ahora que la otra princesa fue expulsada después de impedirle casarse?-

-Esperemos que duré lo suficiente para conseguirse un marido que pueda ser nuestro nuevo rey.-

Kohaku luchó para no dejar que las palabras lleguen a ella, apretando los puños y crujiendo sus dientes mientras caminaba decidida hasta las afueras del reino, cargando su equipaje, comida y sus armas con ella.

-Que te haya desheredado no quiere decir que tengas que irte del palacio, Kohaku.- le había dicho su padre intentando detenerla de cruzar las puertas. –Solo que nunca serás la reina y pierdes el derecho a ser llamada princesa. ¡Pero nadie dijo nada de que te fueras!-

-¡No pienso quedarme bajo el mismo techo que el hombre que dejará a su hija casarse con un asesino! Ni siquiera eso, ¡ya es bastante malo que no la dejes casarse con el hombre que realmente ama!- le gritó ella con lágrimas en los ojos.

-¡Kohaku!- su hermana le hizo señas de que se callara. Sí delataba a su amado, su padre era capaz de matarlo.

-¿Quién es ese hombre? Dímelo, Kohaku.- exigió su padre muy serio.

-No es nadie.- apartó la mirada. –Me iré, padre. No puedes detenerme, no me hagas pelear por ello. Sabes que ganaré.-

Al final acabó escapándose sin que su padre pudiera hacer nada, pues era la persona más rápida en su reino, pero uno de los sirvientes corrió tras ella (seguramente enviado por su hermana) rogándole que al menos llevara su equipaje y comida, no solo sus armas y armadura como planeó inicialmente.

Jadeando pesadamente después de una hora de viaje, llegó a la cabaña de Chrome, el hechicero que su reino tanto repudiaba por la mala fama de la magia y hechicería. Allí él la esperaba junto a Suika, Kinro y Ginro.

-Eso salió horrible.- apenas verla, Ginro empezó a lloriquear, su rostro aún lleno de moretones.

-Lamentó no haber podido vencer a Magma.- fue todo lo que dijo Kinro, sentado en el suelo de la cabaña con las rodillas flexionadas y la cabeza gacha.

-Tuvimos mala suerte, eso es todo.- Kohaku sonrió con tristeza.

-Al final dependimos de ti para evitar que Ruri se casé con ese idiota, y eso te costó perder tu título como princesa.- Chrome suspiró largamente, con sus ojos clavados en el suelo. –Lo siento.-

-No te preocupes por eso.- se acercó para palmear su hombro. –Lo importante es que logramos retrasar la Gran Batalla. No podrán volver a organizarla sino hasta el próximo año, por lo menos. Tenemos tiempo para prepararnos mejor. Estoy segura de que la próxima vez podremos…-

-¿Podremos qué?- Chrome la interrumpió, dejándose caer de rodillas al suelo. -¡Lo intentamos con todo lo que teníamos, Kohaku! ¡Y aun así perdimos! ¡La única que puede enfrentar a Magma eres tú, nadie más! Kinro y Ginro simplemente no son lo suficientemente fuertes. ¡Y yo no logro controlar mis estúpidos e inútiles poderes!- miró con rabia e impotencia sus manos. –No sé más que fanfarronear. ¡Realmente no sirvo para nada!- se llevó las manos al rostro.

One-shots SenHakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora