Capítulo 2.

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Tomar las clases y apuntes, es más difícil de lo que creí. Todavía no acostumbro a mi brazo izquierdo a ser el dominante y que aprenda a escribir de una manera decente. Al hacer puros jeroglíficos, me sería imposible estudiar para los exámenes.

Perdí un semestre, pero logré recuperar algunas materias con las clases de verano que James me obligó a tomar para que no me retrasara demasiado. Él tuvo que hacer todas mis tareas, mientras yo solo escuchaba las clases y tenía mis terapias.

Al terminar con todas las clases, les pedí a Celia y a James, que me acompañaran al campo de béisbol, a mi santuario, el único lugar donde estaba completo siendo yo y tenía una razón.

Llegamos a ese campo de 90 pies y suspiré impotente.

―Wesley, no tienes que estar aquí, no te tortures ―musitó Celia, tomando mi mano.

―Este lugar era mi hogar, yo mandaba aquí, ahora no soy más que un enclenque.

Observé a los nuevos practicando y nerviosos. Podía recordar esa sensación claramente.

―¡Miren a quién tenemos aquí! ¡Si es el mejor bateador de la universidad! ―exclamó una voz sarcásticamente, sacándome de mis pensamientos.

Y era David, un excelente jugador, pero nunca soportando que yo liderara el equipo.

―O bueno, era ―corrigió con una sonrisa de autosuficiencia.

Tras él estaba todo el equipo Diablos, el que un día fue mi equipo. Solo alternaban sus miradas entre mi inexistente brazo y David.

James se adelantó a contestar con desaprobación.

―Vete, David. No queremos problemas ahora.

―¿O qué? ¿Vas a golpearme? ―rio cínico y volvió su mirada a mí―. ¿O tú Wesley?

Negué con mi cabeza y apreté la mano de Celia entre la mía.

―No, no lo haré. Solo vine a mirar a mi equipo y campo.

―Tu ex-equipo. Así no nos sirves de nada, ni siquiera has de recordar batear ―me provocaba, yo sabía que lo hacía, pero aun así caía.

―Te equivocas, incluso manco sigo siendo mejor que tú ―confirme inmutable, apretando mi mandíbula.

Se escuchó un fuerte: "¡Uh!" de los chicos presentes y David enrojeció.

―Entonces, entra al campo y demuéstralo ―retó abiertamente.

Mi novia habló y soltó mi mano para tomar mis hombros.

―Wesley, no lo hagas. No podrás, todavía estás en terapia ―previno en un susurro, haciendo que mirara sus ojos cafés.

Por otro lado, James tomó mi hombro para detenerme.

―Quiere provocarte y lo sabes. No caigas en eso.

―Hazle caso a tus novias, Wesley. No te metas donde ya no puedes ―y sonrió autosuficiente de humillarme.

Asentí tras zafarme del agarre de mi amigo y Celia, caminé hacia el campo, donde es mi lugar. Y tomé el bate de mi preferencia.

Era la primera vez que tomaba un bate de béisbol desde el accidente y dolía. Me dolía el pecho al recordar el poder que tenía con el y dolía más que me pesara tomarlo con el brazo izquierdo.

David se acercó a mí y gritó.

―Batea bateador... Si puedes.

Traté de acomodar el bate para tenerlo firme, pero me fue imposible. No quería rendirme tan fácil, lo volví a intentar, pero sentía como mis músculos se contraen ante el esfuerzo y ardía.

El club de los InadaptadosWhere stories live. Discover now