Capítulo 32.

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Este capítulo es para elamorderuvidabebe, espero que te guste muchísimo y quiero agradecerte la cantidad y comentarios muy ingeniosos y apoyo que has dejado en la historia, nos encantan a los chicos y a mi, espero leerte por aquí💛. 








El silencio reinó en todo el lugar.

Solo pudimos observar como los restos desechables caían sobre ellos, ensuciando y destruyendo todo a su paso. Pintura roja, desecho de granja y demás cosas asquerosas embarrándose sobre ellos.

Nadie se atrevía dar un solo paso o dejar salir una palabra. Mis ojos no podían dar credibilidad a lo que veían. ¿Por qué ahora? Dejé caer los zapatos que traía en mis manos en un ruido sordo, sin poder detenerlo.

Finalmente mi mirada conectó con la suya, y hubiera deseado nunca hacerlo. Violeta fue la primera que rompió el inmenso silencio en un grito desgarrador.

―¡Wesley Reed!

Las miradas se dirigieron a mí en un segundo y algunas risas en el gimnasio se empezaron a escuchar, pero el director las frenó.

―¡Silencio! ¡Nadie diga una palabra! ¡Y quiero que me expliquen qué está pasando aquí! ―vociferó, la vena en su cuello saltaba―. ¡Hablen o todos estarán castigados!

Ni una palabra salió de la boca de los alumnos, que algunos seguían igual de pasmados que las víctimas y otros—el grupo de David—se reían silenciosamente.

―¡¿Qué creen que pensaban haciendo esto?! ―el director estaba furioso.

Pude notar que del shock Drew empezó a temblar. Ramsés con una calma inimaginable, pero aun muy conmocionado, ayudó a sus amigos a bajar del escenario.

Intenté que la mirada de Lutzia tocara la mía, pero en ningún momento la posó sobre mí, mantenía sus ojos cerrados, llenos de lágrimas, junto con las demás chicas.

Me acerqué asustado hasta ellos, pero Ramsés me detuvo levantando una mano.

―Ni se te ocurra, Reed ―siseó de manera amenazadora.

Mi cuerpo se tensó al escucharlo hablar así. Su mirada me despreciaba sin reparación.

―Ram... ―susurré―. Escúchame...

―¡Por mí te puedes ir a la mierda! ―sentenció fríamente, quitando su mirada de la mía.

Negué repetidamente con una punzada en mi cabeza. Podía sentir las lágrimas queriendo aparecer en mis ojos.

―Chicos, tienen que escucharme ―pedí en voz baja, sin importarte que todos estuvieran atentos a nuestra conversación.

Ninguno me volteó a ver, me ignoraron. Hasta que Caroline, levantó su rostro más pálido de costumbre, pero bañado en esos restos asquerosos. En su mirada se podía apreciar toda la decepción y tristeza que sentía. Se acercó hasta que estuvo a unos centímetros de distancia y me abofeteó logrando que mi rostro girara.

Llevé mi mano al golpe, pasmado, perplejo y aterrorizado. Ella no era violenta.

―Lo hiciste, Wesley ―musitó en un hilo de voz y vi como las lágrimas caían en su rostro.

―Caroline, yo...

Dio un pisotón en el piso, iracunda.

―¡Nos traicionaste! ¡Prometiste que no harías nada y lo hiciste! ―gritó sin control.

Volvió a abofetearme con fuerza, pero lastimando su mano en consecuencia.

―¡Te odio! ¡Nos engañaste! ¡Te odio Wesley Reed! ―volvió a repetir, descontrolada.

El club de los InadaptadosWhere stories live. Discover now