Capítulo 30.

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Este capítulo es para _un_tomate_, muchas gracias por seguir la historia por tanto tiempo, tus comentarios y apoyo, espero te guste muchísimo y leerte por aquí, UwU. ¡besos!💛



El silencio siguió por unos segundos.

David sostenía a Lutzia por su cabello y la besaba con intensidad que me provoco náuseas y me sentí mareado. Quise negarme a pensar que ella le correspondía de la misma manera, sin embargo mis ojos y los de todos lo veían. Apretaba sus ojos con fuerza y su rostro estaba totalmente rojo.

Tal parecía que no se daban cuenta de que alguien los observaba, pero eso termino en cuanto Celia soltó un grito.

―¡¿Qué hacen ustedes aquí?!

David se separó unos centímetros de Lutzia y su vista fue directamente a la mía con satisfacción. En cambio, la chica rubia abrió sus ojos con sorpresa y vergüenza, pero en ningún momento me miró.

Por más que intentaba tragar saliva, me fue imposible. Un gran nudo en mi garganta se formó y sentía la acidez de mis náuseas subir hasta mi esófago quemando por dentro.

¿Por qué?

La satisfacción de David se borró unos segundos, mientras cambió su máscara y se dirigió a ella con arrepentimiento.

―Amor... Celia... no es lo que tú crees.

Sin dudar un segundo, abofeteó con fuerza a David, logrando que su rostro se ladeara. Cosa que agradecí en silencio.

―¡¿Crees que soy idiota?! ―cuestionó furiosa, enterrando un dedo sobre su pecho―. ¡Te vi! ¡Te vimos!

David negó.

―¡No fui yo! ¡Fue ella, me citó aquí! ―se defendió, señalándola―. Ella me rogó por una oportunidad y al negarme, me besó desesperada, diciéndome que me necesitaba.

Todos estábamos pasmados y atónitos. Conforme cada sucia palabra que salía de su boca, me sentía enfermo, asqueado. Lutzia no levantó su mirada, solo se abrazaba a sí misma con fuerza sin defenderse. Mi corazón se partía al verla tan débil, pero...

―¡Eres una maldita zorra! ¡Eres...! ―gritó iracunda Celia, acercándose a ella para golpearla.

Sin embargo, antes de que siquiera se acercara a tocarla, me coloqué al frente de ella, deteniéndola por el brazo.

―Detente, Celia ―pedí en voz baja. Sentía que si hablaba más fuerte podía quebrarme y no lo haría al frente de David.

―¡No! ¡Ella solo quiere mis malditas sobras! ―gritó sin control. Cada palabra que salió de su boca, provocaba un temblor en el cuerpo de Lutzia―. ¡¿Es que no eres lo suficiente mujer para conseguir uno por ti misma?! ¡Zorra barata!

―¡Ya cállate, Celia! ―gritó James, hastiado.

Observó la escena con sus facciones arrugadas, desconcertado y confundido. David tomó de la cintura a Celia, haciendo que retrocediera.

―Amor, vámonos, yo te amo a ti ―pidió, besándola de manera ladina. Al segundo, se separó posando su mirada detrás de mi para ver a la chica rubia que seguía en silencio―. Lo siento, Lutzia. No puedo aceptarte, no terminaré con ella para estar contigo. Ya... no eres suficiente para mi.

Solté un gruñido furioso desde lo profundo de mi pecho, acercándome con violencia y la respiración agitada hasta él, pero James me detuvo. El imbécil sacó a rastras a Celia de ese estrecho lugar mientras ella gritaba, zafándose de este embrollo como siempre.

El club de los InadaptadosWhere stories live. Discover now