Capítulo 20. Parte 2.

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Hoy le toca este capítulo a Dakota_steel, ¡muchísimas gracias por tu comentarios y apoyo en la historia! La originalidad en cada comentario los llevo en mi corazón, espero leerte por aquí. 💛








Ignoré mis pensamientos sobre Drew en ese momento, así que me acerqué con ligereza hacia esa chica rubia con mechones verdes en su cabello y ella me miraba con desconfianza, cruzada de brazos.

―¿Sabes? Realmente los deportes no son lo mío ―aclaró, torciendo sus labios en inconformidad.

Dejé salir una sonrisa misteriosa y atrapé sus ojos con los míos.

―Puedo enseñarte a jugar y... muchas cosas ―susurré solamente para ella y para mí, lo que ocasionó que ella enrojeciera y abriera de par en par sus ojos, ofendida―. Como las reglas del juego, algunos tips y cosas así, Lutzia. ¿Qué estabas pensando, pequeña malpensada?

Una carcajada salió de mi garganta, dejando caer mi cabeza hacia atrás y ella golpeó mi abdomen logrando que me doblara, sacando un quejido de mis labios.

―¡Deja de golpearme, pequeña malvada! ― exclamé llevando mi mano a mi abdomen.

―¡Deja de ser un idiota! ―gruñó de nuevo, todavía con su rostro enrojecido.

―¡Lo intento! ―me defendí.

―¡No lo intentas lo suficiente!

Me alejé unos centímetros, levantando mi mano en rendición.

―Bien, está bien, lo siento, Lutzipop.

De no ser que su mandíbula estaba pegada a su cara, estoy seguro de que hubiera llegado al suelo por tanto que abrió su boca.

―¡¿Me has llamado como una jodida paleta de dulce?! ―gritó en respuesta, llamando la atención de los chicos.

―Sí... ¿No te gusta? ―pregunté con inocencia―. Me gusta, eres como una paleta, muy dulce, pero con mucho escaldas la lengua.

Ella explotó.

―¡Estás demente si crees que me llamaras así! ―vociferó, manteniendo su ceño y apretando sus manos en puños, lista para golpearme.

Me reí y me acerqué a ella.

―Es broma, Lutzia ―aclaré, levantando mi mano de nuevo y posándola sobre su cabeza, acariciando su cabello―. Creas o no, me gusta tu nombre, es único y queda con el tipo de chica que eres ―confesé, encogiéndome de hombros.

―No soy un perro para que hagas eso ―refunfuñó, malhumorada. Tal parecía que mientras más quisiera avanzar con ella, daba un paso atrás―. Pero ya no te distraigas, Wesley, y enséñame qué es ser una jardinera.

Asentí en un suspiro, tomando una pequeña distancia.

―Lo que harás es simple, tienes que cachar la pelota que Ramsés vaya a batear antes de que caiga en la tierra, lanzarla hacia Caroline o Violeta y que ellas puedan poncharlo.

―No suena tan complicado ―señaló, pensativa.

―No lo es, puedes con eso ―y más, quise completar, pero no quiero presionar y decir algo de lo que me podría arrepentir.

Me acerqué al medio de todos los chicos que estaban formando un tipo de triángulo y hablé:

―He cambiado un poco el juego para empezar porque somos pocos y se necesitan 9 jugadores ―expliqué con tranquilidad, posando mi mirada en cada uno de ellos―. Así que lo haremos de esta manera, Ramsés bateas y si logras hacer un home run o una carrera completa antes de que te ponchen, sigues bateando, pero si no, tendrás que cambiar de posición con Caroline que está a tu derecha, Caroline se cambiara a jardinera y Violeta bateara, y así consecuentemente.

El club de los InadaptadosWhere stories live. Discover now