Capítulo 9

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―Falta 1 mes y 2 semanas para la fiesta, ¿crees que logres convencerlos? ―preguntó James en un susurró mientras estábamos en clase. Faltaba poco para salir y asistir a las clases especiales.

―La loca de Lutzia me amenazó haciéndome responsable de lo que sea que pase en esa fiesta ―comente, rodando mis ojos―. Pero si logro convencer al tutor de que he cambiado y algunos de ese salón, será menos probable que me culpen.

―Te tendrás que esforzar demasiado, ya que dices que el jefe no te cree. A todo esto, ¿cómo es él?

―Chico ciego, sin chiste ni madera para dar clases o liderar, pero dicen que es el promedio mayor de la generación ―me encogí de hombros ligeramente, dudando―. Sabemos que suelen dar ese tipo de reconocimientos a esos por lástima.

James ladeó su cabeza considerándolo.

―Creo que en algunas ocasiones, si se lo merecen ―dijo indeciso. Y yo bufé sin estar de acuerdo, pero no repliqué.

La clase terminó unos minutos después y todos salieron emocionados del salón. Por fin era viernes, fin de semana lo que significaba: fiesta, alcohol y descontrol, y aunque solo quisiera estar encerrado en casa hundiéndome en mi miseria y tal vez, obligar a James a estar conmigo hundiéndose, estaba feliz de alejarme de la universidad.

―Te espero, ya sabes ―aclaró mientras se dirigía a la salida, a su auto. Asentí, mientras a paso lento, me preparaba mentalmente para representar mi papel.

Entré al salón directamente y otra vez, nadie... ¿Extraño, no? Miré alrededor, pensando que es una broma de mal gusto, pero no, solo estaba yo y mi foto con dibujitos nuevos pegada en la pared.

Verifiqué la hora y sé que llegué puntual, el día de ayer sí estuvieron cuando llegué, fruncí mi ceño pensando el por qué hacen eso, sin embargo, no lo sé y no lo sabré hasta qué ellos confíen en mí. Salí del aula, confundido y buscándolos por el pasillo pero nada.

Bien, les daré 5 minutos más y si no vienen, me largo.

Volví a entrar al salón, ya sintiéndome irritado porque eso pase ya varias veces, y me quedé estático al ver el clásico grupito ahí, parados cerca del escritorio.

―¿Cómo llegaron aquí? ―cuestioné, desconfiado y desconcertado, pasé mi mirada por todos y ellos se miraron entre sí.

―Caminando ―soltó de mala gana, Lutzia.

Abrí mi boca para responder, pero recordé lo que tenía que hacer, así que sonreí sarcásticamente, ganándome una mirada enarcada de ella.

―Olvide que eres alguien con un gran sentido del humor, Lutzia. Ya no te había escuchado desde esa última fiesta donde tenías riendo a todos.

Ella palidece apretando sus labios en una línea dura. Drew, apretó su mano para evitar que me contestara, pero yo no dejé el tema.

―Es extraño que entré no haya nadie, salgo un minuto y están ustedes, ¿de dónde salieron? Y no digan que del pasillo porque no los vi entrar.

―Es que eres muy lento ―replicó Violeta, encogiéndose de hombros.

Respira, Wesley, respira, tendrás tu momento después.

―Lo siento, Violenta... Ah, perdón, Violeta ―me disculpé sonriendo socarronamente. Violeta rodó sus ojos, importándole un carajo.

Los demás se distribuirán por el salón sin la intención de contestarme, respiré hondo para no mandarlos a la mierda. Me senté en el lugar de ayer junto el chico tartamudo, que solo me miraba desconfiado, y en menos de un par de minutos el salón quedó completo, dándole la oportunidad a Drew de continuar.

El club de los InadaptadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora