49. La Mujer Que Superó Su Oscuridad

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Antes de que me consumiera la oscuridad logré encontrarme con Dios, él me aceptó y abrió un camino que se adecuaba solo para mí. Si me hubiese quedado en sus senderos, tal vez mi vida estaría resguardada en el bien, pero estamos desafiando a un destino necio y persistente, que se reúsa a aceptar cambios, se las arregló para sacarme de aquel camino y ahora siento que estoy perdida.

¿Por qué me abandonaron en un monasterio?... ¿Mi madre sabía de mi oscuridad?

Esta es una habitación amplia y con buena iluminación, las delgadas y translucidas cortinas deja que el sol se cuele con facilidad, dejando así una agradable calidez en la habitación. Estoy sentada sobre una silla de madera blanca y frente a un pequeño televisor que cuelga sobre una floreada pared empapelada: Aquí dentro huele a café y a rosas, tomó un sorbo de mi taza mientras observo el programa mañanero que están transmitiendo en la televisión y mientras espero que la madre de Florence salga del baño, ya que justo la vine a visitar cuando disponía darse un baño.

—Inocencia, gracias por esperarme —doña Danna viene saliendo del baño, se mueve con ayuda de su hija.

—¿Cómo pasó la navidad? —le pregunto sonriente.

—Muy bien, gracias..., aunque me apena el no haber estado presente en la cena de anoche, la verdad es que prefiero pasarla viendo películas navideñas. Difícilmente dejo pasar las tradiciones familiares, era así como me recuerdo en las navidades campestres de mi familia.

—No se preocupe, le aseguró que no ir a la cena fue lo mejor para usted. Anoche pasaron algunas cosas locas... —sonrío apenada.

—En total acierto —Florence me sonríe—... Voy a dejarlas solas para que hablen tranquilas.

—No, me gustaría que te quedaras, Florence. Necesito de una amiga que comparta mi secreto, y creo que eres perfecta para eso.

—Claro, siempre que quieras hablar de algo yo estaré disponible.

—Me alegra que ambas se lleven tan bien —dice doña Danna—, Miriam y yo teníamos una amistad muy parecida.

—¿Qué fue del pasado de mi madre? Quiero saber de ella.

—Ese pasado es algo turbio. ¿Estás segura que quieres escucharlo?

—Sí.

Doña Danna toma otro sorbo de café y luego aclara la garganta.

—Conocí a tu madre en la Universidad, ella era una de las mejores estudiantes del campus, tenía calificaciones excelentes y aparte era una buena compañera, ayudaba a cualquiera que la necesitará, era una excelente amiga; pero sus buenas acciones y sus excelentes notas no le ayudaban mucho al momento de buscar trabajo, pues le exigían experiencia, y la única experiencia que ella tenía era en el burdel donde trabajaba.

—¿Era bailarina?

—Sí, y no sólo eso..., también era... ¿Cómo decirlo...?

—¿Qué? —mi pecho aprieta con fuerza, los latidos se sienten muy fuerte.

—Mujer de la vida alegre.

—Menos mal, pensé que diría que era una prostituta.

—Ehmmm —me ve extrañada—, me refiero a eso, prostituta. Mujer de la vida alegre es prostituta.

—Oh..., ya veo.

Todo este tiempo le di un significado distinto a esas palabras, al parecer, mi padre no tenía amigos comediantes, él solo disfrutaba del sexo con prostituta, y, por lo que entiendo, una de ella era mi madre. No puedo juzgarla por serlo, no conozco su historia ni sus razones, tal vez solo tenía esa opción en su vida.

De Monja A MafiosaWhere stories live. Discover now