17. Interrogatorio en el restaurante

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Confiar en las personas es lo que mejor sé hacer, creer en cualquiera aun sin conocerle se ha convertido en una de mis mayores debilidades. Esta ingenuidad me ciega y, por tal razón, muchas veces salgo lastimada; pero, adivinen qué..., siempre vuelvo y caigo en lo mismo, son rostros confiables a mi parecer, ese sentimiento de estar frente a una persona honesta siempre me ha traicionado.

El detective tiene sus ojos sobre los míos, esa mirada penetrante es acompañada de una cálida sonrisa, está esperando mi respuesta, pero resulta que yo estoy perdida entre toda esa aura angelical que ha vuelto a surgir frente a mí; tal vez sea por la luz de la calle reflejada en sus ojos, o tal vez por la balada de piano que se escucha de fondo. Definitivamente quiero confiar en él, pero algo me frena. Todavía resuena en mi mente el: «Ni tampoco le digas a Kross», que dijo Delancis. No sé si es ella o si vuelvo a ser yo la equivocada... ¿Está bien confiar en esa gentil sonrisa? Sus ojos me dicen: «Está bien, puedes confirmar en mí», y mi mente me recuerda cómo él sí se animó a contarme cosas de su vida privada, él sí confió en mí y merece que yo, de igual manera, le sea sincera.

—Estoy segura de ser hija de Gabriel Hikari.

—¡Espera!... ¡¿Qué?!

—¿Ah? ¿Qué pasa?

—Es que dices eso así de repente... Aún me tienes impactado.

—Es que esa es mi verdad.

—Ok..., pero... ¿cómo puedes estar tan segura de eso?

—Me lo dijo la monja que me crio... Me lo dijo hoy por la mañana, antes de salir del monasterio —mientras sigo hablando, veo cómo el detective saca una pequeña libreta y empieza a escribir—. Ella me contó cómo mi verdadera madre llegó y dio algunas informaciones que incluían la identidad y dirección de mi verdadero padre.

—Entonces, ¿viniste a buscar a tu padre?

—Así es. Pero hoy me enteré que está muerto —al decir esto he provocado que detenga su escritura.

—Lo siento... Supongo que ahora solo quieres pertenecer a la familia.

—Por supuesto, quiero una familia.

—Vale, entiendo. Estoy perplejo.

En eso somos sorprendidos por el chef, quien aparece con refrescos y con dos platos de hamburguesas, e inmediatamente, quedo sorprendida por lo enormes que son, incluso traen un cuchillo clavado sobre ellas, como si fuese necesario apuñalarlas para que no se nos escapen del plato... Y ahora me pregunto, ¿cómo se debería morder una de estas barbaridades?

—Muchas gracias, Charles. Esto se ve delicioso.

—Espero y lo disfruten. Buen provecho.

Lo vemos irse hacia el lado de la cocina, mientras tanto el detective ya está tomando del refresco.

—Inocencia, lo que no comprendo es cómo Delancis ha confiado en ti... Bueno, debe ser por tu gran parecido con Gabriel Hikari.

—Tal vez sea eso, pero para asegurarse de que realmente soy su hermana me envió con Ermac a un laboratorio para hacerme exámenes de ADN. Justo cuando veníamos de regreso pasó lo de la persecución.

—Uhm, Ok. —Ha retomado las anotaciones—. ¿Y qué sabes de la familia Hikari?

—Bueno, aún no ha pasado ni un día de conocerlos... Lo único que sé es que tienen una fábrica de licores y que la competencia quiere acabar con la vida de los presidentes de la empresa. Ellos creen que matándolos podrán ir subiendo sus ventas hasta alcanzarnos.

—¿Eh?

—Increíble, ¿verdad? También quedé sorprendida.

—Cuando dices competencia, ¿a quiénes te refieres?

De Monja A MafiosaWhere stories live. Discover now