26. Abrázame solo un poco más

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No puedo contar las veces que he cerrado los ojos esperando quedar dormida y que, al despertar, la mañana me sorprenda con un día traído desde algún pasado... Extraño aquellos tiempos cuando podía dormir sin miedo, quiero que al despertar pueda encontrar aquella mañana tan radiante y despreocupada que me hacía sonreír mientras me estiraba sobre la cama.

Señor, ¿cuántos padres nuestros tengo que rezar para librarme de tanta desdicha?... No he podido pestañear en toda la bendita madrugada, porque resulta que justo al lado de mi cama está el cuco, uno de nombre Dimitri Paussini.

Parece que aún no tiene sueño, esta acostado sobre el sofá usando su celular, es tan alto que sus pies sobresalen por encima de los brazos del sofá.

—Dime cuál es tu Instagram, voy a seguirte —me pregunta sin apartar la vista del celular.

—Yo no tengo de esas cosas —respondo en un tono cortante.

—Entonces, ¿qué cosas haces tú con tu celular?

—Mi celular es nuevo, no he tenido tiempo de usarlo, porque justo hace unas horas alguien llegó y me secuestró —lo digo muy molesta.

—Oh, entiendo... Entonces voy a crear tu primera cuenta de Instagram.

—¡Que vas a hacer ¿qué?!

Dimitri ha sacado mi celular del bolsillo trasero de su pantalón... ¡Es lo que necesito!... Es lo único que me puede ayudar para salir de aquí.

—¡Qué barbará!, este celular no tiene bloqueo de pantalla.

—¿Y eso qué significa? —pregunto y él se hecha a reír.

—Veo que estás negada para la tecnología.

—¡Deja de burlarte de mí!, y de-deja de usar mi celular, que no te he dado permiso.

—¿Te pedí permiso para tenerte aquí? —vuelve a mostrarme su cínica sonrisa.

—Sí, sigue... Disfruta de tus maldades... En serio, que ser tan despreciable eres —intento desdeñarlo, pero el desgraciado solo se encoge de hombros.

—Veo que ni siquiera tienes un correo vinculado en el teléfono —le veo teclear el teléfono con una gran agilidad.

—Veo que no me entendiste cuando te dije: No he hecho nada.

Me pregunto qué tanto hace con mi celular, se ha apoderado de él como si fuera suyo, cree que es dueño de todo lo mío y eso me pone furiosa, porque yo no le pertenezco, yo solo soy del Señor Jesucristo y de nadie más.

Lo veo y me convenzo más de que está demente... ¿Realmente cree que puedo enamorarme de él mientras me tiene aquí secuestrada?... ¿En qué cabeza cabe esa idea tan absurda?

—Listo, lamonjitafogoza@gmail.com —vuelven con sus irritantes carcajadas.

—¡Qué irrespetuoso! —saco valor y me levanto de la cama muy molesta para ir hacia él—. ¡Dame mi celular! —trato de arrebatarle me celular de sus manos, pero antes él me toma por la muñeca del brazo.

—Inocencia —sus ojos profundizan en los míos con una inesperada seriedad—, es mejor que mantengas distancia —su mirada recorre desde mis pechos hasta mis muslos.

—Di-Dijiste que no eras u-un violador —digo aterrada.

—Pero podría robar tu primer beso —él sabe lo importante que eso resulta para mí.

Me aparto de él, regreso a mi cama y entro bajo las cobijas sin perderle la vista. No me gusta que esté trasteando mi celular...

¿Y si me pone algún tipo de rastreador?... ¡Oh virgencita, protégeme de este hombre!

De Monja A MafiosaWhere stories live. Discover now