11. En medio de una persecución

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Ese olor a medicamentos, el frío abrumador y ese intenso color blanco que predomina en cada rincón: definitivamente estamos en un laboratorio. En la recepción nos recibe una señora morena y de pelos alborotados, tiene un uniforme de enfermería de color rojo vino bajo un abrigo de algodón color gris. Podría decir que está de mal humor, pues nos vio llegar y enseguida ha torcido la boca.

—¿Ermac, será que no fui clara desde el teléfono?... Te dije que no pienso darte más jeringuillas, no pienso apoyar tus vicios —dice la recepcionista. Se ve algo indignada.

—¿Vicios? —giro rápidamente buscando el rostro de Ermac.

—Sí..., es que... me gusta ver la sangre, je, je.

—¡¿Qué?!... ¿Acaso eres un vampiro? —mi leve sonrisa debería de hacerle entender que estoy bromeando... ¡Vamos!, sabemos que no existen los vampiros.

Sus risas parecen algo falsas, no comprendo mucho su reacción.

—Es que me gusta ver la tonalidad de mi sangre, el olor... ¿No me digas que nunca has olido tu propia sangre?

Me he quedado en silencio, es que estoy muy sorprendida por lo que acabo de escuchar, incluso puedo ver que la recepcionista ha sacado más papada por lo impresionada que está. Después de todo lo que acabamos de escuchar por parte de Ermac, ¿quién no estaría sorprendido?

—Supongo que la chica no tiene el mismo vicio —dice la recepcionista.

—No, señora, me gusta saber que mi sangre permanece en su lugar —giro a ver a Ermac y continúo—, justo en donde debería de estar, en las venas.

—Discúlpeme usted por no ser un hombre normal.

—Ermac, entonces, ¿a qué has venido? —le pregunta la recepcionista, quien parecer tener confianza con Ermac.

—Necesito hacerle unos exámenes a esta chica —él responde y ella enseguida se lleva las manos a la cabeza.

—¡Oh, por Dios!... ¿crees que esté embarazada? ¿Vas a ser padre?

—¡¿Qué?!... ¡No! Ella podría ser mi hermana.

—Todas podrían ser tu hermana... ¡¿No me digas que Alexis es el padre?!

—¡No!... ¡Y ya deja de hacerme tanta preguntas, por un demonio!

—Ok, ok...

—Vengo a hacerle exámenes de paternidad. Tienes el ADN de mi padre guardado, ¿no?, necesito usarlo.

La recepcionista ha pelado los ojos, pero por lo menos ha guardado silencio; se nota la ganas que tiene de hacer otra pregunta, se le sale por los ojos toda esa curiosidad, aunque trata de disimularlo mirando de vez en cuando el monitor de la computadora, es muy inquietante.

—¡Diablos! Ok, pregunta —se exalta Ermac.

—¿Es otro gol de Mr. Gabriel? Se ve más joven que Delancis.

Al entrar al consultorio me recibe una enfermera, me sujeta del brazo para sacarme la sangre. Curiosa, le pedí que me permitiera oler mi sangre, y puedo asegurar que huele a metal, es como si oliera una barra de hierro. Me dio mucha vergüenza, pero tuve que hacerlo para quedar tranquila, es que Ermac sembró esa curiosidad en mí.

Al salir de la enfermería, la recepcionista nos informa que los resultados van a estar listos en unos dos días, exactamente el veintitrés de Diciembre. Delancis estaba en lo correcto, ser Hikari tuvo su ventaja.

Ambos nos despedimos de la recepcionista y luego subimos al auto. Ermac ha arrancado el auto, y ahora vamos de regreso a la mansión Hikari escuchando a Bod Dylan.

De Monja A MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora