19. La famosa Chica Pimienta

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Ir de compras es ese tipo de cosas que les fascina hacer a las chicas, cosas que jamás he hecho ya que gran parte de la ropa que tengo en mi armario venían de las donaciones que las personas caritativas hacían al monasterio, muy poco era el dinero que podía ganar vendiendo mis rosarios y mis artesanías, si acaso me alcanzaba para un par de panties; ciertamente ser novicia no fue algo fácil de llevar.

Veo a estas dos chicas lucir tan sexy con esos pijamas y me pregunto si yo me vería igual con una de esas puesta, aunque siendo sincera, no me atrevería a usarlas, me daría vergüenza tan solo verme al espejo; por ahora lo más cómodo es mi enorme bata, es tan vieja que incluso podría jurar que fue confeccionada de la edad media y, para no sentirme tan mal, me imagino que estoy usando el pijama de alguna antigua princesa... Sí, lo sé, he desarrollado una mentalidad de pobre, sino como se supone iba a continuar con mi vida de consagración, una autoestima alta es primordial en esta vocación.

-Divino mi babydoll, ¿verdad? Vamos y compremos uno para cada una -dice Lottie mientras gira sobre ella misma.

-Yo no podría usar algo así de corto, chicas.

-¡Madre Teresa, sal de ese cuerpo! -Lottie se da un manotazo en la frente con mucha indignación-. Ino, basta..., ¡ya deja de ser tan monja!

-Lottie, oficialmente aún sigo siendo una monja.

-Ya supéralo, mujer -bufa y tuerce los ojos.

En eso vemos llegar, desde el fondo del pasillo, a una impresionante rubia, luce un traje floreado sumamente corto que viste sobre un cuerpo despampanante, y también trae puestos unos zapatos flat que ni siquiera hacen ruido al caminar.

Ah, sí..., la recuerdo de ayer, es la chica del servicio doméstico que me ofreció aquel café hirviendo.

-¡Buenos días, chicas! -saluda muy sonriente.

-¡Chica pimienta! -Lottie saluda de la misma forma.

-Pimientita, buen día -Florence le sonríe amablemente.

-¿Pimienta? -pregunto arqueando una ceja.

-Recuerdo haberte visto ayer... ¡Claro, eres tú!, la chica de mirada extraviada.

-Sí... Je, je... Igual te recuerdo -le extiendo mi mano para presentarme-. Mi nombre es Inocencia, mucho gusto... -me silencio al no saber su nombre.

Ella acepta el apretón de manos, puedo notar que es muy alegre.

-Puedes decirme Pimientita, todos me dicen así, es mi nombre artístico.

-Artístico... ¿Entonces eres actriz? -estoy muy asombrada, de seguro mis ojos están brillando.

-Inocencia, soy toda una estrella.

-¡¿En serio?!

-Sí, estrella porno -lo dice aún sonriente, yo lo estaba..., ahora mismo mi sonrisa se va tornando algo putrefacta.

Ella es una estrella... ¡estrella porno!... ¡Virgen santísima! Que una monja se encuentre frente a una actriz porno es como si un Digimon se encontrara frente a un Pokemon; yo sería como un pequeño huevo Digimon, y ella... ¡ella sería la Pokemona legendaria del pecado mismo!

-¿Po-Po-Porno? -tartamudeo bajo el silencio y bajo el rostro congelado de todas las presentes.

-Sí, me tienen secuestrada en esta casa -su sonrisa sigue ahí.

-¡¿Que qué?!

-¿Has visto mis películas? -pregunta sin una pizca de vergüenza.

¿Cómo puede seguir diciendo esas cosas con un rostro tan sonriente?... ¡Oh, ya entiendo! Yo siempre entendiendo mal las cosas.

De Monja A MafiosaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang