57. La Empresa Familiar

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—Richard, soy inexperta en esto del noviazgo, quiero aceptar ser tu novia, pero no se como debería responderte.

—Ya lo hiciste.

Richard vuelve y me besa, y en medio de aquel beso, empieza a usar su lengua, la adentra tan profundo que hasta me provoca nausea inmediata, pero no se lo hago notar, solo aprieto más mis ojos para aguantar hasta el final, no quiero arruinar el momento, se supone debería ser hermoso e inolvidable; es que no entiendo, ¿Por qué tiene que meter su lengua en mi boca? ¡¿acaso este hombre intenta borrar mis memorias con su lengua?! ¡Santo padre!

Jamás pensé que un beso fuese a sentirse tan diferente al anterior, si antes estaba asustada, ahora me siento ansiosa, quiero salir corriendo de aquí, quiero irme, es como si la oscuridad se revolcara dentro de mí para detenerle, y estoy segura que no debería sentirme así, pues siempre creí que un beso me dejaría deseosa por ir más allá. Aún recuerdo cuando, por las noches, regresaba a mi habitación, me lanzaba sobre mi cama, agarraba mi almohada e imaginaba que estaba en medio de un dulce y suave beso, como cualquier adolescente inexperta en el amor y que, en aquellos tiempos, sabía que eso sería lo más cercano que podría estar de recibir un beso.

—Sabes —Richard acaricia mis pómulos—, mi nuevo color favorito están en tus ojos —ambos compartimos sonrisas.

No me salen las palabras, espero y mi silencio no le incomode.

Richard saca un espacio frente a él y me jala hacia el sofá, yo me acomodo evitando lastimar su herida, mientras él me envuelve en sus brazos y cruza sus piernas con las mías; en mi espalda puedo sentir los acelerado que está su ritmo cardiaco, puedo sentir su calidez, sus caricias recorrer mi cintura y mis caderas, su respiración sobre mi cuello se siente tan bien, sus labios sobre mis hombros son exquisitos, me está gustando estar así con él, por fin los nervios se me están pasando, solo bastó un abrazo de Richard para encontrar esa tranquilidad y seguridad que necesitaba.

—¿Estás cómoda?

—¿Sí, y tu?

—Mejor no podría estar.

Acepte ser novia de Richard porque me gusta bastante, tanto que hasta me hace omitir todas esas advertencia que me ha lanzado mis familia, es que su compañía me hace sentir segura, me siento completa cuando lo tengo cerca, no estoy segura si esto es amor, pero de verdad que quería intentarlo con él. Espero acostumbrarme a sus besos y a sus caricias, espero no haber tomado una decisión precipitada..., porque sí, hay que aceptarlo, también le he correspondido porque siento que estoy algo tarde para andar rechazando propuestas, tengo miedo de que esta sea mi única oportunidad para tener un novio, pues a mi edad ya debería tener hasta hijos.

Ambos nos hemos quedado viendo una película que recién han empezado a transmitir en la televisión, se llama «Como si fuera la primera vez» es una hermosa historia, espero poder verla hasta el final, pues mis ojos empiezan a pesar...

—Inocencia, te estás durmiendo —me despierta susurrándome al oído.

—No, aún estoy aquí —respondo y él se hecha a reír.

Siento como su mano entran bajo mi blusa, con la yema de sus dedos acaricia sobre mi abdomen y delinean la curvatura de mi cintura, para luego descontrolar mis latidos con ese lento y estremecedor recorrido que le lleva hasta mis senos.

—Te puedo mantener despierta de esta forma —con sus dedos empieza a rozar mis pezones... ¡Me está excitando!

Mientras acaricia mis senos empieza a besar sobre mi cuello, y mientras lo hace, yo empiezo a ponerme nuevamente nerviosa.

Como manera de escape, fijo mis ojos sobre el reloj de la pared y observo la hora.

—Richard, es tarde, tengo que irme ya.

De Monja A MafiosaWhere stories live. Discover now