Emily Brown creía que tenía todo bajo control en su vida, hasta que llegó el momento de irse a la universidad.
Era una buena estudiante, buena hija, buena hermana y buena amiga, cumplía cada meta que se proponía y era feliz con su novio Nathan, inc...
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Emily.
Sentí que alguien removía mi cama y fue el despertar más lamentable que había tenido un tiempo, en mi asombroso sueño era mi apuesto maestro el que daba lentos pasos hasta sentarse a mi lado y pasar sus manos por mi cuerpo para despertarme y comenzar a disfrutar el día juntos, sin embargo, al abrir uno de mis ojos encontré a Lysa frente a mí, quien movía uno de mis brazos sin parar para lograr despertarme.
¿Qué sucede? ¿Qué hora es? –Pregunté somnolienta, tomando las sábanas para moverme en la cama y darle la espalda a mi mejor amiga, pero ella lo impidió rápidamente. -
Noah está esperando por ti. –Murmuró en un susurro bajo y sacó rápidamente las sábanas de mi cuerpo, lo cual me hizo gruñir y lamentarme al mismo tiempo. - vamos, no quieres que siga esperando. –Dijo ella, poniéndose de pie. - ya me he despertado yo para atender el teléfono con la llamada de conserjería, ahora lo harás tú.
Con un nuevo lamento cubrí mi cara durante algunos segundos y luego me bajé de la cama, dando lentos pasos hasta ingresar al baño, en el cual observé mi reflejo en el espejo y recordé la noche anterior.
¿Qué haría ahora? ¿Cuáles eran mis planes?
El estar soltera no era algo nuevo para mí, lo había sido durante gran parte de mi adolescencia y no me entristecía el pensar que nuevamente lo era, pero, por otro lado, el ser libre en estos momentos significaba que lo que comenzaba a sentir por el mejor amigo de mi hermano no era algo prohibido, que el leve coqueteo que existía entre nosotros no era algo que me haría sentir insegura sobre mi relación después, ahora no había otro chico en el que pensar y eso me aterraba.
Me aterraba bastante.
Porque era una adulta ahora, no una simple adolescente que lo tuvo frente a ella durante solo unos minutos y luego desapareció completamente, su presencia era real e intensa ahora, no pensaba en él como el mejor amigo de mi hermano, pensaba en él como un chico bastante apuesto que podría hacer que mi mundo diera mil vueltas y eso no dejaba de asustarme.
Porque jamás me había entregado a un chico.
¿Estás lista? –Gritó mi mejor amiga y me alejé de mis pensamientos, con un nuevo suspiro escapando de mis labios corrí hacia mi armario y saqué el primer conjunto deportivo que encontré, complementándolo con unas deportivas. -
En un minuto. –Grité en respuesta mientras saltaba en un pie hacia el baño para obtener mi cepillo de dientes y realizar mi aseo bucal mientras terminaba de vestirme. -
¿Qué opinas de una tarde de chicas? –Preguntó Lysa con una sonrisa en sus labios, recargando su cadera contra el marco de la puerta y con su típica taza de café entre las manos. - creo que es una buena terapia luego de lo sucedido.
Me apunto. –Murmuré luego de secar mi boca por el enjuague. - necesito algunas cosas y creo que me hará bien para pensar algunas cosas. –Dije y deslicé por mi cabeza una sudadera, esta vez una mía. - siempre y cuando terminemos comiendo una rica hamburguesa y helado de cena.
