Emily Brown creía que tenía todo bajo control en su vida, hasta que llegó el momento de irse a la universidad.
Era una buena estudiante, buena hija, buena hermana y buena amiga, cumplía cada meta que se proponía y era feliz con su novio Nathan, inc...
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Noah.
Escuché como uno de mis estudiantes le hablaba a Emily y sentí como la sangre hervía en mis venas, incitándome a detener esta situación y llevar a Em a un lugar lejos de aquí, lejos de él.
Me detuve, apretando mi mandíbula duramente mientras le ordenaba a mis pies que no dieran un paso cerca de ella, me concentré en guardar todo en mi bolso, reorganizar el escritorio para el próximo maestro que llegaría y respirar profundamente, porque no quería explotar en este momento.
Pero detestaba ver como aquel chico le hablaba a Em.
Me acerqué a ella en el momento en que él se fue, me posicione sigilosamente detrás de ella y permití que su dulce aroma me envolviera mientras le susurraba al oído.
Es un completo imbécil. –Susurré en su oído y observé como su rostro volteaba en mi dirección, permitiendo que notara el sonrojo y el brillo de furia en sus ojos. - no permitas que te hable así nunca más, Em, o realmente me involucraré la próxima vez. –Amenacé con la voz más seria que había utilizado alguna vez. -
Percibí como sus ojos estudiaban por completo mi rostro, sin despegar sus labios para decir ninguna palabra, solté un suspiro al darme cuenta que no diría nada al respecto y posé mis manos sobre sus hombros, les brinde un suave apretón y salí de allí, con las ganas aun dentro de mí de sostener su delgado cuerpo contra el mío y llevarla lejos de aquí.
El ver a la pequeña Em como mi nueva alumna había provocado que mi mundo se volcara, sabía que este año comenzaría sus estudios aquí, pero para dictar este curso había dos maestros, por lo que esperaba que ella quedara con el abogado Smith y no tener a sus preciosos ojos observándome durante toda la clase.
Sin embargo, mis plegarias no fueron escuchadas.
El primer día había sido un calvario no poder posar mis ojos en ella más de lo políticamente correcto, estaba tan cambiada que necesitaba obtener un buen vistazo de ella, mucho más cerca y en un ambiente mucho más privado, pero sabía que aquello no era posible, no cuando se trataba de mi nueva estudiante.
Aún recordaba la primera vez que la vi, con el brillo en sus ojos que relucían en contraste con su blanca piel y sobresalían por la combinación de su precioso vestido azul el día de mi graduación, en donde fue a celebrar por su hermano, mi mejor amigo.
Flashback.
¿Has visto a Jacob? –Preguntó un chico a mi lado, de quien no recordaba el nombre, pero recordaba haber estado en algunas clases con él. – quería despedirme de él y obtener alguna fotografía.
Seguro sigue por aquí. –Respondí, acomodando mi túnica y observando como a lo lejos se encontraba mi familia, esperando por mí. – debes ir a encontrarlo, no se negará a tu petición.
