Un Crimen Perfecto (libro 1)

Capítulo 8

Sara

Abrí las puertas del bufete, el interior se encuentra cálido, recuerdo cuando era niña y venía a corretear por todo el edificio, amaba jugar a la niña de los recados con los abogados, y por supuestos que ellos eran felices de que hiciera eso. El edificio es de cinco pisos, en el primer piso está la recepción junto a la sala de espera, en el segundo y tercer piso se encuentran las oficinas generales de todas las personas que trabajan para el bufete, en el cuarto piso está constituido por salones de juntas, y por último, pero no menos importante, en el quinto piso están las oficinas ejecutivas a ellas pertenece las de mis padres, la del padre de Klaus y ahora los señores Fischer.

La recepcionista del lugar sigue siendo la misma desde hace 15 años, que al verme me regaló una hermosa sonrisa, yo tenía al menos medio año sin venir, me acerqué a ella para saludarla, ella me indicó que mis padres llegarían pronto y que me habían dejado el recado de que los esperara en una de las salas de juntas, acaté el recado subiendo hasta el cuarto piso no sin antes despedirme de ella.

En mi espera de subida en el ascensor me percaté de que han agregado otro botón en el tablero, me acordé de los planes del señor Peterson, él llevaba tiempo en la planificación de un subsuelo para el almacenamiento de los archivos manejados por los abogados, ese hombre nunca a confiado de la tecnología. Llegué al cuarto piso, me encaminé a una de las salas, pero mi camino fue interrumpido por el grito de una persona, fruncí mi ceño y me desvío hacia donde provenían esos gritos, dos chicas estaban discutiendo, aunque yo diría que era solo una de ellas mientras la otra estaba a punto de un colapso.

—Buenas tardes –digo entrando a la sala –¿se puede saber que está pasando? –pregunto calmada mirando a la chica que estaba por llorar.

—Lo siento señorita, pero si viene por el puesto de trabajo es una lástima ya que no recibiré más personas por hoy –me dice la que gritaba –y no creo que sea de su incumbencia lo que esté sucediendo aquí –arquee una de mis cejas y me cruzo de brazos.

—No, créeme que es de mi incumbencia, ¿tú quién crees que eres para hablarme de esa manera? –le digo en un tono seco que no logró bajar su aire de grandeza.

—Soy la directora de recursos humanos, creo que estás un poco desubicada, ¿deseas que los guardias de seguridad te acompañen a la salida? –responde sonriendo.

—¿Y tú quién eres? –le pregunto en tono suave a la otra chica.

—Yo solo vine por un empleo –pausa por unos segundos –pero creo que no lo obtendré, aquí al parecer hay una política racista –mi rostro se desfiguró al escuchar eso.

"¡¿Racista?!", desde que tengo memoria y he podido caminar por los pasillos de este lugar me he tomado con cientos personas diferentes, cada una única y maravillosa, todas ellas pudieron tener un empleo sin problemas por el simple hecho de que el bufete no se fija en: género, raza, cultura o religión, es más que suficiente con su educación y méritos logrados, esta idiota no hará que nuestro prestigio se vaya al caño porque se crea mejor por tener un tono claro. La chica a la que no le quiere dar el empleo es hermosa: ojos negros, pelo afro, piel morena y me atrevería a decir que una piel perfecta, "se la envidio de buena manera", aunque está sentada puedo detectar que es pequeña, y su cara me dice que es inteligente, no necesito saber más.

—¿Sabes qué?, me encantaría que vinieran, llámalos –le digo a la mediocre directora refiriéndome a los guardias –adelante, no puedo perder tiempo.

Me apoyo en el marco de la puerta aún con los brazos cruzados, "esto será divertido", en verdad no perdió tiempo, con mucha emoción marcó para que los guardias subieran hasta aquí, mientras esperaba analizaba a la futura abogada que contratara el bufete, se ve agradable y mantiene silencio en cada segundo que pasamos aquí, escuché el ascensor cuando llegó a esta planta, dos guardias saliendo de él, de forma rápida y disimulada les hice una señal para que se mantuvieran en silencio.