Capítulo 33: Amanecer.

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- ¿Hiciste amigos geniales?- preguntó con emociones renovadas.

- Así es, el primer día conocí a un niño muy hermoso y bueno. También conocí al tío Choūji y a la tía Ino.- contó. Los ojos del menor se abrieron de asombro.

- ¡Esos son muchos años de amistad!- alzó sus brazos y los extendió a cada lado, dando a entender que era demasiado.- ¿Y quien era el otro niño?- preguntó emocionado. La mirada de Naruto se posó sobre mí y nos sonreímos con cariño, como siempre hacíamos desde hace tantos años.

- El otro niño era tu padre. Nos hicimos inseparables desde el primer día de la Academia y nos protegimos durante años. Unos cuantos años después nos tocó en el mismo equipo de Gennin junto al tío Asuma como profesor.- finalizó, dejando a Tsuki en la cama y rebuscando entre la ropa para comenzar a vestirlo.

- ¿Y después se enamoraron? ¿Papá Shika te dijo que te quería primero?- las preguntas del menor se silenciaron por unos segundos mientras Naruto cambiaba su remera de pijama por una color negro con el símbolo del clan Nara en el frente.

- Nosotros nos quisimos desde el primer día, eso no fué necesario.- hablé de nuevo, regalándole una sonrisa al menor que me miraba con ojos brillosos de admiración.

- Vamos, se te hará tarde y a tí también.- el rubio nos señaló a cada uno y salimos de la habitación cuando Tsuki ya estaba listo para irnos a la cocina.

Después de un desayuno rápido nos dirigimos a la academia ninja, dónde habíamos pasado tantos años en el pasado, dónde todo había comenzado.
Compartimos una mirada de nostalgia al ver el frente del lugar y sonreímos al ver la emoción de Tsuki, que finalmente había dejado el nerviosismo de lado.

La ceremonia de bienvenida para los novatos había comenzado y Tsunade-sama estaba dando unas palabras de apoyo a la nueva generación, aquella que protegería a la aldea en unos años y llevaría con ella la voluntad de fuego.

Finalmente los niños debían separase de sus padres para formar filas e ingresar a la que sería su aula por cuatro años.

Naruto y yo nos agachamos para estar a la altura de Tsuki y le sonreímos con confianza y tranquilidad.

- No te preocupes, todo irá bien.- animó el rubio, besando la frente de su hijo.- Además, Inojin estará ahí y quizás les toque juntos. También puedes hacer muchos amigos, no olvides ser amable.- Tsuki asintió, besando la mejilla de Naruto con cariño.

- Todo saldrá bien, campeón. Recuerda portarte bien y hacerle caso a Iruka-sensei ¿Está bien?- Tsuki sonrió y asintió.- Nos vemos en unas horas, has nuevos amigos, bebé.- besé su frente y lo envolví en un abrazo cortó antes de soltarlo y ver cómo corría con su mochilita en la espalda hasta llegar a la fila.

Ambos nos levantamos y miramos a Tsuki hasta que entró.

- No te preocupes tanto, estará bien.- entrelacé mi mano con la de mi esposo y le sonreí con calma. Él me regresó el gesto.

- Lo sé, es nuestro hijo despúes de todo...- besé sus labios con dulzura y le tendí su banda ninja, que colocó en su cuello.- Debo irme, mi equipo debe estar esperando.- asentí. Hoy Naruto tomaría un equipo Gennin bajo su cargo y se convertiría en Jounnin-sensei. Le sonreí con dulzura y volví a besar sus labios antes de dejarlo ir.

- Que tengas buen día, amor.- me despedí y él sonrió antes de correr en dirección al techo de la academia.

Me permití mirar el cielo semi despejado, que era decorado por escasas nubes, antes de partir en dirección a la torre Hokage para comenzar mi día laboral.
Tendría mucho trabajo y quería terminar rápido con Tsunade-sama para poder recoger a Tsuki al mediodía.

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Caminaba con paso tranquilo por las calles de la aldea en dirección a la academia. Había terminado el trabajo temprano, así que iba muy bien de tiempo y, posiblemente, llegaría temprano.
Decidí pasar por los puestos de la calle central para comprar algo de comida para llevar, sería bueno romper un poco la dieta estricta que llevábamos para festejar, sería solo por hoy.

Terminé comprando ramen para Tsuki y Naruto, un poco de carne asada del local de la familia Akimichi y, claramente, cuatro órdenes de dangos.
Y es que los tres amabamos esos dulces.
No importa lo que dijeran las pruebas de paternidad, Tsuki sin duda era hijo nuestro, no era normal la forma de comer que los tres teníamos y los gustos extremos que compartíamos por ciertos alimentos.

Adoptamos a Tsuki cuando recién cumplía los tres años.
La conexión fue inmediata, sobre todo con Naruto. El menor se había entregado a él desde el primer momento y le había dejado en claro de múltiples maneras que lo quería.
Había compartido sus juguetes, le había hecho un dibujo y le había delineado las líneas de sus mejillas con pequeños besos.

Naruto quedó encantado con el pequeño y, aunque tuvimos varios meses de papeleo, visitamos a Tsuki todos los días en el orfanato hasta que finalmente tuvimos los papeles de adopción firmado y pudimos llevarlo a casa con nosotros.
Yoshino, mi madre, casi muere de la ternura cuando le presentamos a su nieto.
Y mi padre se había desarmado de amor ante el infante, que tuvo un amor enorme hacia el hombre y que lo dejó encantado cuando le dijo abuelo Shikaku.

Mis padres se encargaron de malcriar y mimar a Tsuki desde entonces.

Tsunade y Jiraiya lloraron a mares cuando conocieron a Tsuki. Claro que la mujer lo abrazó con todas sus fuerzas, hasta casi asfixiarlo, y ella junto a Jiraiya se unieron a la banda ilícita de malcriando al bebé Tsuki.
Yoshino y Shikaku los recibieron con los brazos abiertos en su causa.

En pocos minutos había llegado a la entrada de la academia, justo a tiempo para presenciar como todos los cursos mayores salían con calma de sus aulas y se retiraban del lugar sin acompañamiento, ya eran lo suficientemente maduros como para regresar solos.

Unos minutos después, dos filas de grados diferentes salieron, siendo guiadas por Iruka y Shino, eran los dos cursos de novatos del año.
Una brisa a mi lado me hizo sonreír, Naruto había llegado.

- ¿Llegué tarde?- preguntó, se notaba agitado. Negué, aún manteniendo mi sonrisa.

- Llegas justo a tiempo.- susurré.

- ¡Papá, papi!- los gritos felices de nuestro hijo nos hicieron voltear hacia la fila, de dónde venía corriendo el pequeño Tsuki. Venía arrastrando a alguien, sujetando la mano de otro pequeño niño. Reí internamente, esto me trae recuerdos.- ¡Miren, él es Kei-kun y es mi primer amigo!- presentó. El niño, que era pálido y de cabellos chocolates, nos sonrió enormemente.

- Es un gusto, Nara-san, Uzumaki-san.- saludó, encantando a Naruto con sus modales.

- Oh, Kei-kun. Solo Naruto está bien.- el rubio se agachó a la altura del castaño y lo abrazó con fuerza.- ¡Eres tan lindo!- chilló.

Si, definitivamente no fue buena idea dejar que pasara tanto tiempo con mi madre.
Después de salvar a Kei e invitarlo a comer, retomamos el camino a casa, acompañados del pequeño castaño que hablaba felizmente con Tsuki mientras caminaban sujetando sus deditos delante de nosotros.

Entrelacé mi mano con la de Naruto y observé embelesado como me regalaba una sonrisa.
Sus cabellos rubios eran acariciados por la luz del sol del mediodía y su piel brillaba. Observé su perfil mientras reía por su charla con el pequeño Kei y sonreí con amor.

Desde ese momento supe que Kei sería parte de ella por mucho tiempo más, tal como Naruto una vez se unió a la mía y yo a la suya.

- ¡El último en llegar es un huevo podrido!- luego de ese grito de mi parte, Naruto soltó mi mano y corrimos en dirección a nuestro hogar. Riendo al ser superados falsamente por los niños, que se carcajeaban por el juego.

Mi familia estaba completa y ellos me hacían feliz.





                          Fin.                       

𝕊𝕖𝕥𝕫𝕦𝕤𝕠𝕜𝕦•ShikaNaru• 🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora