Capítulo 19: ¡Naruto baka, baka!

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Shikamaru: Tienda de dangos de Konoha.

Tosí casi muriendo por las palabras desprevenidas del bullicioso rubio a un lado de mí, que me veía preocupado y golpeaba levemente mi espalda en busca de ayudarme a pasar el ataque de tos.

- Lo siento, es que... Me tomó por sorpresa.- dije simplemente, tomando otro trago de agua en un intento de bajar medio dango que había quedado en mi garganta. Una risita escapó de los labios del Uzumaki, que seguía con cara de leve preocupación.

- Tampoco es para que te pongas así, Shika-kun.- metió otro dango a su boca y se dedicó a espiar las transitadas calles que se veían de la aldea; justo en las avenidas principales del centro.

- A pasado mucho tiempo.- dije simplemente, intentando sonar más tranquilo y despreocupado de lo que realmente me sentía. El Uzumaki asintió.- Cuéntame un poco lo que has hecho en estos años.- pedí, en una desesperada necesidad de desviar el tema de conversación por uno más banal.

- Cuando partimos de aquí, fuimos directamente a Kumogakure, donde fui entrenado por el hermano del Raikage por un año y medio para acrecentar mi poder, dió sus frutos totalmente, puedo decir orgullosamente que son un usuario de Kenjutsu hábil. Luego de ese tiempo, intenté dominar a mi bijuu, que enrealidad fué muy sencillo porque nos llevamos muy bien. Tú lo sabes más que nadie.- asentí, tomó un sorbo de té para remojar un poco su garganta y prosiguió.- Cuando lo logré, decidí practicar más mi batalla cuerpo a cuerpo, quería refinar mis sentidos, reflejos y velocidad. Así que el año restante lo usamos en eso, después vagamos de aldea en aldea por un periodo.- explicó, rodando los ojos.- Todo para ayudar a la inspiración de Jiraiya-sama con sus libros.- solté una risa por ello, el hombre no parecía cambiar.

- Parece que te divertiste y que te sirvió de mucho. Te ves más serio...- recorrí el borde de la taza con mi dedo índice, negandome a verlo a los ojos por miedo a perderme en aquel azul. Sin darme cuenta, una mueca de puro disgusto surco por mi rostro ante esa idea; nos habíamos separado por mucho tiempo y, aunque fuese el mismo Naruto, de algún modo lo sentía tan lejano...

- ¿Estás bien? Te ves disgustado.- subí mi mirada, topandome frente a frente con aquellas dos lagunas que derrochaban cariño y preocupación, más me negaba a creer que era por mí. Desvíe la mirada a la taza nuevamente y me forcé a sonreír.

- Había extrañado estos momentos, la aldea se sintió vacía sin tí, Naruto.- dije simplemente. Por el rabillo del ojo divisé una tenue sonrisa y abrí mis ojos levemente ante el beso fugaz que el rubio plantó en mi mejilla.

- Quiero que me acompañes a un lugar...- pidió antes de levantarse y dejar el dinero de la comida en la mesa, saliendo del local con paso tranquilo. Procese lo dicho y lo seguí lo más rápido que pude, haciendo una pequeña carrera hasta volver a estar a su lado. Las dos manos del rubio descansaban tranquilas y despreocupadas en sus bolsillos, sus ojos recorrían la aldea sin prisa.

Nos dirigimos hacia el sur.
Cuando pensé que iríamos al monumento Hokage, desviamos hacia el oeste.
Sentí mi corazón latir con fuerza luego de unos minutos, cegado por el nerviosismo y las ansias al descubrir nuestro destino.

Pocos minutos de caminata restaron para finalmente llegar al lugar propuesto por el misterioso rubio; el claro donde hace años atrás nos declaramos nuestro amor de manera aniñada y romántica.

Ambos tomamos asiento en el césped, observando el horizonte por dónde el sol comenzaba a esconderse, siendo la evidencia de la cercanía de la noche en Konoha.

- Entonces...- dí pie a una conversación fluida, que estaba seguro de que Naruto no se animaba a comenzar.
Los ojos celestes, cálidos y familiares, me observaron estudiosos y luego una leve sonrisa apareció en el rostro del Uzumaki.

- ¿Recuerdas todos nuestros momentos aquí?- preguntó sin más, volviendo su mirada al ahora anaranjado cielo.
Esa pregunta, que para otros podría ser cotidiana e inclusive aburrida, para mí era una puerta de oportunidades y demostraciones; él lo recordaba.
Sonreí ante la idea.

- Claro, son recuerdos preciados.- con una sonrisa nostálgica respondí, ganándome una risita del rubio.
Observé los dedos de sus manos jugar, nerviosos y ansiosos, aquella costumbre que antaño también realizaba cuando quería decir algo.- Habla, Naruto. Nos conocemos hace mucho, no tienes porque ponerte nervioso.- una risa graciosa y fuerte escapó de sus rosados labios, trayendo consigo un extraño y reconfortante calor en mi estómago.

Unos segundos de silencio después de la estruendosa risa, tan característica de él, fueron suficientes para comenzar a ponerme nervioso.
Miré al Uzumaki, luego al cielo y juntando todo el valor que tenía, decidí dar el primer paso; el que no arriesga no gana.
Respiré profundo.

- Te eh extrañado mucho y es extraño. El tiempo pasó y entrené lo suficiente para convertirme en un shinobi hecho y derecho, pero cuando estoy cerca tuyo parezco nuevamente ese niño nervioso. Creo que uno no puede controlarse cuando es preso del amor.- mis ojos se mantenían abiertos con impresión ante lo dicho por el rubio y solté varios intentos de oraciones, que resultaron solo murmullos.

La risa jovial nuevamente se hizo escuchar y los ojos azules se encontraron con los míos. Podría jurar que a cada segundo se veían más profundos y cálidos.

La suave mano en mi mejilla desvío toda mi atención y cuando volví la vista al frente, abrí mis ojos grandes al sentir los labios rosados y suaves sobre los míos.
Cerré los ojos casi al instante y correspondí el beso, sujetando firmemente la parte posterior del cuello del Uzumaki, intentando acercarlo más a mí si era posible.

Jugué con su lengua, en una danza conocida pero evolucionada, y mordí su labio inferior a mi gusto.
Podía sentir sus dedos jugando entre mis cabellos, desordenando mi coleta.

Lamí sus labios y él lamió los míos, sentía sus dientes jugar con mi lengua y su mano sujetar mi cintura con fuerza, pegándome a él.

Al separarnos después de algunos minutos, la respiración de ambos estaba agitada y nuestras frentes se unieron al igual que nuestras miradas.

Una sonrisa boba decoraba la cara de ambos y junto a ella, el sonrojo hacia aparición.

- Sigues sabiendo a ramen.- comenté, divertido. Los cachetes de Naruto, ahora inflados en berrinche como un niño, se pusieron rojos.

- No digas esas cosas tan derrepente-dattebayo.- regaño, desviando su mirada hacia abajo. Segundos después, una sonrisa burlona surcó sus labios y volvió a unir nuestros ojos.- Sin embargo, tú sabes mucho más exquisito que la última vez.- guiñó uno de sus ojos con descaro y pude sentir toda mi sangre subir directo a mis mejillas en tiempo récord, ganándome unas carcajadas del rubio.

- ¡Naruto baka, baka!- grité avergonzado por el desvergonzado comentario. Me separé y oculte mi rostro entre mis manos.

Ese idiota iba a matarme.

𝕊𝕖𝕥𝕫𝕦𝕤𝕠𝕜𝕦•ShikaNaru• 🍂Where stories live. Discover now