Capitulo 25: Dinos mamá y papá.

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Shikamaru: Casa principal del complejo Nara. 17:48 p.m

- Y dime, Naruto ¿Cómo has estado? Hace tiempo no te veíamos.- mi madre tendió una taza de té humeante al menor, que la recibió gustoso y sonrió a la mujer, agradeciendo con un asentimiento.

- Todo a estado bastante tranquilo, Yoshino-san. Algunas misiones extensas, por eso no pude venir a compartir con ustedes.- explicó el rubio con una sonrisa antes de tomar un sorbo del líquido.

- ¿Has tenido ya misiones como Jounnin? ¿Cómo te sientes con eso? Naru-kun.- esta vez mi padre se unió a la conversación mientras comía un dango. Observó al rubio con atención.

- Es algo muy diferente a lo que conocía, más pesado y... Verdadero. Pero mis padres me han entrenado para soportarlo por años, gracias a eso sigo estable.- admitió, sonreí al verlo hablar de Jiraiya-sama y Tsunade-sama.

- Ya veo.- comentó mi madre con aires de orgullo.- Mi pequeño Naruto ya es todo un shinobi ¡Que emoción!- el rubio río, acompañando en la euforia a la mujer.

- Gracias por alegrarse de mis avances.- hizo una reverencia dirigida a los adultos, que sonrieron.- Yoshino-san, Shikaku-san, les debo mucho.- mi padre, preso del cariño que sentía solo por el rubio, lo envolvió en un abrazo paternal, como cuando tenía ocho años, que el menor correspondió.

- No nos debes nada, Naruto. Tú eres parte de la familia, despúes de todo.- la voz de mi madre salió con un tono burlón y sugerente, que hizo pintar las mejillas de Naruto y las mías con total vergüenza ante el descarado comentario de la mujer.

- ¡Mamá!- regañé, participando por primera vez en la conversación.

- ¿Y como va su trabajo? Shikaku-san. Escuché por parte de Ibiki-san que había algunas misiones interesantes en el cuartel de investigación.- comentó el rubio, intentando y logrando desviar el hilo de la incómoda conversación.

- Estamos bastante ocupados, Suna pidió que armemos una ruta de comercio más segura y confío en nuestro equipo para planificarla. Si funciona, podría ser una nueva oportunidad socioeconómica tanto para ellos como para nosotros y, quien sabe, quizás otras aldeas sigan el ejemplo y podamos firmar otros tratados comerciales.- el rubio escuchaba todo con suma atención.

- Eso sería genial, Shikaku-san. ¡Dé su mejor esfuerzo-ttebayo!- animó, regalándole una radiante sonrisa a mi padre.

- Naruto...- todos llevamos nuestra atención a mi madre, que miraba algún punto en el suelo y se encontraba algo roja. Parecía indecisa sobre decir sus siguientes palabras, pero a su vez estaba nerviosa e inquieta.
La sala se quedó unos segundos, que se sintieron bastante extensos, en silencio, esperando las palabras de la mujer.

- ¿Qué ocurre? Yoshino-san.- preguntó el rubio, regalándole una sonrisa a mi madre aún sabiendo que esta no podía verlo por sus negros cabellos cubriendo su vista.- ¿Yoshino-sa...?

- ¡Dinos mamá y papá!- el grito, tan repentino y eufórico, que emitió mi madre nos asombro a todos, pero el rubio lo ocultó a la perfección. En su lugar, mostró una leve confusión mezclada con ternura pura.

- ¿Eh?- preguntó solamente, desviando la cabeza hacia uno de los lados para hacer énfasis en su confusión.

- Yo sé que tienes a tu madre y a tu padre, no quiero faltarles el respeto a Jiraiya-san y Tsunade-san, pero...- tomó una profunda bocanada de aire.- Nosotros te amamos, Naruto. Eh estado contigo cuando te golpeaba de pequeño y eh curado tus dolores de estómago por comer tantos dulces, te eh ayudado a hacer tareas y eh velado por tí, al igual que Shikaku. Yo... Te siento como a mi hijo.- el rubio le dedicó una mirada asombrada, sus ojos azules se mostraban bien abiertos ante aquellas declaraciones.

- Mamá...- susurré, igual de asombrado que Naruto.

El rubio no contestó por varios segundos, dónde solamente quedó mirando a algún lugar indeterminado, hasta que una lágrima gruesa bajo por su mejilla, siendo seguida por muchas más.
Se abalanzó sobre mi madre, recargando la cabeza en el pecho de la llorona mujer, que acarició sus cabellos con amor, un amor tan maternal que mareaba.

Los sollozos de ambos se escuchaban y, aunque el mayor no temblara, sabía que también estaba llorando. Poco despúes, dejando de lado su orgullo como siempre hacia por su familia, se agachó en el piso para unirse al emotivo abrazo que seguían teniendo mi madre y Naruto.
La mano del rubio me hizo unirme a aquella conmovedora muestra de afecto, que hizo temblar todo mi ser al sentirme bendecido.

No solo tenía un novio maravilloso, si no que mi familia nos apoyaba completamente y lo habían tomado como un miembro más, no solo de la familia si no del clan mismo.

- Mamá, papá...- el susurro de Naruto llamó la atención de todos, pero ninguno cortó el abrazo.- Muchas gracias por todo, los amo.


                            [...]

Desde aquellas emotivas confesiones, Naruto no había dejado de visitar mi casa con más regularidad, pasando todas las tardes algunas horas con mi madre y comentando todos los chismes que ambos sabían de la gente de la aldea, parecían dos viejas metiches.

Por otro lado, en las noches jugaba Shōgi con mi padre, ganando en varias ocasiones y perdiendo en otras. El rubio sin lugar a dudas se había vuelto un muy buen jugador en los últimos años, su mente revuelta e incomprensible le daban una inmensa ventaja a la hora de planificar sus jugadas, siempre haciendo movimientos inesperados.

Admiré la figura dormida a mi lado, recorrí con mi mano la espalda desnuda del Uzumaki, dejando caricias suaves en toda su tersa piel.
El rubio ni se inmutó, tenía el sueño demasiado pesado como para despertar por aquellos suaves toques.

Unos cuantos besos en la nariz y en el cuello fueron suficientes para que comenzara a volver en sí, regalándome una sonrisa atontada aún medio adormilado.

- Buenos días...- susurró, abrazandome por la cintura y pegándome a él.

- Buenos días.- devolví, separándome levemente de su agarre.- Debemos salir ya, tu madre nos espera a las nueve.- recordé al rubio, que gruñó por lo bajo ante sus obligaciones.

- ¿Qué hora es?- preguntó, acariciando mi piel desnuda del cuello con la punta de su nariz, aspirando mi aroma.

- Ocho y diez.- respondí, disfrutando el tacto ajeno.

- Un poco más...- sus fuertes brazos envolvieron mi cintura nuevamente, haciéndome caer sobre él. Solté un chillido.

Ese día llegamos tarde con Tsunade-sama, todo por culpa de un vago rubio que me utilizó de almohada por casi una hora.

Por suerte también le tenía miedo a mi madre, ella lo obligó a levantarse.

Cuando estoy con él, todo se pone patas para arriba.

𝕊𝕖𝕥𝕫𝕦𝕤𝕠𝕜𝕦•ShikaNaru• 🍂Where stories live. Discover now