—Creo que la palabra amigo es usada con mucha facilidad.

—Bueno, tú eres parte de su grupo. —Al externar mis pensamientos sobre popularidad o sobre cómo era regida la escuela, me sentía bastante tonta, no es como cuando platicaba con Austin.

—¿De su grupo? —parecía confundido.

—Ya sabes, los tipos populares. —Cada vez más estúpida.

—¿Crees que soy popular? —Autosuficiencia, tu sinónimo es Steven.

—Creo que eres un idiota —sonreí. —Pero la escuela no se rige por lo que yo creo —Jena-vómito salió a flote.

Esperaba cualquier reacción excepto la risa, sin duda él era un masoquista.

—Gracias a Dios —agregó a mi discurso mientras se ponía de pie.

—Ya no te hagas el tonto —lo apresuré. —¿Jeremy ha dicho algo respecto a Rachell?

—¿Qué soy yo? ¿Un consejero matrimonial? —Eso lo había fastidiado pero no podía dejarlo, era importante para mi amiga.

—No es eso, solo que…, Rachell está preocupada, lo ha notado distraído. —No quería dar más detalles, pero creí que el hecho de que una damisela estuviera triste lo ablandaría un poco.

—¿Por qué no le pregunta ella? Para eso es su novia —comenzó a alejarse hacia la puerta para entrar a la casa.

—Steven, por favor —le rogué. —Cualquier cosa, prometo que no volveré a fastidiarte con esto.

Me miró y suspiró rindiéndose.

—Él solo ha hablado de que quiere entrar a la universidad, de que lo seleccionen por medio de una beca por futbol; últimamente ha tenido discusiones con sus padres por eso, ellos quieren que vaya a Texas con unos parientes. Supongo que eso es lo que lo tiene “distante” —hizo comillas con sus manos.

Era probable. Respiré aliviada.

—Gracias.

—Parece como si tu fueras la novia.

—¡Jamás! Rachell y Jeremy son casi como la pareja perfecta —me crucé de brazos.

—Claro —abrió la puerta. —Vamos.

Hice el esfuerzo de levantarme y no arrastrarme hasta la entrada, mis músculos parecían estar temblando, me sentía como un venado que acaba de nacer y no puede sostenerse sobre sus propias piernas.

Llegamos a la cocina, donde recordaba haber dejado mi mochila. Me sorprendí al encontrarme a Michelle ahí, parecía muy inmersa en lo que fuera que estaba leyendo.

—Ya regresamos —anuncié sacándola de sus pensamientos, ella abruptamente cerró la computadora.

—Hola. ¿Cómo les fue? —lucía nerviosa.

Steven la observó con el rostro bastante serio.

—Bien, siento mi cuerpo como una masa gelatinosa —respondí con ironía.

—Oh —rio. —Ya sabes, si no duele, no sirve —se rascó la nuca con incomodidad.

—Pues eso espero —tomé mi mochila de la encimera. —Ya me voy, gracias por lo de hoy —le dije a Steven que parecía tenso, con esa mirada que le dirigía a su amiga, como si le advirtiera algo.

—No hay de qué —respondió sencillamente.

—Nos vemos Michelle —le dediqué una sonrisa que ella correspondió a penas.

—Hasta luego Jena, ve con cuidado —me sentía rara porque ella parecía aliviada de que me fuera, ¿o era mi imaginación?

—Gracias —me dirigí hacia la puerta. Steven venía justo detrás de mí, pero se apresuró a abrirme la puerta.

Antes de salir me giré hacia él.

—No sé por qué me dio la sensación que quizá algo pasó ahí dentro. —No quería ser la tipa fastidiosa que exige que le cuenten todo, pero, de alguna manera sentía que yo ya era parte de ese todo.

—No debe ser nada, Michelle es capaz de alterarse por las cosas más sencillas del mundo —sus labios esbozaron una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Sí, bien, claro —metí mis manos en los pantalones de deporte.

—¿Nos vemos mañana? —¿Acaso era un ligero empuje fuera de la casa lo que sentía?

—Sí, hasta mañana —me despedí sintiéndome algo desorientada.

Steven sonrío y no cerró su puerta hasta que yo encendí mi auto.

“Recuerda, ya no tomar los tés”

Era un mensaje de Steven que recibí mientras lo preparaba.

Sentí un cierto temor a dejarlo, de alguna manera se había vuelto como una droga para mí, un espacio seguro en el que podía confiar para no tener que lidiar con momentos raros al dormir.

Me devané los sesos pensando en lo que haría pero finalmente decidí confiar en él, de todas maneras no tenía motivos –bueno, no tantos- para desconfiar de él. Justo ese día me había resuelto todas mis dudas, fui yo quien decidió no hacer todas las interrogantes que quería.

Dejé la tetera y subí las escaleras para desearle buenas noches a mi mamá, quién miraba una serie en la televisión. Fui a mi cuarto y preparé la ropa que usaría al día siguiente, era mejor hacer eso ahora y poder usar el tiempo restante en dormir.

Finalmente apagué la luz, cerré los ojos y no recuerdo en qué momento ya me encontraba en un espeso bosque, corriendo de noche mientras el sol se ocultaba en lo lejos.


[1] Lucky Charms es un cereal de la marca Nestlé de venta en E.U y está hecho con avena integral y 8 diferentes malvaviscos, se caracteriza por el duende en la caja.

No te despiertes.Where stories live. Discover now