Capítulo 31

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—¡Hey! —Steven me saludó desde un costado de su auto con una brillante sonrisa.

—¿Steven? —le pregunté con confusión mientras dirigía una mirada acusadora a mi madre que me observaba desde el marco de la puerta.

—No me mires así, me sobornó —levantó sus manos en señal de rendición.

—¿Chocolates con cerezas? —alcé una ceja hacia Steven, quien ya se acercaba con una sonrisa altanera en el rostro.

—Un clásico —al llegar conmigo me dejó un beso en la mejilla.

Mi mamá tosió ligeramente para llamar nuestra atención.

—Steven pensó que sería buena idea llevarte a la escuela hoy.

—¿Pero qué hay de...? —comencé a preguntarle, pero él hizo una mueca de "disculpa, pero no me arrepiento."

—¿Solo esta vez? —me pidió con ojos grandes de cachorro.

—Bien —acepté rodando los ojos. —Traeré mi mochila —regresé a la sala, tomé mis cosas y me coloqué la bufanda al cuello.

Cuando salí de mi casa no pude evitar aguardar unos momentos en la entrada, observé admirada cómo mi madre y Steven hablaban animadamente, sonriendo, y ella hasta le compartió un chocolate, eso solo significaba que le agradaba mucho. Quisiera haber podido verlos un poco más pero ambos se giraron hacia mí, y me sentí la persona más dichosa del mundo al ver lo alegres que estaban.

—Me voy —me despedí de mamá.

—Vayan con cuidado, ¿ya tienes tu permiso, verdad Steven? —ella lo miró alzando un poco la barbilla.

—Pues..., casi —él se balanceaba de adelante hacia atrás con evidente incomodidad.

—¿Conducirás tú entonces? —dirigió su mirada hacia mí.

—¿Yo? —pregunté confundida.

—¿Por qué no? —me animó Steven. —No quiero romper la ley —posó la palma sobre su corazón con gesto de aflicción.

—¿Y debo suponer que empujaste el auto hasta aquí? —le dije con sarcasmo.

—Jena —dijo con fastidio.

—Muy bien, muy bien —sonreí.

Ambos nos alejamos de mi madre para ir hacia el auto.

—Será como en los viejos tiempos —me lanzó sus llaves y por un milagro divino las atrapé.

—¿Cuándo me robaste las llaves? —le dije con tono sarcástico.

—Te mostré el poder de la magia, deberías estar agradecida, transgredí las reglas de no usar magia en el mundo muggle —arrugó el ceño.

Me apresure a abrir el auto, un lindo y nuevo Ford Fiesta azul eléctrico.

—Lindo auto —le dije cuando ambos estuvimos dentro.

—Es un regalo de cumpleaños adelantado —se miró las uñas con altanería.

—¿Cuándo es? —encendí el auto y miré hacia la calle.

—¿Cuándo es qué? —dijo él fingiendo que no sabía a lo que me refería.

—¿Cuándo es que dejarás de ser tan tonto? —arranqué el auto con su mirada de furia.

—Olvidaba que te creías comediante —dijo con ironía.

—Tú empezaste —contuve mi sonrisa. —Ya, en serio, ¿cuándo es tu cumpleaños?

No te despiertes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora