Capitulo dieciocho

63 4 1
                                    

Capítulo 18

Steven estaba ausente, sin bromas, sin ese brillo perverso en los ojos. En mi mente, su piel había dejado de ser morena para ser de un color gris; curiosamente todo a nuestro alrededor tenía ese color también.

Me acurruqué en el asiento del copiloto intentando no lastimarme, el efecto de las pastillas seguía en mi sistema, pero aún permanecía tensa debido a que era una paranoica que nunca se había quebrado más que las uñas. El camino estaba despejado, yo mantenía abierto un ojo por precaución, realmente Steven había mejorado mucho conduciendo.

—Nunca me dijiste como entraste a mi cuarto esa noche —no sé por qué pregunté, tal vez porque me gustaba escuchar su voz o la manera en la que sus labios se movían cuando hablaba.

—Una vez me confesaste que no cerrabas la ventana de tu cuarto por temor a un incendio —mantuvo sus ojos fijos en la carretera.

—Ah, claro —puse los ojos en blanco.

Sentí una ligera punzada de desolación cuando él no continúo con la charla.

—¿Alguna vez me contarás lo que pasó cuando yo estaba inconsciente? —rogaba por no agotar su paciencia y que todo él se enfadara..., más.

—¿Por qué te importa tanto?

—Porque me hace sentir al descubierto —fijé la mirada en el camino.

—¿Hay algo que temes haberme contado?

—No —sí.

—Mientes —me acusó.

No dije más, no quería escuchar si lo sabía y no quería tener que contarlo. Me mordí el interior de mi mejilla. Era obvio que había cosas, pensamientos que nadie más que yo debería saber y experiencias que se supone no debería recordar.

Steven estacionó el auto —no muy bien, debo decir- afuera de mi casa.

—¿Estarás bien regresando solo? —por primera vez en mucho tiempo lo miré a los ojos.

—Sí —dijo simplemente y se hundió de hombros.

—Bien —estaba a punto de salir del auto cuando él me llamó.

—Jena —la emoción que sentía cada vez que él decía mi nombre parecía ir en aumento.

Me giré.

Steven desvió la mirada antes de hablar, estaba dudoso.

—Sé lo que dicen —las palabras parecían demasiado pesadas para que su boca las pronunciara, —y es verdad —apretó los puños y sus ojos cobraron vida de nuevo.

Tragué saliva.

—¿Por qué? —me atreví a preguntar.

—No puedo soportar verte lastimada —apretó sus labios en una fina línea. —Siento..., sentí que iba a estallar cuando Robin... —golpeó el volante. —¡Maldita sea! —masculló. —Me importas —su mirada me quemó como fuego. —Jena, ¿estás escuchando? —su mano se puso sobre la mía.

Asentí.

Mis mejillas estaban soltando chispas aun cuando solo estuviéramos tomados de la mano, esto era aún más privado que cualquier otra situación en la que haya estado, incluso con la distancia que había entre ambos. Lo sentía, esto era algo que no nos habíamos dicho nunca pero lo sabíamos, decirlo en voz alta lo volvía real, y con su mano que me quemaba, descubriendo que me gustaba tanto sentirlo así de cerca que casi me dolía el alma. Quería tener su contacto para siempre, aunque me dificultara el llevar aire a mis pulmones, como si mi cuerpo no necesitara más el oxígeno.

No te despiertes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora