Capítulo 32

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—Debo asumir que tuve suerte, ¿no? —me limpié las manos sudorosas en mis pantalones.

—Yo diría que sí —Austin alzó una ceja.

Apuré el resto de mi bebida.

—Quizás necesites tiempo para asimilarlo —él comenzó a levantarse de mi sillón.

—No, espera —me apresuré a detenerlo.

—¿Qué ocurre? —arrugó un poco el ceño.

—Aun quisiera que me dijeras más —oculté mis temblorosas manos en mi espalda. —Si puedes, claro.

—Sí, bien. ¿Qué cosas quieres saber? —lució un poco desconcertado.

—¿Tenemos una historia? ¿Algún registro del primer portador? ¿Y por qué existe esta rivalidad con los guardianes?

Se aclaró la garganta.

—Esas son varias preguntas —se tocó la mandíbula con semblante pensativo. —Cómo surgió el primer portador y la rivalidad con los guardianes comienzan en un mismo lugar.

—¿Qué quieres decir?

—Empecemos desde el principio —juntó sus dos palmas y se inclinó solo un poco hacia delante en el sillón. —Hace años, en la Edad Media para ser más específicos, en alguna parte de Escocia había una pequeña aldea donde estaban asentadas solo familias de guardianes. Aunque algunos no poseían el gen, todos ellos sabían de su existencia y era algo cotidiano. Ellos lo veían como una manera de contactar con seres superiores, inclusive hacían ciertas bebidas para inducir a ese estado —Austin me miró con una expresión divertida en su rostro.

—Creo que la probé —admití.

—Sí, bueno ahora está un poco modificada, por lo que sé antes podía incluso intoxicarte o contenía alguna droga muy potente que solo hacía que tuvieras alucinaciones —hizo un gesto con su mano para quitarle importancia.

—¿Qué pasó en esa aldea? —cada vez estaba más curiosa.

—El jefe de esa congregación tenía un hijo de apenas siete años al que siempre veía en sus sueños, lo cual no es nada raro ya que lo amaba, y era a este amor al que él le adjudicaba su presencia. Pero su hijo un día al levantarse le contó todo lo que había visto en el sueño de su padre, un sueño personal sobre el cual no tenía el control. Su padre se dio cuenta que su hijo era especial y no podía estar más orgulloso. Fue entonces que se percató que su hijo no era el único, había más como él, niños pequeños que presentaban este don también —Austin tenía los ojos iluminados. —Estos niños fueron casi venerados por esto, tratados con respeto y admiración, pero por supuesto que crecieron al igual que sus ideas —el tono de su voz adquirió cierta amargura. —Ellos comenzaron a instruir a las personas de la aldea que no poseían el "don" de ser guardianes, a tratar de controlar sus sueños, de ser conscientes, lo cual no le gustó al jefe de la aldea, quien trató de que su hijo se detuviera pero él no lo hizo, diciendo que todos deberían poder ser capaces de disfrutar de la "visión", pero su padre argumentaba que esto era peligroso para quienes no fueron dotados con esa habilidad. Ambos, padre e hijo pelearon por esto durante meses, pero el hijo no desistió y cada vez más personas asistían a él para que los enseñara —se detuvo.

—Pero algo no salió bien, ¿verdad? —tragué saliva.

—No, no salió bien —sonrió sin ganas. —Una de las mujeres que vivía ahí fue poseída por tener contacto con un demonio.

Atemorizada, me cubrí la boca con la palma de mi mano.

—Pensaba que ellos no podían tener contacto contigo —la imagen de una sonrisa sangrante con ganchos mandó escalofríos a mi espalda.

No te despiertes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora