—¿Entonces? ¿Qué debo hacer? —Era como una persona que solo hablaba chino en París; nadie podría entenderme.

—Michelle está buscando en los archivos que tenemos, contactando a otros en busca de información. Haremos que funcione —parecía la persona más resuelta del mundo. Me pregunto qué se sentirá ser una persona que interfiere alguna vez con sus planes, seguro él sabe cómo encargarse de ellos.

—Gracias —me moví para que nuestras miradas se cruzaran; mi mamá me había dicho que siempre que agradecieras algo de corazón, debías mirar a las personas a los ojos para transmitirles tu confianza.

—Por nada —ahora era él quién apartaba la vista. —¿Alguna otra pregunta?

—Quiero saber quiénes son ellos —me senté y señalé hacia dentro de la casa.

—Ya los conoces —parecía no comprenderme.

—Me refiero…, a su historia, no sé más que su nombre.

—Sí que eres desconfiada —su sonrisa de medio lado apareció junto a sus ojos altivos.

—No lo suficiente al parecer, estoy aquí contigo —le regresé la sonrisa.

—Bien, bien —apoyó el rostro en la palma de su mano y el codo en la pierna.

—Entonces, ¿cómo los conociste? —Las preguntas comenzaron a brotar.

—A Roger debes recordarlo, estuvo con nosotros en la escuela, es un año mayor solamente. Cuando nos vimos en el pasillo supimos que realizábamos el mismo trabajo, y comenzamos a hablar en el mundo real. Mis tíos querían ir a Nueva York, pero yo tenía que quedarme, entonces lo invité a vivir conmigo ya que no entraría a la universidad.

—Ustedes lo llaman Lucky, ¿por qué?

—¿Es que no lo has visto? —sonrió ampliamente. —Es igual al duende de los Lucky Charms[1].

—Ahora que lo dices… —eran como hermanos.

—Dash, era otro chico de aquí. Como yo había notificado al concejo de que podía utilizar mi casa para traer a algunas personas, él fue uno a los que se les informó del trabajo. Lo vimos, lo conocimos y ya está. Trabaja en la refaccionaria de su papá, ¿Johnson’s? —Asentí, la conocía aunque nunca había ido. —Michelle se mudó de Canadá y vino a reforzarnos, estudió Física en la universidad y ahora realiza su trabajó por internet. Realmente no se mucho de ella.

—¿Qué hay de la que me odia? —saltazorra se había quedado grabado en mi cerebro con fuego.

—Robin —sonrío sarcásticamente.

—Ella —miré hacia otro lado para restarle importancia, aunque aún quería arrollarla con mi auto.

—Ustedes las chicas son todo un caso…, pero en general ya te he contado de ella, no hay más que agregar, tampoco es que ella comparta tanto con nosotros.

—¿Sabe que voy a estar aquí constantemente? —Rogaba porque la respuesta fuera no.

—Sí, eso de esconderte de ella solo complica las cosas —él lo disfrutaba, se le notaba a kilómetros,

—Claro, la honestidad —ironicé.

—Por supuesto —infló el pecho. —¿Alguna otra cosa que quieras saber?

Miré mi reloj, era tarde y tampoco quería atosigarlo con mis preguntas, eso sería raro. En mi balanza mental estaban dos dudas, preguntarle acerca de Austin, o de Jeremy. El segundo ganó.

—Una última cosa —pedí.

—Ya sabía yo.

—Jeremy es tu amigo, ¿no?

No te despiertes.Where stories live. Discover now