Capitulo 37

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La universidad no ha sido lo mismo sin Em. Faltaba tan solo unas pocas semanas para acabar este año universitario y aunque mis notas estaban perfectas sentía que no estaba dando todo de mi.

«¡No puedo creer que haya hecho eso!»
«¡Que triste!»
«¿Por qué lo hizo?»
Escuché.

Hoy llegué aún mas temprano a la Universidad. Quise aprovechar y sentir la paz del campus cuando está totalmente vació, sin ruidos, sin personas, sin autos solo yo sentada en las butacas de madera con mi libro.

«Te extrañé estos días querida Anna.
Solo quiero que sepas que pronto se acercará el juego final.
Por el momento te daré a conocer otra de mis partidas... Espero lo disfrutes.

SAE.»

El mensaje me dejó tan perpleja que apenas me di cuenta que Kaleb estaba sentado a lado de mi.
—Buenos días Ann. — Dijo. Me dio un expreso y acomodó sus libros sobre el escritorio. Le agradecí y al mismo tiempo me di cuenta que todos alrededor estaban consternados viendo su celular.
—¿Qué sucede? — Le pregunté a una compañera que estaba sentado justo detrás de mi.
—¿No sabes? Michael de último año se suicidó. — Dijo. Me mostró su celular y vi la imagen de un chico moreno y atractivo.
—¿Qué pasó? ¿Cómo lo hizo? — Preguntó Kaleb consternado.
—Sobredosis. —Respondió. —Tomó un frasco completo de pastilla de éxtasis. — Kaleb  tomó el celular y se dispuso a leer la  noticia que estaba en una de las páginas de internet de La Capital.
—Había muerto hace días. Han encontrado su cuerpo en el departamento que arrendaba. El olor alarmó a los vecinos. — Dijo.
El frío que recorrió mi cuerpo, no era un frío normal.  Volví en sí después de unos segundos.
—¿Dónde vivía? — Pregunté.
—En La avenida principal, callejón sur.
—Está a pocas calles de tu departamento. — Dijo Kaleb. Sentí que la sangre se me fue a los pies. — Mientras que Ema lucha por vivir, otros se quitan la vida, que triste. —Mencionó.
Recordé la caja que  Sae me obligó que entregara exactamente en la avenida principal y callejón sur. A unas seis cuadras del edificio en donde yo vivía.
¿Podría ser demasiada coincidencia?
¿Sae también lo acechaba a Michael?
Miles de preguntas rondaron por mi mente. Preguntas sin respuestas.
Sentía que me ahogaba, mi corazón empezó a latir más y más rápido y en ese momento solo quería huir, correr y escaparme de todo.
«ANNA ¿A DÓNDE VAS?» Gritó Kaleb cuando simplemente corrí hacia la puerta. Necesitaba agua, necesitaba respirar, fui directo al baño de mujeres. Estaban impecables como siempre. Mojé mi rostro con un poco de agua. Al verme en el espejo me sentía acabada. Me veía agotada, cansada, como si no hubiera dormido bien en semanas, aunque así era. Vi una sombra que salió despavorida por la puerta. No había nadie a mi alrededor. ¿Por qué huyó al verme ?
Solo alcancé a ver qué llevaba una capucha negra, una indumentaria cliché para alguien que quiere esconderse pero efectiva porque no pude visualizar su rostro.
No podría decir que era un hombre, ni tampoco una mujer, lo vi tan esporádicamente que no me percaté, Sae estaba pendiente de cada uno de mis movimientos. Era muy probable que era él o ella y lo que más quería ahora era saber su identidad.
El ocasionó que André, Tyler, y probablemente  Michael se suicidara y ocasionó el terrible accidente de Em. No podía dejarme vencer, no sucederá eso conmigo.
Me arme de valor y salí detrás. Dobló la esquina del pasillo y lo seguí. Por suerte hoy eran de esos días en donde el frío hacía que prefieras estar dentro del salón que afuera. No había gente, no sé si para bien o para mal. Corrí rápidamente y no me quedaron dudas que era una mujer. Aunque la capucha era grande no podría cubrir por completo su anatomía.
Entró a uno de los salones y yo la seguí.
Esto solo me creó más confusión, porque la persona que me lanzo de las escaleras en mi edificio  era hombre, de eso tampoco había dudas. ¿Quién es Sae?
No sé en qué momento pasó pero de repente dejé de verla, simplemente desapareció. El salón estaba vacío. Miré por todos lados. Al cabo de un momento sentí un fuerte golpe en mi espalda.
Solté un grito ahogado y me revolqué de dolor en el piso. Ella arrojó el Bate y dio media vuelta. Tenía puesto un pasamontañas lo que se me hizo imposible identificarla.
Reuní valor y la agarré de su zapato. Haciéndola caer al piso. Ella se levantó rápidamente y se defendió dándome una cachetada. Nunca había peleado con nadie pero mi instinto le devolvió el golpe hacia su cara haciendo que mis nudillos ardieran por el impacto. Se soltó de mí y volvió a correr hacia la puerta.
Bajamos las escaleras y estuve a punto de agarrarla por el hombro, bajó rápidamente y yo iba casi a su mismo ritmo, la adrenalina hizo que aquel golpe en la espalda dejara de doler. 
Entró a uno de los salones principales, todas las puertas eran de vidrios así que si ella me hacía algo quizás puedan haber testigos que vean desde afuera, aunque hasta el momento no he visto a ningún estudiante.
—¿Por qué me haces esto? ¿Por qué me persigues? — Grité. Se detuvo y yo también me detuve justo detrás de ella.  —¿Qué es lo que tú o él quieren de mí? ¿Qué mierda quieren de mi? —Grité nuevamente. Sentí que la voz se me arrancaba. Pero traté de ser fuerte.
Ella seguía de espaldas, aún con la capucha puesta. Se puso de perfil, sacó algo del bolsillo, lo dejó caer al suelo y salió corriendo hacia la puerta,  mi error fue analizar a detalle cada movimiento y no reaccionar con rapidez.
El salón se empezó a llenar de humo. Corrí inmediatamente hacia la puerta y estaba cerrada con un enorme candado. Traté de gritar lo más fuerte posible, pero a simple vista no había nadie. Tomé un pañuelo y tapé mi nariz y mi boca. Me fui corriendo al otro lado recordando que todos los salones tienen salidas de emergencias pero está también estaba cerrada. El ambiente se sentía mucho más pesado, y en un instante el respirar se me dificultó, tanto que sentía que los pulmones se me comprimían cada vez que respiraba. Me sentí realmente asfixiada.
A lo lejos vi un auto rojo que se estacionaba.  Golpee con todas mis fuerzas el vidrio, pero recordé que la seguridad de la Universidad era tan buena que todos los vidrios de los salones principales eran blindados.
Era el carro de Ian, pero no era él, era Dereck.
Pateé con todas mis fuerzas de nuevo, sabía que no podía romper el vidrio pero al menos podría llamar la atención.
Dereck caminó dudoso hasta donde yo estaba y luego se sorprendió al saber que era yo.
Corrió hacia la puerta para abrirla y se quedó pasmado al ver un enorme candado que atrancaba la puerta.
Hizo una llamada con desesperación mientras observaba todo el salón y luego colgó. Se hizo para atrás y corrió con rapidez hasta el vidrio, trató de romperlo con su hombro pero no pudo.
—Señorita Anna, mantenga ese pañuelo en su boca y nariz, por favor resista un poco más.
Mis ojos empezaron arder, y me sentía tan mareada que me dieron náuseas.
A lo lejos vi a Ian acercarse. Jamás lo he visto correr tan desesperadamente.
—¿Qué mierda está pasando? —Gritó.
—La han encerrado Señor. Esto parece a propósito. —Respondió.
Empezó a dar golpes sin cesar pero tampoco ocurrió nada.
Esta vez Ian tomó una silla y la tiró, el vidrio se agrietó un poco pero era imposible romperlo por completo. No con el poco tiempo que quedaba.
—Anna por favor no te duermas. Por favor. —Me suplicó. Su voz era desgarradora.
Todo pasó en cuestión de segundos y ya habían algunas personas tratando de romper el candado y la gigante puerta de vidrio.
Sentía que mi cabeza iba a explotar y me sentía tan débil que casi podría decir que me desmayaría en cualquier momento. Me recosté en el piso y escuché a lo lejos los gritos de Ian que me decía que me mantenga despierta, pero él estaba tan solo a un vidrio de mi. Lo escuché tan lejos que incluso parecía que solo me llegaba el eco de su voz.
Alce la mirada para ver a Ian. Pero el ya no estaba. El Director Webber estaba totalmente desesperado junto con algunos maestros. Dereck me animaba con su voz, y aunque lo apreciaba lo que más quería escuchar ahora era la voz de Ian, mi Ian.
Quizás esto es otro sueño, como aquel que tuve cuándo Sae trató de asfixiarme con sus propias manos. Quizás.
Era extraño ver cómo todos se desesperaban por evitar que muriera, por evitar verme morir tan lentamente, por evitar que sea mi final, aunque ya hace algún tiempo que me siento muerta.
Vi unas luces a lo lejos. Una luz  tenue que se aproximaba. ¿Estaba muriendo? ¿Es esa la famosa luz de la que todos hablan?
Y aunque suene descabellado siempre he pensado que la parte difícil de morir, no es morir, es dejar dolor en las personas que amas y que te aman.
Desde mi punto de vista la muerte puede resultar pacífica para el que agoniza pero aterradora para el que la mira.
Mis ojos se empezaron a cerrar, el salón estaba completamente envuelto en humo y aunque trataba de luchar, trataba de levantarme, mi respiración era tan débil que no me daba la fuerza suficiente para hacerlo.
Jamás me había sentido tan cerca del fin, aunque ¿La muerte es el fin? Nadie lo sabe, pero quizás puede ser el comienzo de algo nuevo, quizás la muerte no es tan mala como todos creen, quizás puedas renacer , y tratar de no cometer los mismos errores, o no cometer las mismas personas.
Quizás la muerte es sinónimo de vida.

Amarte duele...Where stories live. Discover now