Capítulo 5

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La noche recién empezaba y Kaleb, Ema y yo seguíamos disfrutando de nuestro viernes.
Cantamos a todo pulmón "I dont Want to miss a thing." Era tanto el sentimiento que nuestras voces salían mucho más desafinadas de lo normal y se confundían con los ruidos fuertes de la tormenta que estaba desprendiendo el cielo. Llovía a cántaros.
Nunca había presenciado una tormenta tan fuerte  y aunque no me molestaba la lluvia, esto hacia que recuerde a Santa Val y lo diferente que es con La Capital.

Ema y Kaleb estaban lo suficientemente mareados para no poder conducir. Me resultaba divertido ya que nunca lo he visto a Kaleb haber sobrepasado ese límite imaginario, pero a pesar de todo no estaba totalmente feliz, ese pedacito de decepción en mi pecho seguía latente.  Agarré mi teléfono y vi cuatro llamadas de un número desconocido. A penas tenia señal en mi celular.

Kaleb que vivía a lado se dirigió a su casa de manera torpe y Em ha comprendido perfectamente que no me sentía muy animada para quedarme en su casa, necesitaba mi almohada y mi manta. 

—Te dejo ir con la condición que mañana muy temprano me escribas y me cuentes como sigues—balbuceó Ema.
—Prometido. —Dije. Llevando mi dedo meñique hasta el de ella.

Uno de los choferes de Ema me llevó hasta mi departamento. La lluvia era muy fuerte, y agradecí que el departamento no quedara tan lejos. Mientras miraba por la ventana veía el cielo gris y nada estrellado de La Capital. La noche estaba lúgubre y triste como yo, y el viento soplaba fuertemente haciendo que las ramas frágiles de los árboles se muevan de un lado a otro.

«Sería peligroso ir en motocicleta con este clima» Pensé el suceso con Ian y Alan. Que por cierto lo he visto muy poco. Tres o cuatro veces desde aquel problema serían muchas. He llegado a pensar incluso que me evita, y si es así le agradecería que trate de evitarme. Solo de pensar en aquel beso forzado y aquellas caricias agresivas y nada correspondidas de aquel día se me revuelve el estómago.

—Te agradezco mucho Henry por traerme. Regresa con cuidado— Le dije al conductor mientras me bajaba del auto.
—Es un placer Srta. Anna.

Cuando bajé del auto abrí un paraguas que Ema me había prestado. Mis ojos se abrieron al verlo a Ian sentado en el bordillo que había fuera del edificio.
Me acerqué un poco más. El bajó la mirada rápidamente. Apenas lo reconocía con la tenue luz de la noche.

— ¿Ian que haces aquí? — Pregunté. Estaba totalmente empapado.  El viento soplaba más de lo que imaginé. 
Abrí rápidamente la puerta  del edificio. Lo tomé del brazo y lo llevé hacia adentro.
Apenas llevaba una delgada chaqueta y no me podía imaginar el frio que sentiría. 

Cuando di  vuelta, ya en la claridad del  lobby, me sorprendí al ver su rostro. Su ojo izquierdo estaba totalmente hinchado, y sus labios morados.

— ¿Qué te ha pasado? — Pregunté con un hilo de voz.

El no respondió.  Dudé un poco pero no tenía otra opción que llevarlo a mi departamento. 
Lo lleve hasta uno de los muebles y encendí la calefacción de inmediato.

— ¿Qué te ha pasado? — Pregunté nuevamente y me senté frente a él. 
—Me han robado... —Confesó, con su mirada seria. 
— ¿En dónde, cuándo, cómo? — Cuestioné preocupada.
— Le he dicho a Derek que me traiga hasta tu casa, y le ordené que se vaya, porque supuse que estabas aquí. La verdad solo quería privacidad. Te llamé  un par de veces y no has respondido. Te espere dos horas en el café y cuando comenzó la lluvia me empecé a preocupar por ti. Me imagino que pudiste haber estado en casa de los Tenas o en casa de tu amiga la pelirroja.  Pero decidí esperarte un poco más por si llegabas, la cafetería cerró y me quedé afuera del edificio, luego de eso una pandilla se me ha acercado y se me ha llevado todo. Mi celular. Mi billetera y mi reloj.  No me importaba el dinero, pero el reloj me lo dio mi abuelo cuando cumplí diez años, así que he forcejeado un poco. Eran ocho personas. Cinco de ellos llevaba un arma, así que al final  decidí no responder físicamente, solo me han golpeado. — Dijo y bajó la mirada como si todo esto le afectará directamente a su orgullo. — No quería que me vieras así. Pero no tenía a donde ir, no tengo dinero, ni siquiera puedo llamar para que me recojan. 
De pronto se me estremeció el cuerpo.
«Le han hecho daño, y otra vez es mi culpa. »
No  respondí  y simplemente me levante en busca de alcohol y algodón para limpiar sus pequeñas heridas.

Sus ojos me miraban profundamente, y yo solo trataba de concentrar en limpiar su sangre, pero no podía negar que aquello me ponía los nervios de punta. 

—Anna... —Susurró
—¿Si?
—Eres la enfermera mas hermosa que he visto...
—Y tú eres el paciente  más coqueto que he conocido— Respondí con una sonrisa, de esas nerviosas.  De manera inconsciente baje mi mano a su hombro, su chaqueta estaba totalmente empapada. Nuestras miradas se encontraron...
—Sácate la chaqueta —Musité.
El movió uno de sus brazos para sacarse la chaqueta y de repente hizo un gesto de dolor...  
—¿Puedes ayudarme? 
Seguido a eso extendió sus brazos hacia arriba y le ayudé con su camisa. Su abdomen era musculoso, igual que sus brazos. Se inclinó un poco para poder retirarle por completo la indumentaria. Y de pronto visualicé un enorme morado que le cubría casi todo el hombro. Por un segundo me retorcí de dolor imaginándome que tan fuerte lo tuvieron que haber golpeado para que le haya quedado un hematoma tan grande.
Su torso quedó totalmente desnudo, me giré en busca de unas cobijas y un poco de café  caliente que puedan abrigarlo. Era lo menos que podía hacer.

— No pude aguantar más, y me atreví de buscarte. No quiero parecer un maníaco, aunque sé que muchas veces no actúo bien, pero es que no sé cómo manejar esto que siento en el pecho, es una sensación muy diferente, nunca lo había sentido. Cuando te veo por alguna extraña razón siento que el tiempo se detiene, sé que sueno como un tonto pero en ese pequeño lapso de tiempo siento que  las cosas, que el mundo a nuestro alrededor deja de existir, y cuando estás cerca mis ojos se enfocaran directamente en ti como un retrato. He intentado de evitarlo, he tratado de distraerme, salir con chicas o beber pero irónicamente termino pensándote. Tú, tú me gustas. —Confesó. —  Me gusta la forma en como hablas, me encanta ese pequeño acento que tienes, el lunar que tienes en tu brazo izquierdo, y como te pierdes en una taza de café. Me gusta que tus ojos se hagan aún más verdes con el sol y que parezcan que se oscurecen cada vez que te hago enojar. — Dijo acercándose a mi y mirándome con sus ojos brillantes. —Sentir esto y no decirlo es como si estuviera en un estado perpetuo de ansiedad. —Me tomó la mano y la puso en su pecho. —Me gustas Anna y no se cómo manejar todo esto.
—Ian yo...
—Antes de que digas algo. Te defendí de Alan porque no soporté que alguien te ponga un dedo encima.   — Bajó su mirada hacia mi mano y se la llevo hacia su boca dándome un suave beso.
Bajé mi mano rápidamente y me acerqué a sus labios. Fue un movimiento tan involuntario que me di cuenta que nos estábamos dando un delicado y suave beso.
Su torso desnudo ardía. Y las mariposas en mi estómago de repente se convirtieron en hormigas en todo mi cuerpo.
—Eres aún más hermosa de cerca. — Musitó mientras nuestras narices se tocaban.
Me alejé un poco...
— Te han golpeado por mi culpa. Hoy me sentí tan enojada por lo de Irina, sé que no debería pero... —  Puso su dedo índice en mis labios para interrumpirme.
—Lo sé. No tienes que disculparte.

Pasamos  lo que quedaba de noche conversando sobre nuestros gustos y disgustos.  Sobre las cosas más insignificantes desde cuales eran nuestros colores favoritos hasta cuales eran nuestras planes después de la universidad.
Desde el primer día supe que Ian Camber era un hombre inteligente, pero jamás pensé que quería un futuro tan ambicioso.

—¿Quiere salir conmigo?
— ¿Una cita de disculpa o una cita de verdad? 
—Una cita real sin excusas.
— Si es así, suena bien... — Respondí. —Creo que es hora de que llames a Dereck. 
—Está bien. — Dijo. —Tienes razón, estoy semi desnudo, esto no es nada apropiado.—Dijo guiñándome un ojo.

Amarte duele...حيث تعيش القصص. اكتشف الآن