Capítulo 18

29 5 0
                                    

Estaba tan acostumbrada a dormir con abrigo, calentador y una manta en la Capital que cuando me di cuenta que llevaba un short como pijama me sentí desnuda. Los rayos del sol que alumbraban desde mi ventana llegaron a mi rostro haciéndome despertar de pronto. Definitivamente estaba en Santa Val. Vi el viejo reloj de pared y eran las ocho y media. Me desperecé en mi cama y estaba a punto de agarrar mi teléfono, pero al final no lo hice. No quería ver cuantas llamadas perdidas o cuántos mensajes tenía de Ian. Aún seguía algo molesta por lo que pasó ayer, pero más que eso quería aprovechar cada momento con mi familia.
—Buenos días papá. — Dije mientras me acercaba a la cocina. Papá estaba desayunando para luego ir a la ferretería, ese era su horario de siempre. Se despertaba temprano en la mañana ayudaba a mamá con el desayuno de Sebastián y lo llevaba a su escuela, regresaba para desayunar y corría a su trabajo.
—Buenos días hija. ¿Qué tal dormiste? — Preguntó. Vestía un par de jeans y una camisa de cuadros azul, en su armario tenía unas diez más del mismo modelo y color. Se levantó y acomodó la antena del viejo televisor que heredó de mi abuelo, a pesar que a veces no se veía muy bien las imágenes tenía un valor sentimental invaluable.
—Muy bien, demasiado bien. Realmente extrañaba el clima de Santa Val. En la Capital no podría dormir sin calefacción y con esta pijama de tela tan delgada— Dije. Me serví café en la taza de corazones que Sebastián me regaló por mi cumpleaños y me senté.
De repente se pudo visualizar en el noticiero un acontecimiento de último momento de la Capital. — Papá no cambies de canal. — Agregué de repente y me acerqué más al televisor.

«Estudiante de Instituto Particular se suicida por acoso»

— ¿Instituto Particular? ¿Esa no es tu Universidad? — Preguntó papá asombrado. Para nuestra suerte a pesar que había soltado la antena la imagen seguía visible.
—Ajá. — Respondí sin más. Con mis ojos y oídos embelesados en el televisor.

«Se presume que el joven de 21 años llamado Andrew Bernal, se suicidó tras ser acosado varías semanas. Su cadáver fue hallado en su habitación tras haber consumido una caja de píldoras para personas con problemas cardiacos, junto a su cuerpo se encontraba una nota en donde le rogaba a SAE que lo deje en paz, los padres consternados asumen que SAE es el apodo o las iniciales de algún estudiante o persona que lo hostigaba. Sus familiares y vecinos aún siguen sin poder creer lo sucedido. »

Mi corazón palpitaba a mil. ¿Sae? ¿Quién se llamará así? No podía entender lo que escuché.
Corrí hasta a mi habitación dejándolo a papá en la mesa.
Agarré mi teléfono vi 27 llamadas perdidas de Ian. Ignore aquella notificación y video llamé a Ema.

— Anna, estaba a punto de llamarte ¿Escuchaste lo de Andrew? — Preguntó Ema, contestó apenas timbré.
— ¿Lo conocías? ¿Quién es Sae? ¿Conoces a alguien que se llame así?
—Sí, lo conocí. No mucho pero si había hablado con él tres o cuatro veces, estaba en psicología en dos años superiores a mí, me ayudó con una tarea de una materia avanzada que tomé, no parecía alguien deprimido.
— ¡Que terrible! Sus padres deben estar aún en shock.
—Conozco a muchos de la universidad pero a nadie que se llame Sae. Es una terrible noticia Anna. Él era un chico muy tranquilo no se merecía eso. Oh espera Kaleb se va a unir a nuestra video llamada. — Dijo.
— ¿Escucharon lo de Bernal? — Preguntó Kaleb. Se podía ver que aún seguía en la cama, y con pijama. Su cabello estaba desarreglado y sus grandes ojos azules algo hinchados.
— ¿No se supone que están juntos? — pregunté confundida.
—Ambos estamos en Francia en el mismo hotel pero no en la misma habitación Anna. — Respondió Kaleb.
—Kaleb insistió en irse a otra habitación cuando me empecé a desvestir delante de él. Se sintió tan incomodó. — Agregó Ema soltando una risa.
—Sigues siendo una mujer y yo un hombre, hay que tener límites. — Dijo sonrojado.
—Tú no eres un hombre, tú eres Kaleb. — Resopló Ema. No pude contenerme su comentario me produjo gracia y solté una risa también.
—Te respeto, simplemente te respeto. — anunció un tanto molesto. — ¿Quién es Sae? Ema tú que conoces a casi toda la Universidad ¿lo conoces?
—No, no conozco. Quizás no sea un estudiante, quizás sea una persona que le gustaba hostigar. O quizás sabía algo de Andrew que no quería que nadie supiera y lo chantajeaba; hay muchas posibilidades. — Mencionó Ema, y tenía razón. Pero no podía negar que aquella noticia me dejó impactada.
A pesar que no lo conocía apenas tenía veintiún años. Hay que ser demasiado valiente para ser tan cobarde y llegar a tal punto de quitarse la vida. No puedo juzgar, no soy perfecta y aunque he vivido momentos en donde he sentido que ya no he podido más, no tendría tanta valentía para accionar así.
Me sentí triste al pensar en su familia. En lo impactante que tuvo que haber sido encontrar su cuerpo sin vida en su habitación.
Luego de haber hablado veinte minutos más con Kaleb y Ema sobré Andrew colgamos.

Amarte duele...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora