Capítulo 17

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Busan, abril de 1824

Querido J:
No tenía la menor duda de que esta temporada sería horrible, pero es peor de lo que pensaba. Oh, puedo soportar los chismes, los cuchicheos, el modo en que me he vuelto invisible para los solteros elegibles que solían pedirme un baile, pero ver al duque y su flamante y hermosa duquesa es difícil.
Se aman tantísimo; que incluso no parecen advertir las habladurías que los persiguen. Y entonces, ayer, oí decir en un salón de damas y donceles que ella está aumentando.
Es tan extraño ver a alguien más vivir la vida que tú podrías haber tenido. Más extraño aún sufrir por ella y exaltarte por la libertad de no tenerla, todo al mismo tiempo.

Anónimo

(Carta no enviada)
1831

De hecho era una cosa extraña cortejar a su propio esposo.

Jungkook habría esperado que tal cosa implicase luz de velas, un dormitorio tranquilo y una o dos horas de susurros lascivos. Y sin embargo parecía que el cortejo de su esposo involucraría a sus hermanos, a su algo ridícula madre, cinco de los perros de caza de su padre y un juego de charadas.

Era la primera vez que Jungkook jugaría charadas desde que salió de Busan para el colegio dieciocho años antes.

—Ya sabes que no tienes que quedarte aquí —dijo Taehyung en voz baja desde su lugar junto a él en el sofá, en la sala de estar.

Jeon se reclinó, cruzando un tobillo sobre el otro.

—Disfruto de una buena ronda de charadas tanto como cualquier otro hombre.

—Y según mi experiencia los hombres adoran los juegos de salón —dijo el doncel con ironía—. Sabes que la tarde ya ha terminado.

Las palabras eran un recordatorio no tan sutil de que él le había pagado en su totalidad, que su tiempo había terminado. Jungkook encontró su mirada.

—Ya ha pasado la hora del mediodía, V. —Habló en voz baja—. Por mi parte, tengo al menos cinco horas más contigo, hasta bien entrada la noche.

Taehyung se sonrojó y Jungkook resistió la tentación de hacerle el amor allí mismo, de despojarlo de su demasiado favorecedora ropa y tenderlo desnudo sobre el mismo sofá donde estaban sentados.

Su familia, probablemente, no lo aprobaría.

No era la primera vez que Jeon había pensado en quitarle la ropa ese día, ni tampoco la décima. No, probablemente, la número cien.

Algo había sucedido en el hielo, algo para lo que él no estaba preparado.

Jungkook se había divertido.

Jungkook había disfrutado con Taehyung.

Había disfrutado patinar con él, gastarle bromas y observarlo con sus hermanos, cada uno encantador a su modo. Y había estado tan tentado de extender la mano y reclamar a su esposo. Pero cuando había hecho un intento, el doncel se había apartado de él, rebosante de gloriosa fuerza, la barbilla en alto, hermoso, negándose a conformarse con menos de lo que se merecía.

Jungkook había tenido los ojos puestos en él mientras se alejaba, tan orgulloso de él, mientras su precioso esposo cruzaba el lago, que le había tomado todo su control no seguirlo y conservarlo allí, en ese lugar que parecía tan lejano de donde en realidad su matrimonio existía. Se había deleitado con la sensación de él en sus brazos mientras patinaban, exaltado por la forma en que le sonrió cuando le robó una castaña de su bolsa de papel y cuando le preguntó, con los ojos abiertos de par en par por la verdad, Jungkook había estado feliz de contestarle con honestidad.

𝐄𝐯𝐞𝐧 𝐢𝐟 𝐢 𝐝𝐢𝐞, 𝐈𝐭'𝐬 𝐲𝐨𝐮¹ °ᴷᴼᴼᴷᵀᴬᴱ°Onde histórias criam vida. Descubra agora