Capítulo 11!

1.3K 193 37
                                    

Busan, septiembre de 1816

Querido J:
Ya que no he recibido ninguna respuesta tuya en inglés, pensé que quizás podrías responder en otros idiomas. Considérate advertido, en la lista tienes una frase (probablemente mal escrita) en latín.

Écrivez, s’il vous plaît
Placet scribes
Bitte schreiben Sie
Scrivimi, por favore
Ysgrifennwch, os gwelwch yn dda

Lo confieso, tuve ayuda de las muchachas de cocina galesas con la última expresión, pero el sentimiento permanece.

Escribe, por favor: T

Sin respuesta
(en ningún idioma)

Como copropietario del club de juego más lujoso de Seúl, la tentación no le era extraña a Jeon. Se especializaba en el pecado. Era un conocido personal del vicio. Conocía el atractivo del paño esmeralda extendido sobre una mesa de billar, entendía la forma en que el corazón latía desbocado ante el sonido de los dados repiqueteando en la mano de alguien, conocía el precipicio sobre el cual un jugador se tambaleaba cuando esperaba esa única carta que le haría ganar o perder una fortuna.

Pero nunca había experimentado en su vida tentación tan intensa como esta, la llamada del pecado y la maldad que sonó en su cabeza mientras miraba a su nuevo y virginal esposo retorcerse sobre su cubrecama de piel vistiendo nada más que un camisón de lino.

El deseo lo embargó, denso y apasionado, y luchó para evitar coger y rasgar en dos su ropa de noche, exponiéndolo a sus ojos, a sus manos y a su boca por el resto de la noche.

Para reclamarlo como suyo.

La cólera persistía, ahora mezclada en una combinación embriagadora con el deseo mientras Taehyung se levantaba y parpadeaba lento y lánguidamente bajo la luz vacilante de una vela. El atisbo de la sonrisa que el rubio le ofreció, hizo que deseara desnudarse y entrar en esa cama con él para frotar el cubrecama de piel sobre la prístina piel de su novio y mostrarle exactamente cuán gloriosa podía ser la depravación.

Taehyung parpadeó otra vez y él se endureció, su pantalón perfectamente entallado se sentía demasiado apretado de repente.

—Jungkook —susurró, una insinuación de complacido descubrimiento en su voz que no mejoró las cosas—. No suponía que estuvieras aquí.

Y él se quedó quieto como un zorro antes de asaltar un gallinero.

—¿Esperabas a alguien más? —Las palabras sonaron roncas a sus oídos, llenas de un significado que Taehyung no entendería—. Ésta sigue siendo mi recámara, ¿no es así?

El doncel sonrió.

—Estás bromeando. Claro que lo es.

—¿Entonces por qué no debería estar aquí?

La pregunta pareció molestarlo. Taehyung arrugó su nariz.

—Se supone que estás con tu diosa. —El rubio cerró los ojos y volvió a caer sobre la piel con un ronroneo de placer.

—¿Mi diosa?

—Mmm. Leah me dijo que no duermes aquí. —Intentó sentarse, la piel y el colchón de plumas dificultaban sus movimientos y Jungkook observó cómo el borde de su camisón se deslizaba, de manera extraordinaria y maravillosa—. Siempre eres tan silencioso, Jungkook. ¿Tratas de intimidarme?

Jungkook obligó a que su voz volviera a la calma.

—¿Te intimido?

—A veces. Pero no en este momento.

𝐄𝐯𝐞𝐧 𝐢𝐟 𝐢 𝐝𝐢𝐞, 𝐈𝐭'𝐬 𝐲𝐨𝐮¹ °ᴷᴼᴼᴷᵀᴬᴱ°Where stories live. Discover now