Capítulo 1

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Principios de enero de 1831

Él no se movió cuando oyó la puerta de la habitación privada abrirse y cerrarse con calma.

Estaba de pie en la oscuridad, perfilado en la ventana coloreada, mirando desde lo alto el salón principal de la casa de juego más exclusiva de Seúl. Desde la planta baja del club, la ventana no aparentaba ser otra cosa que una bellísima obra de arte, un gigantesco vitral representando la caída de Lucifer. En brillantes colores, el enorme ángel, seis veces más grande que un hombre común, se desplomaba al fondo del foso, expulsado a los oscuros rincones de Seúl por el Ejército del Cielo.

The Fallen Angel.

Un recordatorio, no solo del nombre del club, sino del riesgo que esos que entraban asumían cuando colocaban sus pagarés sobre el lujoso tapete, cuando levantaban los dados de marfil o cuando observaban la ruleta volverse un borrón de color y tentación.

Y cuando The Angel ganaba, como siempre lo hacía, el cristal recordaba a los perdedores hasta dónde habían caído.

La mirada de Jungkook se movió rápidamente hacia una mesa de piquet en el extremo más alejado del salón de juego.

—Minho quiere aumentar su crédito.

El gerente del salón de juego no se movió de su sitio junto a la puerta de la habitación de los dueños.

—Sí.

—Debe más de lo que jamás podrá pagar.

—Sí.

Jungkook volvió la cabeza encontrando la mirada sombría de su empleado de mayor confianza.

—¿Qué está dispuesto a apostar como contrapartida a la extensión de su crédito?

—Ochenta y una hectáreas en Incheon.

Jeon observó al lord en cuestión, quien estaba sudando y moviéndose de manera nerviosa mientras esperaba por una sentencia favorable.

—Dale el crédito. Cuando pierda, acompáñale hasta la puerta. Su membresía está revocada.

Raras veces sus decisiones eran cuestionadas, y nunca por el personal de The Angel. El otro hombre se dirigió hacia la puerta con tanta calma como había entrado. Antes de que pudiera salir, Jungkook dijo: —Yoon Gi-ssi.

Silencio.

—La tierra primero.

El suave clic de la puerta encontrando la jamba fue la única indicación de que el gerente del salón de juego había estado allí.

Minutos después, apareció a la vista en el piso de abajo y Jungkook observó la señal de adelante del gerente al repartidor de cartas. Observó cuando la mano fue repartida y cómo perdía el conde.

De nuevo.

Y otra vez.

Y una vez más.

Había quienes no lo entendían.

Esos que no habían jugado juegos de azar, que no habían sentido la emoción de ganar, que no habían negociado con ellos mismos por una ronda más, una mano más, una oportunidad más... solo hasta ganar cien, mil, diez mil...

𝐄𝐯𝐞𝐧 𝐢𝐟 𝐢 𝐝𝐢𝐞, 𝐈𝐭'𝐬 𝐲𝐨𝐮¹ °ᴷᴼᴼᴷᵀᴬᴱ°Where stories live. Discover now