Capítulo 16

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Busan, noviembre de 1823

Querido J:
A estas horas has escuchado la noticia, incluso donde quieras que estés. Estoy arruinado. El duque hizo todo lo que podía para salvarme de la vergüenza, pero esto es Corea y semejante esfuerzo es, por supuesto, inútil. Él se volvió a comprometer para casarse en el plazo de una semana, un matrimonio por amor, nada menos. Madre está fuera de sí (ninguna sorpresa), lamentándose y gimiendo como un coro de plañideras.
¿Está mal que sienta como si me hubieran quitado un peso de encima? Probablemente.
Me gustaría que estuvieras aquí. Sabrías qué decir.

Anónimo

(Carta no enviada)
1831

Taehyung se sentó en un banco de madera, mirando hacia el congelado lago, donde parecía pulular la mitad de Seúl. El frío poco común del invierno había dado como resultado el hielo más grueso en casi una década, dejando el pequeño lago lleno a reventar de gente deseosa de pasar su tarde patinando sobre hielo.

No había modo de escapar de los ojos vigilantes de la alta sociedad.

Una vez que su grupo de patinaje se bajó del carruaje y subió a la colina que descendía suavemente hacia el lago, ellos se turnaron para sentarse y adosar las cuchillas de madera y acero a las suelas de sus botas de paseo.

Taehyung esperó tanto como fue posible para sentarse y atar las suyas, muy consciente del hecho que patinar con Jungkook sería un reto, ya que probablemente aprovechase esta oportunidad para mostrar a todo Seúl qué tan enamorados estaban.

Por enésima vez, maldijo la ridícula farsa y observó a sus hermanos bajar la colina, tomados de la mano, recordándole el gran objetivo de su frustración.

Su distracción le dificultó deslizar las cuchillas para el hielo sobre sus pies y después de un tercer intento, Jungkook arrojó las suyas a un lado y se agachó delante de él, tomando uno de sus pies del tobillo antes de que el doncel se diera cuenta de sus intenciones. Taehyung arrancó de un tirón su pie, haciéndolo inclinarse hacia atrás para sujetarse con sus manos sobre la nieve, llamando la atención de un grupo cercano de jovencitas.

—¿Qué crees que estás haciendo? —susurró inclinándose hacia adelante, no queriendo causar otra escena.

Jeon lo miró, todo atractivos ángulos y ojos falsamente inocentes, y dijo con sencillez:

—Ayudándote con el patín.

—No necesito tu ayuda.

—Perdóname, pero tal parece que lo haces. —Bajó la voz a un nivel que solo Taehyung podía oír—. Deja que te ayude.

Jungkook no estaba ayudándolo por él. Estaba ayudándolo por ellas, esas otras vigilantes que amarían la escena y sin duda, se desvivirían en un frenesí por contar a sus amigas y familiares todo sobre cómo el marqués de Joen era el hombre más solícito, bondadoso y maravilloso que alguna vez hubiera caminado por las orillas del puñetero lago.

Pero a Taehyung no le gustaría eso.

Él se pondría sus condenados patines.

—Estoy bien. Gracias. —Y deslizó los aparatos sobre sus zapatos con presteza, atándose las correas con cuidado para asegurar un calce cómodo—. Ahí está. —Miró a Jungkook, que lo observaba con atención, algo extraño e indefinible en la mirada—. Perfecto.

Jeon se levantó entonces, inclinándose hacia él para ayudarle a incorporarse.

—Al menos deja que haga esto, Taehyung —le susurró y el nombrado no pudo resistirse a sus dulces palabras.

𝐄𝐯𝐞𝐧 𝐢𝐟 𝐢 𝐝𝐢𝐞, 𝐈𝐭'𝐬 𝐲𝐨𝐮¹ °ᴷᴼᴼᴷᵀᴬᴱ°Where stories live. Discover now