Y ¿ahora qué?

1K 65 21
                                    

Naruko se dirigió al bosque para entrenar y tal vez pasear un poco, ya estaba anocheciendo, pero aún había tiempo. Cuando llegó al lugar donde, normalmente, comenzaba a entrenar, se recostó sobre la hierva del lugar, era cómodo por lo que olvidó que venía a ejercitarse.

Pasó muy poco antes de que unas pisadas rápidas llegaran hasta la rubia, era un zorro, específicamente, el pequeño zorro.

Naruko- Pequeño. . .casi nunca se te ve por aquí, ¡¡qué alegría que vinieras hoy!!

La voz de ella cambió a una cariñosa, la que nunca mostró a alguien diferente que el pequeño zorro.

Él se recostó dando primero una vuelta en su lugar, sin ningún ruido, sin molestia, solo se hizo a su lado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Él se recostó dando primero una vuelta en su lugar, sin ningún ruido, sin molestia, solo se hizo a su lado. Esa tranquilidad que le daba el pequeño a ella era lo que más le encantaba, aunque después de que ya cayera el sol se había aburrido un poco, era relajante, pero ese día estaba un poco perdida en si y lo sosegado solo hacía que sus pensamientos se salieran de sus puestos y vagaran por su cabeza sin cesar.

No quería pensar tanto en como había cambiado sus pensamientos hacia los demás, le daba algo de temor saber que ya no era la misma. Su forma de ver el mundo que la rodeaba había cambiado, y esto solo le hacia pensar que los demás cambiarían también tarde o temprano, si ella  ya sabía que no importaba como lograra "compensar" sus "errores", ellos también lo entendían y no dejarían de atacarla hasta que muriera.

Sin embargo, esto no era tan aterrador como para desperdiciar un atardecer hermoso, solo carcomiendo su cabeza en esas ideas desagradables, así que mejor imagino algo lindo. Y lo primero que vino a su mente fue el incidente del pergamino, lo increíble que se sintió leerlo, era algo indescriptible de decir como exactamente se sintió en el momento, solo era cegador esa belleza.

¿Cuál era el encanto de un montón de palabras?

Pues claro que los secretos de estas, todo ese conocimiento era lo que le fascinó y comprobar que si se podía ejecutar cada acción que allí describía, emocionaba mucho a la pequeña. Era algo conocida esta sensación, como si ya lo hubiera hecho antes . . . pero esto era imposible, ya que jamás olvidaría algo tan importante como eso.

 Cerró los ojos y, con sigo, sus pensamientos.

 Cerró los ojos y, con sigo, sus pensamientos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Naruko y solo NarukoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora