Naruko y solo Naruko

Enojada.

Después de que ambos se fueran naruko recogió la mesa con una expresión oscura.

—Bueno. . . creo que debería robar el pergamino que tiene el hokage.

La rubia esperó la opinión de kurama. No obstante aquella nunca llegó.

—Primero iré con el sabio pervertido, luego debería vigilar que hace el hokage, después. . .

—Cállate ya.

La voz ronca de la bestia interrumpió a naruko.

—¿Acaso quieres conquistar a konoha o qué? 

—Si no me vas a ayudar mejor no digas nada.

—Naruko, dime de una vez qué piensas hacer con ese chico sasuke.

La mirada apagada de la rubia solo dio un ambiente más escalofriante alrededor.

—Luego de vigilar al hokage iba a averiguar qué quiere ese tal orochimaru.

Las esquinas de los labios de la chica se levantaron.

—Hasta ahora he mostrado confianza de matar al hokage, sin embargo, sin tu ayuda no creo poder hacerlo y eso complicaría más las cosas, estaba pensando en averiguar qué es lo que quiere esa maldita serpiente por aquí y ver si es una amenaza.

"O si es una posible variable que puedo utilizar"

—Quieres. . .

—Si.

"Quiero una guerra"

Qué forma más efectiva de vengarse sigilosamente si están en medio de una guerra. Las venas de las manos de naruko parecía querer explotar.

—Cada vez que en la noche recuerdo mi pasado, mi sangre hierve.

Todos los momentos de maltrato venían cada noche a atormentarla, no se veía a primera vista y ninguno de los dos que vinieron lo notó.

Ella estaba muy enojada.

—Sé que negé lo que dijo el hokage, pero puede que tenga razón.

Una loca asesina que está suelta.

La Rubia se colocó una capucha sin ánimos de hacer un jutsu y salió en busca del hombre de pelo blanco que la odiaba.

—¿Por dónde deberíamos empezar?

Temari colocó su mano en su frente mientras miraba alrededor.

—No creo que esté en la calle a plena luz del día.

La respuesta de kanguro fue rápida.

—No es tan estúpida como para-

Interrumpiendo la conversación de las personas una chica de capucha tiró la chaqueta que traía en la basura, un poco alejada, pero alcanzaron a ver un cabello de oro y los ojos azules que buscaban.

—¿Qué decías?

Temari se burló mientras miraban como la persona se adentraba en un callejón.

Gaara fue el pimero en ir hacia el lugar con sigilo, desapareciendo entre la arena.

Naruko, por otra parte estaba acurrucada a un lado de un bote de basura, tenía la cabeza metida entre sus rodillas y se mecía constantemente mientras susurraba algo.