Esto no tiene nada que ver contigo.

36.2K 2.1K 216
                                    

#Mía

Salgo de la cocina con mi niño en brazos y mi suegra a mi lado para darle el pecho en el salón mientras dejamos a Ramón en la cocina encargándose de que los niños se terminen su desayuno. Me siento en el sofá con Evan aún llorando a mares, y en cuanto lo coloco en la posición para amamantar, se queda calladito como un ángel tomando de su leche mientras nos mira atentamente.

- Es un niño tan bueno - dice Eva mirándole con adoración.

- Si que lo es.

- Sabes, aunque físicamente también sea igual que Marcos, debo decirte que mi hijo cuando era así de pequeño era mucho más malo. Lloraba todo el tiempo, siempre quería comer, siempre quería jugar, siempre necesitaba atención... fue así hasta los tres años creo yo. Después cuando nació Tomi maduró, de un día para otro dejó de ser un niño. Y hasta día de hoy.

Miro a Eva embelesada por las cosas que me cuenta, ella sabe lo mucho que me gusta escuchar anécdotas de Marcos. Y mirando a mi niño comer plácidamente, me permito preguntarme si de mayor él será como su padre, y si encontrará a alguien que le quiera tanto como yo quiero y he querido siempre a Marcos.

- Me encanta que me cuentes este tipo de cosas, a él le cuesta mucho hablar de estos temas - le digo mirando hacia el frente para observar a través de la cristalera a mí hombre mientras fuma y habla por teléfono como si tuviese ganas de matar a alguien. ¿Con quién estará hablando?

- Si cariño, a él siempre le ha costado mostrar sus sentimientos. Pero estoy segura de que contigo no es así - me dice mi suegra con una pequeña sonrisa.

- Puede ser. A veces es un poco difícil entender, se encierra en sí mismo. Sobre todo cuando se trata de la empresa, ahí no puede intervenir nadie.

- Ay cariño, eso lo lleva en las venas. Es un negociante nato, y seguramente algunos de vuestros hijos lo será también en un futuro.

Yo miro a mi hijo y al instante siento como una corazonada que me dice que en esto, se va a tratar de él. Le dejo un beso en la frente mientras le miro con adoración, y cuando levanto la cabeza me encuentro con Marcos mirándonos fijamente. Ya no tiene pinta de querer matar a alguien.

- ¿Todo bien con la empresa? - pregunto manteniendo el contacto visual con sus ojos.

- Sí, era el idiota de Ryan.

- ¡Marcos! - interrumpe su madre para regañarle por la palabrota mientras yo me río disimuladamente. No quiero que mi futuro marido se ofenda por estar de acuerdo con su madre.

- Que dice que se viene esta noche con Isabella - dice indignado- ¿es que acaso se cree que soy una niñera?

- Cielo, Isabella es su hija. Dudo mucho que tengas que encargarte de ella teniendo a su padre - le digo divertida. Isabella era una bebé Preciosa de la que íbamos a ser padrinos. Yo estaba encantada con la idea, a Marcos le daba un poco más de miedo tener que sujetar a una niña tan pequeña sobre la pila bautismal. Quiero decir, todo le asustaba cuando se trataba de otros niños que no fueran los nuestros.

- No nena, estás muy equivocada. Esta noche estaré yo a cargo de cuatro críos: Olivia, Isabella, Evan y Ryan.

Eva y yo nos echamos a reír a carcajadas sin dejar de mirarle mientras cuenta con sus dedos. Madre mía, qué atractivo me parece cuando se indigna.

- ¿Estás seguro de que no quieres que venga a echarte una mano hijo?- le pregunta su madre preocupada. Eva haría hasta lo imposible por él.

- Eso cariño, ¿estás seguro? -le digo vacilándole un poco. Él enseguida me responde con una mirada fulminante que no consigue más que hacerme reír.

- Para vuestra información, os diré a las dos que me puedo quedar perfectamente con mis hijos y mi futura ahijada incluso aunque tenga que cuidar del padre también. Soy cabeza de familia, por si no os habíais percatado.

Y dicho esto, se marcha del salón con aires de superioridad dejándome allí, al lado de su madre y con nuestro bebé en brazos, deseando que se dé media vuelta y venga hasta mí para demostrarme como de hombre puede ser. Me encantaba su faceta de machito, y lo peor es que él lo sabía y sabía como jugar con ello.

- Qué intenso se pone tú hijo a veces, Eva- digo suspirando antes de ponerme en pie para dirigirme a la cocina.

- Pues ya verás como se va a poner cuando le cuente lo que he venido a decirle. - Paro mi paso inmediatamente y me giro hacia ella y con cuidado de no despertar a mi niño, que duerme como un angelito entre mis brazos.

- ¿Qué pasa?, dime que no son más malas noticias por favor. Parecía que estábamos remontando en nuestras vidas.

- Su hermano, Raúl, me llamó anoche... viene a pasar aquí unos días.

- ¿Qué? -esa es la voz de Marcos.

Ambas giramos la cabeza para verle parado en la entrada de la cocina con Ramón detrás expectante. Marcos parece que acaba de ver a un fantasma, y Ramón parece no saber dónde va a meterse el pobre. Por suerte los niños han salido a jugar al jardín y no se están dando cuenta de nada de esto. Porque en siete años no he conocido ni he visto nunca al hermano de Marcos, todo lo que sé de él son los malos recuerdos que ha dejado en mi marido y las responsabilidades que le ha echado a la espalda sin comerlo ni beberlo.

- Marcos - susurro sabiendo lo que va a pasar. No quiero que lo pague con Eva.

- No Mía, esto no tiene nada que ver contigo.

Auch, eso me ha dolido.

- Va a venir tu hermano mayor a la ciudad a pasar unos días y se quedará en casa con Ramón y conmigo.

- Sabes que solo viene a por el dinero que le corresponde de la herencia de papá ¿no?, sabes que no viene a arreglar nada con nadie, ni siquiera a recuperar el tiempo contigo.

Las palabras de Marcos hacia su madre son tan fuertes que me duelen como si me las estuviese diciendo a mí. ¿Qué madre merecía escuchar algo así?

- Tú hermano quiere vernos Marcos. Quiere saber quién es Mía, conocer a sus sobrinos...

Pero Marcos no puede dejarlo estar. Está furioso, rabioso, cabreado...

- Pues dile que se vaya olvidando. No pienso dejar que un simple desconocido se acerque a mi mujer, mucho menos a mis hijos.

TUYA (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora