Creo que es tu hijo.

28.7K 1.9K 177
                                    


#Marcos

- ¡Emmet! - digo llamando a mi amigo sobre la música. No pienso estar ni un solo segundo más de mi vida malgastando mi tiempo hablando con él imbécil de mi hermano.

- ¡¿Qué pasa hermano?! - contesta mi amigo llegando hasta donde estoy yo parado, con una sonrisa de oreja a oreja, que desaparece de su cara en cuanto ve mis ánimos.

- Me voy, ¿crees que estás en condiciones de llevarme a mi casa?

- ¿Qué pasa? - pregunta. Y en cuanto se da cuenta de que no voy a decirle nada, se mueve para mirar hacia donde estaba yo antes, y abre los ojos de par en par al ver a Ryan hablando con mi hermano.

- Joder.

- Emett - le digo con tono de advertencia.

- Claro, es que no hemos traído tu coche - susurra para sí mismo.

- Emett joder, ¿me llevas o no?

- Sí claro, vamos.

Salgo del local mirando al frente sin querer saber nada de nadie y con Emett a unos pasos de mi. No le he dicho adiós a Ryan ni tampoco me he excusado por largarme sin más, pero no estoy para esas cosas. De hecho, agradezco a Dios que nadie se pone en mi camino hasta que llegamos al coche, porque estoy seguro de que me llevaría a esa persona por delante sin pensarlo dos veces.

- Déjame las llaves, yo conduzco - digo firmemente mientras extiendo la mano en su dirección.

- Ni de coña.

- Emett, voy mucho menos bebido que tú.

- Sí, pero más enfadado. No te pienso dejar nada - suspiro sabiendo que o lo dejo estar, o acabaré mal con él esta noche sin venir a cuento.

Asía un no suelto una sola palabra más. Me meto en el asiento del copiloto y me aguanto todo el camino queriendo arrancarle de el asiento y ponerme yo en su lugar para darle al coche de verdad, mucho más fuerte que el desde luego. Parece una abuela.

- Emett.

- ¿Qué pasa? - contesta él por sorpresa. Vaya, parece que alguien estaba pensando en sus cosas también.

- ¿Sabes de que estaban hablando Ryan y mi hermano? ¿Ha sido él quien le ha dicho donde estaba? ¿Le ha invitado a la despedida sin decir nada? - pregunto firmemente sin titubear mientras miro por la ventana. Esta noche el cielo está negro, y no hay en él ni una sola estrella.

- No vayas por ahí, hermano.

- Por ahí, ¿por donde? - respondo volviendo mi vista hacia él. ¿Qué cojones me está diciendo?

- Pues que ni se te ocurra buscar a un culpable por algo sobre lo que no tenemos ni idea, tu hermano se ha presentado por casualidad allí y ninguno le ha dicho nada. Tampoco creo que Ryan tenga nada que ver con, lo mismo solo estaba siendo amable con él.

- Siendo amable- susurro para mí mismo.

- Estamos aquí, esta es tu casa - anuncia mientras el de seguridad le abre el portón automático.

- Genial.

- Marcos - me llama llama mi amigo antes de salir del coche para llegar de una vez a mi casa.

- ¿Qué? - contesto dándome media vuelta para mirarle a la cara y escuchar lo que tiene que decirme para zanjar esta conversación de una vez por todas. Estoy hasta los cojones de hablar sobre Raúl.

- No sé te ocurra desconfiar de alguno de nosotros por una tontería así. Tú eres nuestro amigo, y nadie le pondría a él por delante tuya. Somos hermanos, bro.

Le doy un fuerte abrazo antes de separarme y largarme de allí cuanto antes. No pienso ponerme echo un blandengue con mí amigo, todo lo que quiero es entrar en mi casa y encontrar a mi mujer dormida. Abrazarme a ella sabiendo que es la única persona en el mundo que siempre me va a priorizar sobre el resto, incluso cuando se trata de mí hermano.
Dejo las llaves, la chaqueta y los zapatos en el salón para no hacer ruido con ellos y despertar a alguien . Y me desabrocho el reloj a medida que ando hacia la habitación de mi hija. Sonrío cuando veo a mi madre con ella en la cama dormida. Es una muy buena abuela.
Sigo caminando hasta nuestra habitación pensando en que a lo mejor, todo lo que ha pasado esta noche no tiene ni la más mínima importancia y que seguramente, deba preocuparme por esto mañana, cuando él muy cabronazo se presente en mi casa o en la de mis padres como si hubiera echado de menos a alguien.

- ¿Nena? - susurro cuando entró en nuestra habitación. Pero nadie me responde, así que me dirijo hacia mi mesita de noche y enciendo la lámpara para ver un poco. Aprovecho la luz para llegar hasta la cuna de Evan y observarlo un poco. Precioso, tan precioso que parecía un ángel durmiendo, y pensar eso me hace sonreír. Hasta que escucho un sollozo.

- ¿Mía? - Mía cuello se gira rápidamente para verla tumbada de lado hacia la cuna de Evan con la cara llena de lágrimas y los ojos hinchados de tanto llorar. En mi cabeza solo aparecen alarmas por todas partes.

- ¿Qué pasa? ¿Nena que pasa? ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo? - pregunto como un loco llegando hasta ella. ¿Qué le pasa?

- Marcos.

Es todo lo que dice antes de derrumbarse sobre mí y echarse a llorar como una magdalena. Yo me limito a cogerla entre mis brazos y dejarla llorar hasta que pudiera serenarse y contarme que era lo que había pasado, porque verla así me estaba matando por dentro. Y desde luego que él tema de mi hermano había quedado en un segundo plano ahora que sabía que mi mujer me necesitaba.

- ¿Mejor? - pregunto minutos más tarde acariciándole la cara. Ella asiente en mi dirección y se detiene a observarme sin decir nada, ni una sola palabra.

- Dios mío - susurra tocándome el pelo como si no lo hubiese visto nunca antes.

- Mía, nena me estás preocupando, parece que hubieras visto un fantasma. ¿Se puede saber que te pasa? - le digo ya nervioso. Si no me lo cuenta, acabaré por volverme loco de un momento a otro.

- Creo que lo he visto, he visto a un fantasma- susurra mirando a la nada. ¿Se puede saber que cojones ha visto tan fuerte como para estar así?

- Mía, empieza a hablar o acabaré rompiendo todo - le digo con firmeza, consiguiendo que ella me mire a los ojos.

- Hoy he visto a Cloe con un niño... creo que es tu hijo.

TUYA (III)Where stories live. Discover now