TUYA (III)

Capitulo final: El fin de todas las verdades.

#Mía

- ¿Se puede? ¿Como está el enfermo? - pregunta la enfermera entrando a la habitación de Marcos sin previo aviso. Él se despierta de golpe como si durante sus diez minutos de siesta, hubiera estado todo el tiempo alerta. Ryan y Ramón entran justamente detrás de ella como si nada. En silencio y con el semblante serio.

- Hola Mía - me dice Ramón intentando ser lo más amigable posible, pero Marcos lo fulmina inmediatamente con la mirada desde su sitio mientras la enfermera chequea las máquinas.

- ¿Has dormido? - pregunta ella mirando a mi hombre, pero él solo tiene ojos para Ramón y el siguiente paso que piense dar a mi lado.

- Ha dormido muy poco enfermera, ni dos horas en toda la noche - respondo yo por el.

- Bien. Avisaré a mi compañera para que esta noche te traiga una pastilla que te ayude a dormir, campeón.

Dios mío.

- Marcos - le dice él de una forma increíblemente amenazadora- me llamó Marcos.

Yo aguanto las ganas de reírme al ver la reacción de mi chico. Y me compadezco por la pobre enfermera, quien asiente y se apresura con sus cosas para salir por la puerta lo más rápido posible. Pobre.

- Ryan. Estoy esperando - dice mi chico con tono autoritario mientras se reincorpora en la cama para escucharle. Yo me siento de lo más incómoda en medio de esos tres hombres, pero en cuanto voy a moverme para levantarme y ponerme aunque sea en un extremo de la habitación, Marcos me dirige una mirada de "ni se te ocurra", que me hace acordarme de la promesa que le he hecho. Tenía que quedarme aquí para frenar la situación si la cosa se ponía fea.

- Parece ser que tu hermano volvió a por su parte de la herencia porque tenía miedo de quedarse sin nada, pero eso tú padrastro ya lo sabía - dice Ryan mirando a Ramón agachar la cabeza. No puedo evitar sentir lástima por él, pero hay una parte de mí que no le perdona.

- Escúchame - dicho levantando la cabeza para acercarse a mi futuro esposo hasta quedar cara a cara con él - Tú madre y yo nos queremos desde hace muchos, muchísimos años. Pero él desgraciado de tu padre no le a permitido divorciarse, ni alejarse de él... ¡ni siquiera la quería! ¡Le obligó a casarse!

- Dime algo que no sepa - contesta Marcos como si no le importara nada. Pero yo sé que no es así, solo se está poniendo la máscara para cubrirse de los golpes.

- ¡Tu madre se casó embarazada de mi! ¡Nosotros nos queríamos! ¡Tu padre lo sabía! ¡Y aún así la retuvo a su lado! - grita Ramón con los brazos abiertos dejándonos a todos anonadados - ¡¿De verdad te crees que yo hubiera aguantado todos estos años trabajando para él así como así?! ¡¿Sabes la de perrerías que he tenido que pasar para asegurarme de que mi mujer y mi hijo estuvieran bien!? ¡¿Para que los hijos de mi mujer estuvieran bien?! ¡¿Tienes idea de todo por lo que me ha hecho pasar tu padre para que ahora me odies?!

- ¿Porqué iba a querer Ignacio a un hijo suyo tanto como ha querido a Raúl? ¿Has visto como nos ha querido al resto? - pregunta Marcos con la vena del cuello marcada - Hemos sido escoria para él toda la vida. Liliana, Tomás y yo.

Me duele. Me duele escuchar a Marcos hablar así, me duele ver que después de todo lo que ha tenido que soportar en su infancia, su padre le siga doliendo incluso estando muerto.

- ¡No ha querido nunca a nadie! ¡No ha querido a tu madre ni a ninguno de sus hijos! ¡Ni siquiera a Raúl! ¡Hijo date cuenta! - le grita Ramón con las lágrimas en los ojos mientras le zarandea de los hombros a Marcos, quien permanece con la mirada impasible ante él - Ese hombre no ha querido nunca a nadie más que a una jovencita que se le presentó un día y se volvió loco por ella. Pero nadie sabe nada, un día desapareció y se fue. Él solo se ha acercado a tu hermano de esa manera para vengarse de mí, porque siempre supo que tú madre y yo nos queríamos a pesar de los años, aún cuando dormía con ella en la misma cama y yo solo. Nunca he querido a otra mujer, y he tenido que soportar numerosas humillaciones solo para mantenerme cerca de ella... y de vosotros.